Dom 04.09.2005

EL MUNDO  › POR WASHINGTON URANGA.

La misma metodología

Para George W. Bush, “el mundo”, el que le interesa, le importa y del que se ocupa, es muy reducido. A tal punto que al referirse a los afectados por el desastre natural en Nueva Orleans no titubeó en decir –cinco días después de ocurrida la tragedia– que “ahora trataremos de brindar consuelo a las personas en esta parte del mundo”. “Esa parte del mundo”, vale recordarlo Mr. President, forma parte de su mismo país, aunque no sean blancos y ricos, sino negros, latinos y pobres. Por eso los habitantes de la zona afectada por el huracán Katrina hoy recuerdan con furia de qué manera Bush desatendió las recomendaciones de los expertos y recortó el presupuesto destinado a prevenir efectos de un desastre como el que finalmente ocurrió, mientras se aumentaron los recursos para continuar y profundizar la invasión norteamericana en Irak. Pero si algo hay que reconocerles a Bush y a sus aliados en diversas partes del mundo es su coherencia metodológica. Ante el desorden y los saqueos, el presidente de los Estados Unidos decidió reforzar las fuerzas de seguridad locales con militares experimentados en la masacre de Irak. Y la orden fue la misma en Nueva Orleans que en el territorio iraquí: tirar a matar. Es decir: eliminar a todo aquel que ofrezca resistencia a la presencia “salvadora” de los amos del poder único y centralizado. Así, las víctimas del Katrina que probablemente buscan entre los escombros algo para comer, agua para sobrevivir o, lo que es peor, los rastros de algún ser querido que seguramente está muerto, se han convertido en “enemigos” del orden y de la “paz” de la que Bush es abanderado. Por eso, la decisión es tirar a matar para “mantener el orden”. Coherencia metodológica, podemos decir. Es exactamente lo mismo que los soldados norteamericanos hacen en Irak para “imponer la paz”: tirar a matar. Se comienza por estigmatizar al diferente como peligroso primero y como enemigo después. Con eso se legitima la orden de asesinato. El mismo argumento utilizaron los británicos para asesinar el 22 de julio al brasileño Jean Charles de Menezes por “portación de rostro”. Porque como lo justificó el jefe de la policía británica: “No sirve de nada disparar al pecho porque es probablemente allí donde se encuentra la bomba (...). La única manera de reaccionar es disparar a la cabeza”. Algunas de las víctimas del Katrina también pueden convertirse en peligrosos para el sistema. Por eso se justifica la metodología: muertos cesarán también sus reclamos.

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