EL MUNDO
› HABLA DENISE PARANA, AUTORA DE LA BIOGRAFIA AUTORIZADA DEL PRESIDENTE BRASILEÑO
“Un juicio político sería el fin de Lula”
Lula está viviendo su peor momento. Su enjuiciamiento sería una condena a muerte. Los petistas son como un paciente con cáncer: primero lo negaron, ahora lo van asumiendo. Estos y otros dramáticos conceptos pertenecen a Denise Paraná, biógrafa oficial de Lula.
› Por Francesc Relea *
Desde San Pablo *
Denise Paraná es la autora de Filho do Brasil (Hijo de Brasil), la única biografía autorizada que se ha escrito del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. El libro ha sido traducido a varios idiomas y está a punto de ser adaptado para el rodaje de un documental. Paraná trabajó con Lula en sus tiempos de líder sindical y conoce bien a la familia del presidente. Siente en carne propia las dificultades por las que atraviesa el líder brasileño, quien está cada vez más bajo sospechas por las revelaciones en cascada del sistema de alquiler de diputados opositores que presuntamente manejaba su ex número dos y hoy ex jefe de gabinete José Dirceu. Pero Paraná es escéptica respecto al grado de involucramiento –o de conocimiento– del “obrero presidente” en el esquema de corrupción que hoy ha saltado por los aires. “Creo que está viviendo el peor momento de su vida. Es un hombre totalmente honesto, pondría las manos en el fuego”, asegura la biógrafa.
Paraná recuerda los orígenes de aquel brasileño que nació en el seno de una familia pobre de Pernambuco: “Era hijo de una mujer, dona Lindú, que tenía muchos hijos. El marido la abandonó. Lula siempre se ha sentido responsable por mejorar las condiciones de vida de quienes le han rodeado. Fue ampliando el radio de acción: al principio era su familia, después el sindicato y después el partido que fundó. Y así hasta convertirse en un líder reconocido en todo el mundo, representante de los países pobres. Este ha sido su proyecto de vida, nunca fue ganar dinero. Ya lo habría ganado hace mucho tiempo”.
–¿Cómo explica que el Partido de los Trabajadores (PT), el partido de Lula, esté implicado en un escándalo de corrupción de grandes proporciones?
–Creo que la situación escapó al control de Lula porque es un gran integrador. Incorporó a fuerzas políticas que no podían incorporarse a su proyecto porque nada tienen que ver con el mismo. Cuando llegó al gobierno trató de construir una gran alianza con casi todos los sectores de la sociedad, para que todo el mundo estuviera bien, lo que desembocó en una gran crisis. Creo que el centro de la cuestión, que se puede comprobar en su biografía, es que Lula ha sido un gran agregador y no un hombre de grandes rupturas. No hizo las rupturas necesarias.
–¿Cree que había un sector del PT que era muy proclive a prácticas corruptas?
–Para sorpresa y espanto de todos los petistas y de todo Brasil surgen indicios de que ya había cosas anteriores. Esta ha sido la gran sorpresa: el PT podía ser objeto de muchas críticas, pero nadie ponía en duda la honestidad del partido. Esta crisis política puede compararse con las etapas de un paciente con cáncer. Ante el primer diagnóstico, la reacción inicial de los militantes petistas es negar la evidencia: el médico y el laboratorio se equivocan. Cuando otras pruebas muestran la enfermedad de manera irrefutable, empiezan a aceptar la realidad. En esta fase, primero se rebelan, después se deprimen. En el caso de las primeras denuncias de corrupción contra el PT, la primera reacción de la gente fue muy virulenta. Decían que eran inventos de la prensa.
–¿Y ahora?
–Asistimos a la crisis más profunda de la historia del PT y de Brasil. Como dice Cristovam Buarque, no es una crisis política, es una crisis histórica. Vivimos un gran momento histórico. Para mucha gente el PT es un proyecto de vida.
–¿Hasta qué punto afecta esta crisis del PT a la gente?
