Jue 15.09.2005

EL MUNDO  › LA JORNADA MAS CRUENTA DEJO MAS DE 150 MUERTOS EN ATAQUES SINCRONIZADOS

Once suicidas hicieron temblar a toda Bagdad

Al Qaida en Irak reivindicó ayer más de una docena de atentados sincronizados que dejaron 152 muertos y 542 heridos en el país ocupado por EE.UU., como el inicio de una “guerra total” contra los chiítas. Es la peor masacre desde la invasión y hay temor a una guerra civil.

› Por Patrick Cockburn *
Desde Bagdad

Un terrorista suicida inició el peor día de matanzas desde la caída de Saddam hace 30 meses al atraer a su camioneta a desocupados desesperados por conseguir trabajo y ofrecerles empleos para luego detonar explosivos que mataron a 114 e hirieron a 156. En un día en que más de una docena de ataques coordinados explotaron a través de Bagdad desde el amanecer hasta bien entrada la tarde, Al Qaida en Irak proclamó que estaba vengándose contra una operación estadounidense-iraquí dirigida contra insurgentes en su plaza fuerte de Tal Afar.
Mientras las horas pasaban con coches bomba y bombas camineras sacudiendo la calma relativa de los últimos pocos días, los temores a una guerra civil sectaria se intensificaron. Un aviso en Internet de Al Qaida en Irak decía: “A la nación de Islam, le damos la buena noticia de que las batallas de venganza para el pueblo sunnita comenzaron ayer en Tal Afar”. En la plaza de Aquare, en el distrito chiíta de Qadimiyah, la multitud gritaba: “¿Por qué, por qué, por qué?” mientras se llevaban a los muertos y los moribundos. Cabezas y miembros mutilados estaban apilados al lado de cuerpos quemados dentro del hospital local y el piso resbaladizo por la sangre.
“Nos reunimos y de pronto un automóvil estalló y el área se convirtió en fuego, polvo y oscuridad”, dijo Hadi, un obrero que sobrevivió a la explosión. Junto con otros 1500 había ido al amanecer a la plaza donde los trabajadores usualmente esperan para ser contratados. La mayoría de aquellos que murieron eran empobrecidos trabajadores chiítas del sur de Irak que llegaron a Bagdad en busca de trabajo y duermen al aire libre en escuálidos hoteles alrededor de Aruba.
Un humo oleoso y negro subió al cielo azul de Bagdad mientras docenas de bombas explotaban en toda la ciudad durante la mañana, matando a 152 personas e hiriendo a 542. El terror creció mientras escuchábamos las detonaciones. La gente huyó de las calles y se quedó en sus casas para evitar las explosiones. Temiendo otro terrorista suicida, la policía y los soldados paraban a los vehículos que entraban a Qadimiyah, en el centro del cual hay unos domos dorados de un santuario chiíta muy venerado. Pero la gente enfurecida y perturbada corría a pie al hospital más cercano para ver si los amigos y familiares estaban vivos o muertos.
“¡Allahu akbar! ¡Allahu akbar! ¡Dios es grande! ¡Dios es grande! Esto es un desastre terrible”, gritaba Sayef Ali Abed mientras caminaba con una marcha nerviosa como si estuviera asustado de lo que pudiera encontrar en el hospital. “Escuché por la radio lo que pasó y vine directamente porque sé que mi hermano estaba buscando trabajo aquí. Ni siquiera les dije a mis padres adónde iba”. En el hospital, Abbas Rada Mohammed, un conmocionado hombre de mediana edad, estudiaba en vano una lista con los nombres de los 162 heridos. “Estoy buscando a mi hermano. Quizás esté muerto en otro hospital.” La gente destrozada por las bombas no fue la única que murió ayer en Irak. En un pueblo sunnita a 16 kilómetros al norte de Bagdad cerca de Taji, hombres vestidos como soldados, y que posiblemente fueran soldados, entraron justo antes del amanecer y se llevaron a 17 hombres a quienes esposaron, les vendaron los ojos y les dispararon. Los muertos incluyen un policía y varios hombres que trabajaban como conductores y obreros de la construcción en una base estadounidense.
Una de las muchas razones de por qué los iraquíes se están aterrorizando cada día más es que no saben si la policía o los soldados que los despiertan en medio de la noche realmente trabajan para el gobierno o son un escuadrón de la muerte. Otro terrorista suicida en el norte de Bagdad mató a 11 personas mientras hacían cola para rellenar sus cilindros de gas. El ataque de Qadimiyah claramente fue destinado a matar a todos los chiítas posibles, ya que pocos kurdos o sunnitas estarían presentes. Junto con las otras bombas, más tarde se lo adjudicó Al Qaida en Irak, liderado por Abu Musab al Zarqawi, que sostuvo que éste era el comienzo de una “guerra total” contra los chiítas.
Tel Afar, una ciudad de 200.000 habitantes, es un mosaico étnico y sectario. Alrededor del 70 por ciento de su gente son sunnitas turcomanos, simpatizantes de los insurgentes, y 30 por ciento de chiítas turcomanos que apoyan al gobierno chiíta-kurdo en Bagdad. Las unidades del ejército iraquí que irrumpieron en la ciudad junto con los soldados estadounidenses son en su mayoría kurdos y chiítas. Los ataques fueron sólo horas después de que el presidente de Irak, Jalal Talabani, se presentara junto al presidente George Bush en una conferencia de prensa en Washington.
Sa’af Jabber Ajmi, un granjero chiíta de Nasiriyah, en su cama del hospital Noman en el distrito de Adhamiyah, con esquirlas en una pierna, hombro y espalda, dijo: “Pensé que lo que pasó fue una reacción a la visita del presidente iraquí a Estados Unidos”. Como muchos de los heridos en la plaza Aruba, culpaba a Estados Unidos. En otra cama estaba Ali Ghazi, también un chiíta del sur. “Creo que son los estadounidenses los que les están haciendo esto a los chiítas, pretendiendo que son los sunnitas, para que haya una guerra civil y puedan controlar nuestra riqueza”. Muchos sobrevivientes que yacían mutilados por las bombas de la mañana adherían a una teoría conspirativa según la cual Estados Unidos quiere gobernar a Irak a través de fomentar las diferencias entre chiítas y sunnitas. Varios dijeron que habían visto pasar un convoy estadounidense por la plaza de Aruba 10 minutos antes.
Cerca del hospital Noman, hombres armados mataron a un policía y a otros altos oficiales. Cuando la gente fue a ayudarlos, hubo un segundo ataque por un terrorista suicida, que mató a tres soldados y a tres policías. Estos ataques secundarios, ahora frecuentes, hacen que sea muy peligroso acercarse a los policías y soldados comprensiblemente nerviosos después de una explosión porque pueden dispararle a cualquier vehículo que se les acerque. La costumbre de las fuerzas iraquíes de disparar sus armas al aire también añade temor.
Por lo menos tres de las bombas fueron destinadas a patrullas de EE.UU., destruyendo una cuatro por cuatro artillada en el camino al aeropuerto, dijeron los testigos. Por lo menos dos soldados resultaron malheridos. Un convoy de Estados Unidos fue atacado justo al norte de la Zona Verde y la bomba hirió a 14 policías. La lucha sectaria también está aumentando. En los distritos de Daura y Amariyah en el sur y oeste de Bagdad, mayormente sunnitas pero ahora mezclados, residentes sunnitas han sido baleados y otros, intimidados hasta que se fueron.
En medio de esta confusión, Irak finalmente acordó que se votara una constitución en un referéndum el 15 de octubre. Pero esto parecía casi irrelevante mientras el país se hundía en la violencia.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.

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