Vie 03.02.2006

EL MUNDO

Otra farsa de Bush para invadir Irak

El presidente norteamericano pensó en mandar un falso avión de la ONU para que sobrevolara Irak y provocara un ataque de Saddam Hussein.

Por Ernesto Ekaizer *
Desde Londres


La inexistencia de pruebas sobre una violación material de la resolución 1441 de Naciones Unidas por parte de Irak llevó al presidente Bush a considerar, según explicó en una reunión con el primer ministro británico Tony Blair, el 31 de enero de 2003, la posibilidad de enviar aviones de reconocimiento U-2, con cobertura de cazas, sobre cielo iraquí, pintados con colores de la ONU, para provocar un ataque de Saddam Hussein y conseguir así una resolución del Consejo de Seguridad que autorizara el uso de la fuerza militar.

Esta opción y otras de las que informó a Blair fueron finalmente descartadas. En una nueva versión de su libro Lawless World –Un mundo sin ley–, que saldrá a la venta en librerías hoy mismo, el abogado británico Philippe Sands revela una nota sobre el encuentro que mantuvieron el 31 de enero de 2003, en la Casa Blanca, el premier británico Tony Blair y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, junto a seis colaboradores. “La nota sobre la reunión es significativa. Está claro que carecían [Bush y Blair] de información propia que pudiera alimentar la expectativa de que salieran pruebas relevantes para lograr la segunda resolución del Consejo de Seguridad (autorización de guerra)”, señala el libro. “Blair estaba preocupado de que el segundo y tercer informe de Hans Blix, el jefe de los inspectores de la ONU, no le ayudarían tanto como el primero, del 27 de enero. ¿Cómo, entonces, establecer el rechazo a cooperar de Saddam Hussein con los inspectores, algo que Bush había descrito como el punto crítico?”, apunta el relato. “La ausencia de datos fuertes en posesión de los servicios secretos de EE.UU. y el Reino Unido queda en evidencia cuando la discusión [entre Bush y Blair] aborda la posibilidad de que los inspectores de Naciones Unidas podrían fallar a la hora de aportar el ‘smoking gun’ [la prueba de cargo] que se buscaba”, dice el autor. “Se consideraron otras opciones”, continúa Sand, basándose en la citada nota. “El presidente Bush dijo a Blair...”, señala, y a continuación, cita la nota a la que ha tenido acceso: “EE.UU. estaba pensando en enviar sobre Irak aviones de reconocimiento U2 con cobertura de cazabombarderos, pintados con los colores de la ONU. Si Saddam dispara contra ellos, estará en situación de violación”. Sands agrega, basándose en la nota, que “también era posible que un tránsfuga pudiera ser mostrado en público para hacer una presentación sobre las armas de destrucción masiva que poseía Saddam, y existía una pequeña probabilidad de que éste fuera asesinado”. Según el autor, estas opciones indicaban la penuria de información disponible a finales de enero de 2003 para acusar al líder iraquí. “Y las perspectivas muy limitadas que tenía la presentación del secretario de Estado, Colin Powell, en la sesión del Consejo de Seguridad” del 5 de febrero de 2003. “Hacia finales de enero –señala el libro–, existía un creciente sentimiento de desesperación que era tan palpable como lo era la ausencia de pruebas para apoyar la idea de que Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva.”

En esa reunión del 31 de enero de 2003, según la nota, Blair le pidió a Bush que lo ayudara por razones políticas internas en el Reino Unido para conseguir una segunda resolución de la ONU. “La nota confirma que la decisión de ir a la guerra ya había sido adoptada por el presidente Bush, con independencia de lo que Hans Blix encontrara.” La nota recoge que Bush le dice a Blair que EE.UU. pondrá todo su peso en los esfuerzos para conseguir otra resolución tanto a través de la persuasión como de la amenaza. Pero el presidente subraya que si no se consigue esa resolución, igualmente la acción militar tendrá lugar. El presidente también dice a los presentes que la fecha para comenzar la campaña militar ha sido ahora fijada para el 10 de marzo (de 2003), fecha para iniciar los bombardeos. El calendario militar significaba que se necesitaba una segunda resolución para los días anteriores. Y el presidente no tuvo pelos en la lengua: la estrategia diplomática debe seguir (los plazos de) los planes militares. Blair no planteó ninguna objeción. Al contrario, dijo que estaba “sólidamente con el presidente, preparado todo lo que se necesite para desarmar a Saddam”. Ya en su primera versión, en 2005, Philippe Sands se había transformado de abogado en periodista investigador, al aportar lo que más tarde se conoció como el memo de Downing Street, nombre de la residencia del primer ministro británico. Sands reveló allí que a mediados de julio de 2002 tuvo lugar una reunión clave en la que participaron varios ministros. Allí el jefe del servicio secreto británico, de regreso de Washington, informó que la guerra de Irak se veía como inevitable y que “los hechos debían ser arreglados en función de la política”.


* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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