EL MUNDO
› LA EXTRAÑA HISTORIA DE UNA INQUISITIVA JOVEN ISRAELI
¿Amiga de palestino? Culpable
Por Sal Emergui *
Desde Tel Aviv
Hace unos meses, Tali Fahima enseñaba hebreo a una compañera rusa de celda, cuando alguien le enseñó el suplemento semanal del principal diario israelí. En la portada, una foto suya enorme con un titular en letras rojas: “Enemiga del pueblo”. Fahima no se inmutó: “Estoy acostumbrada a este tipo de comentarios. Me da igual que me llamen traidora o terrorista. Lo que importa es que mi conciencia está tranquila”.
Tras pasar 16 meses en la cárcel, miles de insultos y cientos de horas de interrogatorios, Fahima fue condenada ayer a tres años de cárcel por el Tribunal del Distrito de Tel Aviv, acusada de colaborar con milicianos palestinos, pasar información al enemigo, contacto con un agente extranjero y la violación de una orden legal. La joven, nacida en la ciudad periférica de Kiriat Gat y residente en Tel Aviv, será puesta en libertad dentro de 11 meses, teniendo en cuenta el tiempo que ya ha pasado en la cárcel y una posible reducción por buena conducta. Sin duda, su última aparición ante el tribunal ha sido decisiva para que se llegase a un acuerdo con la fiscalía: “Soy leal a mi país, donde crecí y fui educada según los valores del judaísmo. No tenía ninguna intención de comprometer la seguridad nacional”.
La historia de Fahima, de 29 años, es un exponente más, en este caso dramático y llamativo, de la complejidad y controversia que dan de sí cinco años de violencia y sangrientos enfrentamientos. En los primeros meses de la Intifada palestina se consideraba una extremista de derecha. “No reconocía el derecho de los árabes a vivir en mi país. De solo ver carteles en árabe, ya se me revolvía el estómago. Los atentados suicidas y el linchamiento de israelíes en Ramalá impactaron en mi pensamiento. Para mí, los palestinos no eran seres humanos, sólo terroristas”, recuerda. “Tras uno de los atentados en Tel Aviv quise investigar por qué un palestino se explota para matarnos. Navegué en Internet y empecé a buscar y leer todo lo relacionado con la palabra Palestina. Hasta que llegué a Zacaria Zubeidi.” Fahima se empeñó en hablar por teléfono con este carismático jefe de las milicias armadas del movimiento Al Fatah en Jenín. Al cabo de unos días y pese a los recelos iniciales, entablaron amistad hasta que la israelí –secretaria en un estudio de abogados de Tel Aviv– decidió ir un paso más allá y visitar Jenín. Para ella, la boca del lobo. Desde ese día, también su segunda casa. Zubeidi la recibió rodeado por milicianos armados que no se fiaban. Tras convencerse de que no se trataba de una agente de los servicios de seguridad israelíes, Zubeidi le explicó que “los palestinos no somos terroristas. Mi madre murió en mi casa. ¿Eso no es un atentado?”. Ese día comenzaron una relación de confianza y según muchos, también romántica.
En agosto del 2004, los soldados israelíes arrestaron a Fahima en un control militar cercano a Jenín. Fue encarcelada tras recibir una orden de detención administrativa. Las acusaciones eran numerosas: entrada en la zona de Jenín de forma ilegal, traducción de un documento secreto militar que ayudó a evitar la detención de Zubeidi y sus compañeros, posesión y uso de un fusil M-16, ayuda a milicianos y la declaración de que servirá de escudo humano para salvar la vida del líder de las milicias. Acusaciones que, excepto la última, Fahima rechaza. Una vez que recupere la libertad, Fahima no teme represalias. Desde que estalló su caso, ha sido despedida del trabajo, boicoteada por sus amigos y durante unos meses marginada por su familia.Su madre –insultada de vez en cuando en las calles de Kiriat Gat– es ahora su fiel defensora. “A mí la política y lo que se dice de ella no me interesa. Yo sólo quiero que mi hija salga de la cárcel”, confiesa.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.