EL MUNDO • SUBNOTA
En entrevista con Página/12, Juan Ramón Quintana, flamante ministro de la Presidencia de Bolivia, habló de los pilares del gobierno.
› Por P. S.
Desde La Paz
La trayectoria del recién posesionado ministro de la Presidencia (una especie de primer ministro) y uno de los principales operadores políticos de Evo Morales es curiosa. “De niño quería ser cura, pero me involucré en el ejército y, allí, quise ser abogado y defender a los más débiles de la institución pero me convertí en sociólogo”, resume Juan Ramón Quintana. Al final de su primer día de trabajo, el flamante ministro recibió en exclusiva a Página/12 en su recién estrenado despacho en el Palacio Quemado. En una charla postergada por un llamado de Evo Morales, define las líneas generales del gobierno de la izquierda indígena que acaba de asumir el poder. Estos son sus principales pasajes.
–El gabinete aparece como una señal política fuerte, ¿cuál es su percepción?
–El gabinete recoge el conjunto de demandas de cambio y de transformación de la política boliviana. La primera señal de cambio es en las personas que gobiernan el país, y este gabinete está cerca de los ciudadanos; los nuevos ministros están o han trabajado con los movimientos sociales, han estado en la trinchera de combate contra el orden neoliberal, y, a su vez, tienen capacidad de aprendizaje para gobernar. Por primera vez tenemos un conjunto de ministros de Estado que reflejan la participación de los movimientos sociales. Y se ha buscado un criterio de representación regional, de los intelectuales y, finalmente, de sectores empresariales. Nunca antes se había encontrado una fórmula democrática, plural, coherente, que refleje las demandas de cambio de los bolivianos.
–El ministerio de Andrés Solís Rada aparece como un mensaje directo a las petroleras de que el MAS va a mantener una posición firme...
–Sí, Andrés Solís es un gran combatiente, es un gran luchador social por la nacionalización de los recursos naturales y por la preservación de la soberanía nacional. El expresa una lucha ideológica contra el imperialismo estadounidense, contra las formas de dominación tanto explícitas como informales. Solís es la continuidad, a veces frustrada, de una línea nacionalista que se instaló en Bolivia en la década del ’30, después de Busch y Toro, y siguió con la Revolución Nacional del ’52, y con Ovando y Torres, y la encarnó luego (el socialista) Marcelo Quiroga Santa Cruz. El forma parte de ese legado histórico de la defensa intransigente de los recursos naturales.
–Una sorpresa fue el nombramiento de la dirigente de las trabajadoras del hogar (empleadas domésticas), Casimira Rodríguez, como ministra de Justicia.
–Es la reivindicación histórica de una gran mayoría de trabajadoras domésticas tradicionalmente marginadas, invisibles para la sociedad, maltratadas y excluidas, tratadas muchas veces como animales. Casimira Rodríguez es la voz de estas trabajadoras que no tienen seguro social, que no tienen ciudadanía efectiva, que no tienen muchas veces carnet de identidad, que no tienen prácticamente derechos.
–¿También va a haber sorpresas en el caso del Alto Mando Militar?
–Más que sorpresas se va a insistir en una línea de selección en base a tres criterios: respeto a la institucionalidad, códigos de conducta profesional y ética, y una reserva moral y patriótica para defender a la nación. Esos tres criterios van a guiar la elección del Alto Mando Militar.
–En entrevistas anteriores, usted señaló que el ejército y la policía bolivianos van a dejar de ser apéndices de la DEA estadounidense, ¿se mantiene esa posición?
–Sí... un capítulo en la historia política de estos últimos veinte años es la hipoteca de militares y policías a intereses extranjeros. Este es un gobierno que va a recuperar la soberanía y la soberanía se recupera en el corazón del Estado, en los cuerpos de seguridad, en los institutos militares, en los cuerpos policiales.
–¿Cuál es el balance de la presencia del subsecretario estadounidense, Thomas Shannon, en la asunción de Morales?
–Creo que es una primera señal auspiciosa para inaugurar un nuevo ciclo de relaciones bilaterales entre EE.UU. y Bolivia. Y este viaje parece estar reinterpretando posiciones conservadoras, autoritarias y verticales de Estados Unidos. Este diálogo ha marcado un nuevo ciclo y Shannon tendrá que informar a su gobierno que EE.UU. respeta las decisiones soberanas de los pueblos o de lo contrario no tendrá cabida en la región.
–¿También se inaugura una nueva etapa en las relaciones con Chile?
–Creemos que sí, que hay una carga optimista en nuestro gobierno porque va a haber dos presidentes que están emergiendo en un momento histórico muy especial, con un liderazgo genuino del Partido Socialista en Chile y del MAS en Bolivia. Creemos que este país vecino está revirtiendo de alguna manera la tradición conservadora en sus relaciones bilaterales con Bolivia (ver aparte). Evo Morales encarna una gran legitimidad para resolver esta deuda histórica pero siempre manteniendo los principios, los mandatos que han caracterizado su conducta política.
–¿La posesión de Solís Rada también es un mensaje a los países vecinos, incluida Argentina, de que Bolivia va a manejar de otra forma el negocio del gas, hoy de empresas a empresas?
–Creo que sí, porque la estructura del gabinete va a mostrar profundas transformaciones estatales, en primer lugar del modelo económico. Con un Estado más involucrado en las capacidades productivas, que ejerza liderazgo en la economía incluido el comercio exterior, y, fundamentalmente, en el tema energético. En el Estado neoliberal la corrupción era política estatal y todo esto debe cambiarse.
–¿Hay un nuevo “eje del bien” La Paz-Caracas-La Habana?
–Creo que la relación La Paz-Caracas-La Habana cobra una nueva dimensión en la perspectiva de la cooperación humanitaria, educativa y técnica y también refuerza la línea nacionalista de este gobierno en materia energética. Pero ese eje va a tener casi el mismo estatuto de relevancia con el eje Buenos Aires-Montevideo-Brasilia-Asunción-La Paz. En la región nuestra inserción tiene que ver con energía y en el Caribe con cooperación en materia social. Hay que entender que estos dos ejes forman una ecuación para la unidad de América latina, no hay una supremacía de un eje geopolítico sobre otro, y le permiten a Bolivia ser menos vulnerable al acoso externo. Además Bolivia va a irradiar un liderazgo continental indígena.
–¿Este gobierno va a implementar una “diplomacia de la coca” por su despenalización?
–Sí, vamos a insistir a nivel internacional y buscar aliados para esta política que nuestro presidente ha llamado “narcotráfico cero, pero no coca cero”. Eso quiere decir que la coca debe ser revalorizada en sus múltiples usos, especialmente el medicinal. La coca tiene, en ese sentido, junto con su valor político, un valor humanitario. Debemos expandir el mercado de consumo legal con Argentina y con otros países. Pero han criminalizado tanto a la coca que hoy no vemos sus verdaderas potencialidades, al punto de hacernos fracasar en nuestras propias creencias culturales sobre este cultivo milenario.
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