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› COLOMBIA VOTA HOY POR UN CANDIDATO DE LINEA DURA ANTIGUERRILLA
¿Quién podrá parar a este hombre?
Alvaro Uribe, que trepó espectacularmente en la última oleada de violencia, podría ganar en hoy en la primera vuelta de las elecciones colombianas. Aquí opinan politólogos, analistas militares y el ex líder guerrillero Antonio Navarro Wolff.
Llegó la hora 0: hoy los colombianos elegirán al sucesor del conservador Andrés Pastrana en la presidencia, en medio de una guerra abierta del ejército con las FARC y denuncias sobre proselitismo armado de los grupos insurrectos, además de ataques a la infraestructura del país y la amenaza de boicot en el transcurso de la jornada. La ruptura del proceso de paz el pasado 20 de febrero, en medio de una escalada guerrillera en constante ascenso, significó el fin de la promesa de Pastrana y el colapso de su partido, que para esta contienda no presentó candidato. Conforme iba aumentando la violencia, el candidato de línea más dura con las FARC, el liberal disidente Alvaro Uribe, fue conquistando un firme primer lugar en intención de voto. La última encuesta publicada ayer, de la firma Napoleón Franco, muestra un 48 por ciento por Uribe y su partido Primero Colombia, seguido por Horacio Serpa (27 por ciento) por el Partido Liberal, la independiente Noemí Sanín (8 por ciento) y Luis Eduardo Garzón (6 por ciento) por el izquierdista Polo Democrático.
Unos 24 millones de colombianos están habilitados para elegir entre 11 candidatos, dos con posibilidades reales a suceder a Andrés Pastrana, que culmina su período el 7 de agosto sin haber logrado la paz, la carta que lo legitimó. El último sondeo de opinión le da una ventaja de 20 puntos a Uribe, lo que está más o menos en el radio del margen de error estadístico de una encuesta anterior divulgada el jueves que le dio un 51 por ciento. Con la mitad más uno de los votos, Uribe se ahorraría pasar por la segunda instancia el 16 de junio con el liberal Horacio Serpa (27 por ciento) y se volverá a barajar. La misma cuenta muestra que un 9 por ciento votará en blanco y se prevé un abstencionismo del 50 por ciento. El analista político Fernando Cepeda advirtió a Página/12 que “Uribe gana en la primera vuelta porque las dos encuestas que se publicaron el domingo último le dieron 48 y 49 por ciento: hay una teoría de comportamiento electoral que se llama “efecto del éxito” y es que la gente se sube al tren ganador (...) la gente tiene ansiedad de resolver el conflicto”.
Uribe, a quien sus opositores acusan de paramilitarismo, como gobernador de Antioquia promovió las llamadas “Convivir”, agrupaciones de civiles armados, que los grupos paramilitares coptaron y promovieron para darse un marco de legalidad. Caracterizado por su línea dura contra las FARC, Uribe propugna la intervención de la comunidad internacional en el conflicto colombiano y un plan antiterrorista que consiste en elevar el presupuesto militar y policial y luego organizar a la población para un mejor apoyo del Estado. Según el analista militar Rafael Pardo, “Uribe buscará llevar ante el Congreso un estatuto antiterrorismo similar al que hay en Europa y vincular a las organizaciones civiles a redes de comunicación de la policía”. La propuesta de Uribe de vincular por lo menos un millón de personas en grupos de información genera en algunos el temor a una guerra total. “La gente teme que si se la arma, será peor; en Colombia no hay condiciones para hacer algo así como las rondas campesinas en Perú, porque tenemos un campesinado mucho menos arraigado, más móvil y sería muy peligroso, como también si se trata de grupos de información, lo que se podría convertir en un mecanismo poco democrático”, señaló a Página/12 otro analista militar, Armando Borrero.
Suena paradójico que un disidente liberal como Uribe encuentre adhesión en las fuerzas consideradas más conservadoras –y no sólo de las del partido de Pastrana– con un discurso que ha sido señalado de autoritario y de derecha dura. “Uribe ya cuenta con una mayoría parlamentaria que ha manifestado su adhesión al proyecto y al gobierno uribista, lo que sumado a su eventual victoria en la primera vuelta, le da un mandato suficiente para acometer su programa de gobierno”, opinó Alfredo Rangel.
Durante décadas, los partidos tradicionales, Liberal y Conservador, acordaron alternarse en el poder, pero ese pacto ya caducó. El conservadurismo dio un paso al costado en esta ocasión: su precandidatoJuan Camilo Restrepo, abandonó la carrera y la dirección política de los conservadores pidió el voto para Uribe. “Es curioso ver cómo en Colombia en este momento los dos partidos que tradicionalmente han sido adversarios, ahora se encuentran bajo una misma personalidad carismática”, dijo a este diario el analista político Vicente Torrijos.
