Mar 24.01.2006

EL MUNDO  › EN LAS CARTERAS CLAVE DE HIDROCARBUROS Y AGUAS NOMBRO A DOS FIGURAS COMBATIVAS

El gabinete de Evo, modelo para mirar

Desde ayer forman parte del gobierno del flamante presidente boliviano un canciller indígena y cuatro mujeres para puestos importantes como Justicia, Salud, Interior y Desarrollo Económico, como parte de un conglomerado pluralista.

› Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz

El nuevo presidente de Bolivia comenzó su jornada antes de la salida del sol: a las 5 de la mañana ya estaba en el Palacio; a las 5.15 se reunió con representantes japoneses, encabezados por Tatsuo Arima, de quienes recibió ofertas de compra de quinoa y estudios tendientes a la condonación de la deuda boliviana con el país asiático. A las 5.30 le tocó el turno al vicepresidente cubano, Carlos Lage. Media hora más tarde el representante de La Habana salía de palacio presidencial con el anuncio del lanzamiento del programa de alfabetización que prevé eliminar el analfabetismo en 30 meses. Alrededor de las 10 de la mañana ya estaban los nombres del gabinete, que incluyeron varias sorpresas: una de ellas fue el nombramiento del líder de la Federación de Juntas Vecinales (Fejuve) de la combativa ciudad de El Alto, Abel Mamani, como ministro de Aguas, un cargo ad hoc creado por la administración entrante para dar respuesta a uno de los temas más conflictivos –junto a los hidrocarburos– de los últimos años.

Fue la Fejuve la organización barrial que encabezó desde principios de 2005 las luchas sociales por la expulsión de El Alto de la empresa francesa Aguas del Tunari. Otros nombres constituyen, en sí mismos, una señal política de que el gobierno de Evo Morales busca pisar fuerte en sus primeros pasos por las movedizas arenas del poder. Es el caso del nombrado ministro de Hidrocarburos: el ex parlamentario por el partido Conciencia de Patria (Condepa), Andrés Solís Rada. Periodista de profesión ocupó en los últimos años un espacio importante como analista en temas hidrocarburíferos con posiciones corrientemente a la “izquierda” del MAS y en favor de una nacionalización “dura”. Asimismo fue Solís Rada quien denunció que la petrolera Repsol había inscripto en la bolsa de Nueva York como propias reservas de gas pertenecientes, según la Constitución, al Estado boliviano.

El sociólogo y ex militar Juan Ramón Quintana (ver entrevista) se hizo cargo del Ministerio de la Presidencia, el activista cruceño en temas agrarios y ex trotskista Hugo Salvatierra de Asuntos Campesinos, el economista académico Carlos Villegas del recién creado Ministerio de Planificación y el “técnico” Luis Alberto Arce de Hacienda.

La presencia étnico-cultural parece explícita en el nuevo canciller David Choquehuanca –un intelectual aymara que es considerado parte de la “elite indígena”, perteneciente a una ancestral estirpe andina– y en Félix Patzi Paco, un sociólogo indigenista que, hasta hace poco, rechazaba participar de la “democracia liberal”, al frente de Educación.

También hubo actos de “reparación histórica” como el más que sorpresivo nombramiento como ministra de Justicia de la dirigente de las trabajadoras domésticas Casimira Rodríguez, una de las cuatro mujeres que ayer se convirtieron en ministras, junto con Nila Heredia, la nueva titular de Salud; Alicia Muñoz, de Gobierno; y Celinda Sosa, de Desarrollo Económico. La nueva ministra de Justicia fue una trabajadora del hogar, condición que la llevó a dar la pelea desde las calles y después en el Parlamento, por una ley que regule el trabajo de uno de los grupos más sometidos de la sociedad boliviana. Por su parte, Muñoz también entra al libro Guinness boliviano: ser la primera ministra de Gobierno, equivalente a Interior en Argentina, lo que causó sorpresa en filas policiales que, a partir de ayer, pasaron a depender de la ex senadora y nueva Dama de Hierro andina, orureña del MAS. Luego de los nombramientos aparecieron las primeras quejas de los sectores corporativos: por ejemplo en el Ministerio de Minería, donde fue elegido el jefe de los cooperativistas mineros Walter Villarroel, rechazado por los trabajadores de la minería estatal. También los maestros se quejaron de que el titular de Educación “no sea un sindicalista del magisterio” y los chuquisaqueños, que no haya uno de su región en el gabinete. Después de tomar juramento a los ministros –la mayoría juró con el puño izquierdo en alto–, el venezolano Hugo Chávez se fue apropiando del show en medio de estrictas medidas de seguridad. Una docena de autos llenos de agentes de seguridad, un autobús con personal del gobierno y una ambulancia seguían el auto de vidrios blindados que transportaba al venezolano, al sonar de sirenas y recorriendo velozmente las estrechas y accidentadas calles paceñas.

Primero Chávez visitó a Morales en el Palacio Quemado y divisó desde el balcón una parada folklórica mientras comía empanadas típicas y tomaba Coca Cola junto al mandatario boliviano. El venezolano vestía una camisa roja y el boliviano el ya famoso pulóver a rayas. “Evo es un hermano y un amigo”, dijo después en la Universidad San Andrés, donde recibió el doctorado honoris causa. Allí, en un extenso discurso, como es su costumbre, dijo que “se trata de una batalla continental. En Bolivia comenzó una nueva era pero lo más difícil está por venir y yo sé que Evo lo sabe”. Allí anunció también varios convenios bilaterales en temas de salud, educación desarrollo rural y energía.

Así terminó el primer día del gobierno de izquierda en Bolivia. Durante todo el día la gente esperó en la Plaza Murillo las entradas y salidas “del Evo” y la Evomanía seguía entusiasmando tanto a quienes votaron o no por esta izquierda sui generis que sorprendió a propios y extraños y hoy saluda desde un balcón custodiado por Sucre, Bolívar y Andrés de Santa Cruz.

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