–Muchos amigos míos se ponen enfermos. Cada vez que abren el periódico y leen la noticia de una nueva denuncia les sube la fiebre y tienen que quedarse en cama.
–¿Han desaparecido todas las ilusiones? ¿Queda lugar para la esperanza?
–La gente tiene una desilusión muy grande porque el papel transformador del PT se ha esfumado. Pero la crisis tiene una lectura positiva: se está produciendo una ruptura brutal de este modelo conservador y surgirá algo nuevo y bueno para una situación mejor. Soy optimista.
–¿Qué futuro vislumbra?
–Estoy convencida de que el PT se redefinirá de una forma más democrática internamente. Es como el ave Fénix, resurgirá de las cenizas. Hay mucha fuerza en la base del PT.
–Hay voces que vaticinan el fin del PT.
–No ocurrirá. Desde su fundación, el PT tuvo muchas crisis, aunque ninguna tan grave. Yo misma pensé en más de una ocasión que el partido se partiría en pedazos porque las tensiones internas eran muy grandes. Y al final no pasaba nada. Por el contrario, salía reforzado de cada crisis. Creo que el elemento integrador del PT ha sido la figura de Lula, que hasta ahora ha sido fundamental para evitar la disgregación del partido. No sé lo que pasará ahora.
–¿Cuál sería la reacción de Lula si terminara sometido a un juicio político para su destitución?
–Sería el fin. Dedicó toda su vida a construir una sociedad más justa. Si fuera acusado de ser un hombre corrupto e incapaz de administrar el país, sería su condena a muerte, y sería profundamente injusto. Estoy convencida de que esto no sucederá, porque no hay ningún indicio de que haya hecho nada para su enriquecimiento personal.
–¿Cómo analiza el papel de José Dirceu y cuál era su relación con el presidente Lula da Silva?
–Creo que tenían una relación de confianza profunda. Lula confiaba mucho en Zé Dirceu, aunque nunca supo lo que Dirceu estaba haciendo. De haberlo sabido no habría dejado que las cosas llegaran tan lejos. Estoy convencida de que cuando Lula dice que fue traicionado es porque se sintió así.
–¿Cometió Lula el error de dedicarse a viajar por el mundo para desempeñar el papel de líder de los países pobres y desatendió en exceso la política interna?
–Lula es una persona que delega. No hay duda de que delegó en José Dirceu la articulación política interna y confió en él. Quizá demasiado. Eso sólo se ha sabido después. Las cosas estaban funcionando muy bien y era impensable que pudiera ocurrir una cosa así.
–¿Pueden recuperar la ilusión los brasileños que se han desencantado con esta crisis?
–Creo que mucha gente pasará por un proceso largo de sufrimiento. La crisis no ha terminado. La gente está haciendo quimioterapia, no va a morir, pero en esta fase se sufre mucho. Uno de los efectos colaterales de este tratamiento es la falta de confianza en el futuro, y la aparición de la idea terrible de que todos los políticos y todos los partidos son iguales. No son iguales, son muy diferentes. La base de la democracia es el reconocimiento de las diferencias. Creer que todos son iguales y, por lo tanto, mejor votar al corrupto porque me da más privilegios es una tragedia.
–¿Qué ha sido lo mejor y lo peor de los dos años y medio del Gobierno de Lula?
–Lo mejor fue comprobar que la democracia brasileña era suficientemente fuerte como para colocar en el poder a un hombre de origen humilde, que la esperanza había vencido al miedo, y que el sueño era posible, a pesar de que sólo se pudo cumplir parcialmente. Está claro que lo peor ha sido la gran desilusión por la corrupción de una parte importante de la cúpula del PT.
–¿Hay alternativa a Lula dentro del PT?
–No veo ninguna. Lula dejaría un vacío muy grande, pero destruir el PT y salvar a Lula sería trágico, porque el PT ha tenido un papel social y político determinante en Brasil.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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