EL MUNDO
George W., el hombre que siempre llega muy tarde
La prensa de EE.UU. recibió con dudas el discurso en que George W. Bush prometió para Nueva Orleans la reconstrucción más grande de la historia. Señalan que no se sabe de dónde saldrá el dinero, en momentos de déficit sin precedentes.
Un George W. Bush nuevamente bajo fuego salió ayer a defender su tardío programa de ayudas para la tragedia del huracán Katrina. Pareciera que, cada vez que Bush da un paso para reparar los daños que se hizo a sí mismo, sus críticos ya están un paso adelante. En este caso, con acusaciones de que sus promesas carecen de sustento y sólo lograrán llevar a Estados Unidos a un rojo aún más intenso de su presupuesto. El discurso del jueves del presidente, con el que pretendía responder a las críticas a la gestión federal del desastre que han dejado su popularidad por los suelos, no ha logrado mejorar su imagen, mientras las aguas se retiraban en Nueva Orleans y partes de la ciudad comenzaban a volver a la normalidad.
“El trabajo que ha comenzado en la región del Golfo de México será uno de los trabajos de reconstrucción más importantes que el mundo jamás haya visto”, prometió Bush el jueves por la noche en su cuarto regreso, lejos de triunfal, a la zona devastada por Katrina para hacer su ambiciosa propuesta de reconstrucción de los estados de Alabama, Louisiana y Mississippi. Lo cierto es que el mensaje a la nación del presidente estadounidense llegó muy tarde, como todas sus respuestas a la tragedia: le tomó cinco días llegar a la zona luego del comienzo del huracán y semanas proponer un plan de financiamiento y reconstrucción, que sólo logró deteriorar aún más su imagen, prometiendo cosas para las cuales no se sabe de dónde saldrán los fondos.
A pesar de que el Congreso ya aprobó dos partidas extraordinarias, por un valor total de 62.300 millones de dólares, que se destinarán a la asistencia más urgente a las víctimas del huracán, muchos expresaron su preocupación por los efectos que el plan de reconstrucción pueda tener en el déficit presupuestario estadounidense, que fue de más de 400.000 millones dólares en el último año fiscal y que se calcula que éste alcance 331.000 millones. El propio presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Dennis Hastert, reconoció que los planes aumentarán el déficit, pero consideró que la inversión es necesaria.
Bush alegó ayer que recortará el gasto en otros programas, de manera que el gobierno federal sufrague sin escatimar los gastos de reconstrucción. “Costará lo que haga falta”, declaró Bush, quien agregó que “la clave es asegurarnos de que el dinero se emplea de manera sensata, y colaborar con el Congreso para administrarlo sabiamente, y eso va a requerir recortes en otros programas.” El diario The New York Times declaró sin embargo que “hay muchas razones para preocuparse”, si se tiene en cuenta la “ineptitud del gobierno” respecto de lo que ocurrirá con los miles de millones de dólares que se dedicarán a la reconstrucción.
Gran parte de la prensa estadounidense se interrogaba ayer acerca de la capacidad de Bush para llevar su plan a buen puerto. Para el diario USA Today, la alocución presidencial dejó sin respuesta tres cuestiones importantes: “quién asumirá la responsabilidad... quién pagará... y si esto dará resultados”. “Queda por verse si (este plan) será gestionado eficazmente y financiado de manera responsable o si simplemente es un buen ejercicio de relaciones públicas”, agregó el diario.
Por su parte, el diario The Washington Post también criticó a la administración Bush, declarando que a pesar de que el discurso “se refería a la reconstrucción de Nueva Orleans y de la costa del Golfo, si se lee entre líneas se trató de la reconstrucción de una presidencia que cayó a su nivel más bajo y se encuentra enfrentada a enormes desafíos simultáneos, tanto en el (ámbito) interior como en el exterior, y además con un país dividido política y racialmente”.
En Nueva Orleans, las calles comienzan este fin de semana a recuperar la normalidad con la llegada de cientos de comerciantes autorizados por el alcalde, Ray Nagin, a examinar el estado de sus negocios tras el paso de Katrina y los saqueos posteriores. Nagin anunció que, a partir de la semana que viene, unos 200.000 habitantes de Nueva Orleans –casi la mitad de la población– podrán regresar gradualmente, sólo durante el día, a las zonas menos castigadas por el huracán. “Nueva Orleans respira de nuevo”, afirmó Nagin.