EL MUNDO
› COMENZO LA ASAMBLEA PARA EL NUEVO GOBIERNO DE KABUL
Todos los afganos, todos
Hoy podría decidirse el nuevo líder de Afganistán por los próximos dos años. Todo apunta a que será el actual, Hamid Karzai.
Por Angeles Espinosa
Desde Kabul
La inauguración ayer de la Loya Jirga, o Gran Asamblea afgana, fue algo más que un ejercicio protocolar. Después de las tensiones que precedieron a su apertura en Kabul, los discursos se convirtieron en un guión de los cambios políticos que van a gestarse en los próximos días. El ex rey Zahir Shah reiteró su anunciado respaldo a Hamid Karzai para que dirija el país durante los dos próximos años. El jefe del Gobierno provisional, por su parte, adelantó para el anciano ex monarca un papel de “padre de la patria”. Pero lo más sorprendente fue que Karzai interpretó los aplausos generalizados como un respaldo a su candidatura y se autoproclamó presidente cuando en realidad no lo habían elegido. Todos saben que Karzai es el candidato de Estados Unidos, que negó ejercer presión sobre la Loya Jirga para que sea electo por los próximos dos años.
Otro hecho sorprendente fue la intervención del ministro del Interior, Yunus Qanuni, quien puso su cargo a disposición de Karzai. El inusual gesto de Qanuni, el más valorado de los tres hombres fuertes del clan del Panjshir, parece confirmar la existencia de un pacto entre bambalinas. Aunque no aparezca escrito en la convocatoria de la Gran Asamblea, el principal problema que afrontan sus participantes es la redistribución del poder entre todos los grupos étnicos y nacionales. Los Acuerdos de Bonn (diciembre de 2001) establecieron un frágil equilibrio que favorecía a los tajikos, fruto del papel relevante de la Alianza del Norte (de la que son columna vertebral) en la expulsión de los talibanes.
Pero los pashtunes, el grupo mayoritario (entre un 38 y un 60 por ciento de la población, según las fuentes), reclaman una rehabilitación de su comunidad, perjudicada por su asociación con el régimen talibán. De ahí que los delegados de las provincias eminentemente pashtunes (Kandahar, Helmand, Oruzgan y Zabol) buscaran colocar al ex rey, al que ven más cercano, al frente de la Autoridad Transitoria que debe salir de la asamblea. El mantenimiento de Karzai, un pashtún que cuenta con la confianza tanto de los tajikos del valle del Panchir como de Estados Unidos, exigía conceder a los pashtunes alguno de los tres ministerios clave (Defensa, Interior, Exteriores), ahora en manos de los panjchiríes.
“Quiero agradecer a mi amigo Hamid Karzai el haber demostrado tanto coraje durante todo este período y apoyo su candidatura para presidente de nuestro país”, declaró Zahir Shah al inaugurar la Loya Jirga. Sus palabras acaban con cualquier ambigüedad ante los propios delegados y los invitados internacionales. Queda por ver cómo van a reaccionar ahora sus seguidores más entusiastas, convencidos como están de que “le han retorcido el brazo”. “Sin rey (como jefe del Estado) no habrá Loya Jirga”, había advertido el ministro de Asuntos Fronterizos Amanuallah Zadran.
Conocedor del malestar que ha producido entre algunos delegados la sensación de que se les ha arrebatado su derecho a elegir, Karzai tuvo un exquisito cuidado en dibujar un papel de honor para el ex monarca. “En mi opinión, éste es el momento más importante de nuestra historia y quiero que el rey sea el padre de la nación”, dijo el jefe del Gobierno utilizando el término local de respeto, “Baba”. También precisó que Shah se trasladaría al Arg, palabra turca que significa castillo y que ha quedado como nombre propio del palacio real.
Poco antes de que se abriera la asamblea, desapareció otro de los obstáculos para la elección por unanimidad de Karzai. El ex presidente Burhanuddin Rabbani convocó a los periodistas en su casa para anunciar que retiraba su candidatura y anunciar su apoyo al actual jefe de Gobierno. Rabbani negó que su decisión hubiera sido fruto de presiones, aunque denunció la existencia de interferencias extranjeras.
“Considero que si se deja a los afganos decidir por sí mismos somos los suficiente maduros para hacerlo, pero desafortunadamente algunas fuerzasextranjeras están ejerciendo interferencias innecesarias”, declaró sin querer precisar si se refería a Estados Unidos. Este polémico dirigente también dio a entender que esperaba que el futuro presidente lo consultara a la hora de hacer nombramientos. “Soy el líder de Jamiat-i-Islami, la mayor organización política de Afganistán”, justificó.
A pesar de las quejas y descontentos de algunos delegados, la solemnidad del momento hizo olvidar por un momento las diferencias. Hacía más de medio siglo que no se celebraba una Gran Asamblea. Los participantes, venidos desde los lugares más remotos del país, tienen en sus manos la llave de la paz después de 23 años de guerra. Presidía la carpa la nueva bandera de Afganistán. Todo un símbolo. Frente a la blanca con una inscripción del Corán que impusieron los talibanes, se han recuperado los colores verde, rojo y negro de la antigua enseña del reino de Afganistán y se ha añadido el primer versículo del libro sagrado de los musulmanes sobreimpreso en el centro. No fue la única referencia religiosa. Antes de proceder a la inauguración, un cadí ciego cantó un texto del Corán. Pero la gran novedad para muchos fue el nuevo himno nacional. “Es la primera vez que lo oigo”, confesaba sin ocultar las lágrimas Fahim Sayed, un joven de 21 años que trabaja como intérprete en la conferencia. Por primera vez también, la letra estaba en darí y no en pashtún, como solía ser habitual dado el control político que los pashtunes han ejercido históricamente en Afganistán.