Vie 19.08.2005

EL MUNDO

Intentando blindar a Lula lo aproximan más al fuego

Un testimonio de Delubio Soares, ex tesorero del PT, que deslindó a Lula y a su ex superministro José Dirceu por los sobornos, resultó imposible de creer y ahondó las sospechas.

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

“Yo no acostumbro a delatar a nadie.” Delubio Soares, el ex tesorero del PT acusado de operar sobornos y financiamiento ilegal de campañas, respondió así a la presión de los legisladores que lo inquirieron ayer en la Comisión Parlamentaria Mixta de Investigación (CPMI) del mensalao (pago de mensualidades). Las evasivas de Soares irritaron a los congresistas, que rechazaron por “inaudito” el argumento de que el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y el ex ministro José Dirceu hayan sido ajenos a los escándalos. Tampoco la opinión pública lo cree. Según sondeos recientes, la mayoría sospecha que Lula algo sabía de los negociados a pesar de que Soares insista en asumir toda la responsabilidad, exculpando incluso a Dirceu, el segundo hombre más poderoso del gobierno y del PT hasta el 16 de junio, cuando renunció.
“Delubio Soares no tenía peso político para negociar por sí solo préstamos de 50 millones de reales (20 millones de dólares) para el PT con el empresario Marcos Valerio (acusado de lavado de dinero y traficante de influencias)”, declaró la diputada Zulaie Cobra, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña, luego de interrogarlo sin éxito. “Miente, es un profesional de la mentira”, dijo la legisladora a los periodistas. Como quien camina en campo minado, Soares midió cada respuesta y a pesar de que una y otra vez le preguntaron si era “amigo” de Lula, el acusado siempre evitó usar esa palabra. Si lo hubiera hecho, la oposición habría conseguido un indicio de que el mandatario está mezclado en los delitos, lo que necesitan para dar trámite al pedido de juicio político. El ex jefe de las finanzas petistas también buscó aventar las sospechas de que la campaña presidencial haya contado con fondos ilegales, hipótesis que cobró fuerza tras la comparecencia de Duda Mendonça. El publicitario de cabecera de Lula declaró la semana pasada haber cobrado millones de reales en paraísos fiscales. “La campaña nacional del 2002 no tuvo problemas, el problema fue con el PT en las campañas estaduales y con los partidos de la base aliada”, aseguró Soares, aunque admitió haber pagado 10 millones de reales (4 millones de dólares) al Partido Liberal, del vicepresidente José Alencar.
De acuerdo con el ex tesorero petista, ese dinero, pagado por vía ilegal, fue para financiar campañas y no para sobornar diputados. En el primer caso se trata de una infracción a la ley electoral; en el segundo, de un delito mayor, “corrupción”, que se paga con varios años de cárcel. Sin embargo, algunos legisladores mostraron ayer que cientos de miles de reales fueron sacados de las cuentas de Marcos Valerio, que seguía órdenes de Soares, contemporáneamente con la votación de leyes caras al gobierno, como la de jubilación privada. Un indicio de que el gobierno compró votos, es decir empleó el mensalao. Soares también negó que haya viajado a Portugal para una supuesta negociación con Portugal Telecom. Según el diputado Roberto Jefferson, con aval del gobierno se habría negociado con esa empresa el pago de una coima al PT y al Partido Trabalhista Brasileiro, a cambio de lo cual Portugal Telecom obtendría contratos estatales.
Antes de comenzar su interrogatorio al acusado, el senador Wladimir Costa, del Partido Movimiento Popular Brasileño (PMDB), recordó a dos personajes de trágico final: PC Farías y Sergio Motta. En 1996, Farías apareció muerto a tiros luego de la caída de su jefe, el ex presidente Fernando Collor de Mello (1990-1992), para quien recaudó fondos ilegales. Motta murió súbitamente en 1998 tras haber sido acusado, aunque sin pruebas, de maniobras oscuras para la reelección del ex presidente Fernando Henrique Cardoso (1994-2002). La truculencia del senador no hizo mella en Soares, que siguió con sus respuestas secas y a veces irónicas, que le valieron por lo menos cuatro apercibimientos del presidente y del relator de la comisión investigadora.
Ayer, mientras Soares decía no sentirse “ni traidor ni traicionado”, el ex ministro Dirceu declaraba que “es el presidente Lula quien tiene que responder quién es el traidor”. Era una señal, posiblemente pactada, dirigida hacia el Palacio del Planalto para demostrar que, aunque replegados, ambos continúan ejecutando una estrategia conjunta.
Y también fue un mensaje cifrado hacia el convulsionado Partido de los Trabajadores, donde Dirceu perdió el control de la presidencia, ahora ejercida por Tarso Genro, pero no deja de gravitar.
A pesar de las presiones de la oposición, Soares se mantuvo firme y blindó a Lula. ¿Fue por lealtad o siguiendo un plan de su jefe, el aún influyente José Dirceu? La segunda opción es más probable.

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