Vie 13.01.2006

EL MUNDO  › EXPLOSIVAS DECLARACIONES DEL COMANDANTE DEL EJERCITO

El golpe que no fue y no será en Bolivia

Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz


A sólo diez días de la asunción de Evo Morales como presidente de Bolivia, el polémico comandante del ejército, Marcelo Antezana, alteró el avispero político y militar con dos afirmaciones explosivas: que la entrega a Estados Unidos de los 28 misiles chinos HN-5 tierra-aire obedeció a presiones del gobierno de George W. Bush ante la inminente victoria de Evo Morales y que el ex presidente Carlos Mesa intentó un autogolpe como última tabla de salvación antes de abandonar el poder en medio de la profunda crisis política de mayo-junio del año pasado. “El golpe fracasó porque (sus operadores) se dieron cuenta de que no tenían el apoyo de las fuerzas armadas y porque los gobiernos de Argentina y Brasil se negaron aceptar el cierre del Parlamento y la concesión de plenos poderes al presidente boliviano”, puntualizó Antezana, sin poder explicar por qué esperó tanto tiempo para efectuar sus denuncias, rápidamente desmentidas por el comandante en jefe de las FF.AA., almirante Marco Antonio Justiniano. El jefe castrense negó conocer los supuestos preparativos golpistas de junio de 2005, cuando revistaba como jefe de la Armada boliviana y Mesa renunciaba por tercera vez a un poder que se le escurría de las manos, atenazado por los movimientos sociales que reclamaban la nacionalización del gas y del petróleo, y por las elites de Santa Cruz de la Sierra que reclamaban autonomía y que siempre le fueron hostiles al sucesor de Gonzalo Sánchez de Lozada. También Justiniano intentó bajar los decibeles en el affaire de los misiles chinos (difundido en anteriores ediciones de Página/12) que le valió el inicio de un juicio de responsabilidades al actual mandatario, Eduardo Rodríguez Veltzé. “Lo que yo conozco es que el ejército solicitó su desactivación a Estados Unidos porque el material bélico estaba en mal estado y no había técnicos especializados en Bolivia”, sostuvo el militar, visiblemente incómodo por las olas desatadas por su subalterno.

Con estas sorpresivas declaraciones aumentó el misterio sobre la violenta jornada del 9 de junio pasado, cuando los congresistas que querían posicionar al presidente del Senado, Hormando Vaca Diez, como nuevo habitante del Palacio Quemado, fueron literalmente cercados por los cooperativistas mineros en Sucre, cuyo traslado a la capital formal del país habría sido facilitado por el propio gobierno. En esas horas, Mesa se habría arrepentido de su tercera renuncia y habría intentado bloquear la investidura del cuestionado senador cruceño. Si bien hubo entonces algunas versiones sobre un posible intento de cerrar el Parlamento –lo que hubiera cosechado un no despreciable respaldo social– es la primera vez que la denuncia adquiere cuerpo y autoría. El currículum de Antezana –quien hace poco declaró que los muertos de octubre de 2003 se “autoeliminaron”– reduce notablemente la credibilidad del denunciante, que para algunos intenta hacer “buena letra” para ser ratificado en su cargo por el flamante gobierno izquierdista y escurrirse de las acusaciones sobre su papel en la represión durante la mencionada “guerra del gas”. “Estas declaraciones son parte de la obsesión de Antezana por permanecer en el cargo y limpiar su imagen”, le dijo a Página/12 Juan Ramón Quintana, asesor en temas de Defensa del MAS. Pero la necesaria diferenciación entre el mensaje y el mensajero hizo que desde varios sectores se pida una investigación más profunda que podría comprometer al ex presidente Mesa quien, según algunas fuentes, intentará volver a la política a través de la Asamblea Constituyente convocada para julio próximo. No obstante, Quintana considera que “lo del gobierno cívico militar más que en la cabeza de Mesa estaba en la imaginación de su entorno cortesano”.

“Rodarán cabezas si alguien intenta perpetrar un golpe de Estado en Bolivia”, continuó un locuaz Antezana pasando a un tema más actual: las declaraciones del presidente venezolano Hugo Chávez en el sentido de que la embajada norteamericana en La Paz ya habría comenzado a conspirar contra Evo Morales, incluso preparando un golpe, y que Venezuela “defenderá al gobierno popular” recientemente electo. Voceros del enorme edificio de la avenida Arce que simboliza la injerencia norteamericana en este país andino consideraron “ridículas” las denuncias del venezolano, quien le facilitó un avión y escolta a Morales para llevar a buen puerto su gira mundial.

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