Mar 01.11.2005

EL MUNDO  › RESURGE LA FIGURA DE JOSPIN ANTE LA AUSENCIA DE UN LIDER CLARO DEL PS

El mundo como lo ve Jospin de vuelta

El ex primer ministro socialista francés, Lionel Jospin, publica un libro que lo reposiciona en la carrera presidencial.

› Por Eduardo Febbro
Desde París

Una avalancha de candidatos, ausencia de líder y de una propuesta de sociedad convincente: la izquierda francesa nunca había dado signos tan manifiestos de ser un barco sin rumbo. Luego de tres años en la oposición y a pesar de haber obtenido victorias electorales significativas en el curso de 2004, el Partido Socialista francés no ha logrado emerger con una línea coherente y un jefe indiscutido. Entre reformistas, socialistas liberales, partidarios de un socialismo romántico o de un posicionamiento “a la izquierda”, el PS francés es un pugilato confuso. Desde que el ex premier Lionel Jospin fue eliminado en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2002 y anunció su retiro de la vida política, el PS nunca ha dirimido sus luchas intestinas. El dirigente socialista vuelve a ocupar el espacio público con la publicación de un libro en el que asegura que “la globalización es peligrosa”. Para muchos, la publicación de El mundo tal como lo veo consagra su retorno. Su autor afirma, sin embargo, que su propósito no “consiste en elaborar un programa” y se trata “sólo de un simple libro”.
Luego de haber escrito La invención de lo posible (1991) y El tiempo de la respuesta (2002), Jospin entrega hoy una suerte de “libro-programa” que aparece en un momento clave: el próximo 18 de noviembre el PS celebra su congreso en la ciudad de Mans. Antes de esa fecha, el 9 de noviembre, los militantes socialistas están convocados a elegir entre las cinco mociones que se presentarán en el congreso: la de su actual primer secretario, François Hollande, la del ex primer ministro y titular de la cartera de Economía Laurent Fabius, la del Nuevo Partido Socialista, la de un senador de Mulhouse y la elaborada por la corriente “Utopía”. Las cinco mociones se disputan la “identidad” socialista con el telón de fondo de un fuego de artificios entre pretendientes a la candidatura presidencial. En su conjunto, la izquierda es una canasta de candidatos cuyo peso hace correr un riesgo equivalente al 2002: el exceso de candidatos (socialista, ecologista, comunista, radical de izquierda y dos trotskistas) desembocó en la eliminación temprana del que más posibilidades tenía. La presidencial de ese año se disputó en un duelo inédito entre el gaullista Jacques Chirac y el jefe de la extrema derecha, Jean Marie Le Pen. Un panorama similar se presenta ahora con el agravante de la ausencia de un líder fuerte en el seno del PS.
Los socialistas cuentan con no menos de siete “candidaturas deseadas” y nadie sabe qué ocurrirá en el próximo congreso. “Esto se parece a un combate de boxeo”, dice un dirigente socialista comentando la pugna entre François Hollande y Laurent Fabius. El antagonismo entre ambos hombres es sólo uno de los tantos “combates” que protagonizan los dirigentes de la rosa. Las posiciones antagónicas en torno del referendo sobre el Tratado Constitucional europeo, rechazado por los electores, dejó un tendal de cuentas pendientes. El oficialismo socialista hizo campaña por el “sí” pero la “disidencia liberal” (Fabius) y el ala izquierda militó por el “no”. En ese clima de desobediencia y guerras fratricidas, Jospin pone sobre la mesa un libro que, según dicen algunos militantes, “es como la sexta moción” del congreso. El hombre que entre 1993 y 1997 resucitó a la izquierda de la muerte clínica en la que había quedado luego de las dos presidencias socialistas de François Mitterrand analiza el fenómeno de la globalización, las consecuencias del “no” francés al Tratado Constitucional, habla sobre la clase dominante de Francia y detalla los desafíos que debe asumir el socialismo. Aunque Jospin se defienda de cualquier intención electoral, nada podía ser más oportuno que la publicación de El mundo tal como lo veo. Los dos líderes más influyentes del PS están desgastados por los rasguños del “no” a la Constitución europea y los socialistas buscan el hombre providencial que unifique las dos tendencias. Según Jean Marc Ayrault, presidente del grupo socialista en la Asamblea Nacional, “el libro de Lionel Jospin elevará el debate y contribuirá a que la izquierda construya un proyecto de mayoría, un contrato entre todas las fuerzas de la izquierda”.
Jospin empieza atacando de frente a quienes apoyaron la “autodestrucción", es decir, el “no” a la Constitución europea. Escribe que “en este período de globalización es preciso apostar plenamente por la posibilidad que se nos ofrece de constituir un gran conjunto económico regional”. El ex premier apunta a quienes explotaron “el miedo a lo extranjero denunciando a los trabajadores de Europa del Este (los plomeros polacos) o manipulando la deslocalización” de las empresas. Jospin constata la “caída de las clases” perfectamente ilustrada por “la desaparición de la clase obrera” y el surgimiento de “nueva aristocracia”, un grupo dominante compuesto por “una alianza implícita entre los grandes dirigentes de empresas, los financistas, los ejecutivos de alto rango de la industria y los servicios, algunos grandes funcionarios del Estado y los privilegiados de los medios de comunicación”. Dicho grupo “tiende a adoptar ciertos rasgos de las antiguas aristocracias” y sus principios motores son “la racionalidad y la eficacia”. La lógica de esa “nueva aristocracia” conduce a que los trabajadores “renuncien a cualquier exceso de esperanza” ya que, para sobrevivir, “inevitablemente hay que reducir los costos de producción frente a la competencia mundial”. En suma, el esfuerzo recae en las espaldas de los trabajadores y los beneficios de esos esfuerzos en los bolsillos de “la nueva aristocracia”. Jospin afirma que la famosa “flexibilidad” laboral no aportó ni “confianza ni dinamismo a las empresas". Cuando analiza las evoluciones de la globalización, Jospin denuncia “los peligros de la financiarización de la marcha del mundo” y hace hincapié en lo que considera como la principal fuente del desequilibrio en las relaciones internacionales: el “problema norteamericano”.
¿Candidatura velada o “ubicación estratégica” en el tablero político con vistas a un horizonte electoral? Jospin rechaza toda segunda intención. A quienes no encuentran ninguna forma de justicia posible en el mundo de hoy, Jospin les dice (Le Monde 27/10): “La globalización es una realidad con la que no podemos satisfacernos porque, con las formas que adquiere, es anárquica, injusta y peligrosa para los equilibrios del planeta”.

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