Hasta setiembre del año pasado, Serpa se veía a sí mismo como el próximo presidente, ya que por el lado del Partido Conservador no parecía tener rival, y sólo podía inquietarlo la ex canciller Noemí Sanín, de origen conservador, que había obtenido buenos resultados en las presidenciales de 1998. Serpa, amigo del ex presidente Ernesto Samper (1994-1998), fue su jefe de campaña y ministro del Interior hasta 1997, cuando se postuló a las presidenciales que disputó hasta la segunda vuelta con Pastrana. Su bastión de campaña es su trayectoria en la política y permanecer fiel a su partido: contrariamente a Uribe, propone una salida negociada con las FARC, y ha declarado que “si la guerrilla quiere la paz, de verdad, sin cometer los errores del Caguán (la zona de 42.000 kilómetros que durante tres años permaneció desmilitarizada bajo el control de la guerrilla), estoy dispuesto a sentarme en una mesa de negociación”.
El tercero y cuarto lugar lo vienen disputando la independiente Noemí Sanín y el izquierdista Luis Eduardo Garzón. La ex canciller Sanín aspira por segunda vez consecutiva a asumir la presidencia de Colombia, aunque su candidatura parece haber perdido espacio en la actual coyuntura, que relegó a un segundo plano las ideas de centro. Sanín se postula capaz de contener la espiral de violencia sin perder de vista los problemas sociales, entre ellos el desempleo –de un 17 por ciento–, lo que constituye el eje de su programa de gobierno. En ese terreno, la ex ministra logró cautivar a una buena parte del electorado, la mayoría femenino, que reconoce las bondades del plan de empleo de Sanín, pero que sitúa ese problema detrás de su principal preocupación: la lucha contra la insurrección. En cambio, Lucho Garzón es un ex sindicalista que ha logrado aglutinar sin estridencias a una izquierda democrática. Su Polo Democrático podría ser el germen de un movimiento de izquierdas real, tantas veces frustrado en Colombia. El analista Fernando Cepeda advirtió a Página/12 que “Garzón está bloqueado por la existencia de la guerrilla, si no hubiera guerrilla, él tendría posibilidades de ganar; pero la gente asocia izquierda con guerrilla”.
El nuevo gobierno de Colombia deberá revisar el Plan Colombia que Pastrana presentó como una estrategia de lucha contra el narcotráfico a la vez que buscaba debilitar el medio de financiación de la guerrilla; y que contó con el aporte de 1300 millones de dólares en entrenamiento y equipo militar de Estados Unidos. Después de tres años y medio de negociaciones truncas, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hoy son más fuertes militar y económicamente. Estados Unidos ya no es cauto en respetar el límite entre lucha antidrogas y contrainsurgente. Tanto Uribe como Serpa piden la extensión de recursos del Plan Colombia a la lucha contra el “narcoterrorismo”.
La campaña electoral que se cerró el domingo pasado estuvo signada por un ambiente belicoso. Como dato inédito, aparecerá en las boletas la candidata Ingrid Betancourt, secuestrada por las FARC desde el 23 de febrero, que cuenta con menos de un 1 por ciento de predilecciones por su independiente Partido Verde Oxígeno. El gobierno ha montado desde hace dos semanas un operativo de seguridad llamado “Plan democracia”, para garantizar una votación segura: ordenó militarizar a las principales ciudades del país, pero se prevé boicot en zonas apartadas, donde no hay presencia de la seguridad pública. “Se está garantizando el proceso electoral del próximo domingo, están todas las fuerzas militares y de la policía dedicadas al proceso electoral, más de 212.000 hombres”, dijo Pastrana esta semana. Una misión de observadores de la Organización de losEstados Americanos (OEA) denunció que las FARC y los paramilitares están presionando a los electores en sus zonas de influencia para que no voten por Uribe, en el primer caso, y en su favor, en el otro. Un dato: Uribe fue blanco de atentado el pasado 14 de abril en la ciudad de Barranquilla (norte), del que salió ileso, pero murieron cuatro personas. Durante esta semana decisiva, hubo un ataque cerca de la sede de su campaña en Medellín.
La incógnita reside por una parte en cuál será el marco de los comicios, cómo actuarán los extremismos del país y si Uribe conseguirá la presidencia en esta primera vuelta o tendrá que esperar al 16 de junio; aunque una mayoría de colombianos, incluso entre los que afirman que no lo votarán, está convencida de que será el presidente a partir del 7 de agosto.
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