EL MUNDO
› UN PARTIDO DE CENTRO GIRA A LA EXTREMA DERECHA
Alemania coquetea con el nazismo
Por Ciro Krauthausen
Desde Berlín
El ya muy variado mapa del populismo en Europa próximamente podría tener que complementarse con los colores amarillo y azul del Partido Liberal Democrático (FDP), hasta la fecha uno de los pilares del sistema parlamentario alemán. Esto, al menos, se desprende de una tribuna de opinión publicada el lunes por uno de sus tres vicepresidentes, Jürgen Möllemann. Exitos electorales como los de la lista Fortuyn, en Holanda, y de Joerg Haider, en Austria, no representan “ni una tendencia a la derecha, ni una a la izquierda, sino la emancipación de los demócratas”, afirma el controvertido político que, por otra parte, se ha enzarzado en una fuerte polémica con el Consejo Central de los Judíos en Alemania.
En el texto, publicado en el diario Neues Deutschland, antiguo órgano oficial de la extinta República Democrática Alemana (RDA), Möllemann sostiene que hoy día “ya sólo se trata de quién identifique, sin prejuicios ideológicos, los verdaderos problemas de la gente, los nombres en un lenguaje del pueblo, y los resuelva satisfactoriamente”. Ejemplos para estos problemas serían el “trabajo para todos”, “mayores ingresos netos” y “una excelente educación”. Aunque redactado de una manera ambigua, el artículo deja pocos dudas acerca de que Möllemann considera que el FDP, un partido que en los últimos ocho años no ha superado el 7 por ciento en las elecciones nacionales, tiene que seguir el ejemplo de políticos como el asesinado Pim Fortuyn para hacerse con el 18 por ciento de los votos, una meta que la agrupación se ha propuesta por iniciativa suya. También el presidente del FDP, Guido Westerwelle, durante el fin de semana había afirmado que su partido no debe hacerle ascos a votos procedentes ya sea de la extrema izquierda o de la extrema derecha.
Möllemann en las últimas semanas ha lanzado repetidos ataques contra el primer ministro israelí Ariel Sharon y el vicepresidente del Consejo Central de los Judíos en Alemania, Michel Friedman, a quienes acusa -reproduciendo una ancestral argumentación en contra de los judíos– de fomentar ellos mismos el antisemitismo con sus políticas y actitudes. La polémica –abierta por Möllemann para buscar el apoyo de los cerca de 800.000 musulmanes con derecho al voto en Alemania, según admitió él mismo– ha subido hasta tal punto de tono que, también durante el fin de semana, el presidente del Consejo Central, Paul Spiegel, afirmó que estas declaraciones “son el peor insulto” pronunciado contra los judíos alemanes “desde el Holocausto”.
El presidente de los liberales Westerwelle está de viaje por Israel, donde intenta borrar la impresión de que su partido se está decantando por el antisemitismo, y hasta ahora ha evitado un enfrentamiento directo con Möllemann. El nuevo coqueteo con el populismo de derechas fue repudiado no sólo por el Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) y la Unión Cristiana Democrática (CDU) –los dos posibles socios de gobierno de los liberales tras las elecciones del 22 de setiembre–, sino también por varios influyentes miembros del FDP, un partido que, de seguir tensándose la cuerda, arriesga incluso la división.