EL MUNDO › LOS ANUNCIOS DE LA ETA CAMBIAN EL ESCENARIO ESPAÑOL
Las esperanzas de un fin a la violencia etarra dieron un fuerte envión a José Luis Rodríguez Zapatero y marginaron a la derecha recalcitrante. Pero los problemas del diálogo recién empiezan.
El terremoto político que vivió España anteayer, luego del anuncio de “alto el fuego permanente” de ETA, tuvo ayer fuertes repercusiones en toda Europa, donde el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, terminó transformándose en la estrella de la Cumbre del Consejo de la UE que se celebró en Bruselas y está comenzando a producir fuertes reacomodamientos entre las fuerzas políticas locales. Zapatero llegó a la capital europea en el mejor de los momentos posibles. Su comparecencia fue recibida con aplausos de los principales líderes políticos regionales que ven con satisfacción cómo se han abierto las puertas para que se inicie un proceso de paz capaz de eliminar de la faz europea el último vestigio de violencia armada que aún queda en la zona.
En Madrid, mientras tanto, el tsunami político continuaba agitando las crispadas aguas de la política local. El primer afectado, como no podía ser de otro modo, fue el opositor Partido Popular, que vio cómo de la noche a la mañana comenzaba a hacer aguas su política de desacreditar al Ejecutivo español en su lucha antiterrorista. El principal referente del partido, Mariano Rajoy, no sólo tuvo que aceptar a regañadientes una reunión de urgencia con Zapatero para hablar el tema la semana próxima, sino que además se vio obligado a tratar de unificar el discurso de su tropa, que a pocas horas del primer comunicado de la organización separatista vasca estaba naufragando ante los medios con mensajes demasiado contradictorios. Para evitar que la sangre siguiera corriendo, Rajoy convocó también para el lunes a una ejecutiva de su partido para discutir sobre la postura que adoptará en el encuentro con Zapatero y para intentar que su partido no se descuelgue por completo del clima político y social que se ha abierto con el alto el fuego etarra.
Zapatero parece tener muy claro que para concluir con éxito el proceso de paz necesita sumar a los populares de Rajoy en una estrategia “de Estado” que vaya más allá de las especulaciones políticas de corto plazo de ambos partidos y aprovechó la cumbre europea para dejar claro que el camino por delante “es muy largo” y que ahora se tomará “su tiempo” para constatar que efectivamente ETA está dispuesta poner fin a su aventura armada.
La organización vasca, mientras tanto, comenzó la jornada emitiendo un segundo comunicado dirigido a sus propias bases sociales. En él invita a los militantes de la llamada “izquierda abertzale” (izquierda vasca) a participar activamente en el proceso de paz, habla de “negociación, diálogo y acuerdo” y resalta, por si habían quedado dudas, que “la superación del conflicto, aquí y ahora, es posible”.
Tanto mensaje (dos en menos de 24 horas) y tanta precisión lingüística tienen un sentido. En la moción que apoyó a finales del año pasado el Parlamento español, en que se le daba vía libre al gobierno para negociar con ETA el fin de la violencia, está muy claro que sólo lo podrá hacer si la organización separatista muestra “signos inequívocos” de que pretende dejar las armas. Esos mismos signos exige ahora el Partido Popular para sumarse a la estrategia del gobierno y en base a esta certeza se moverá la futura estrategia de Zapatero, que ayer se apresuró a aclarar que ahora el gobierno se preocupará en “constatar” que la actividad armada de ETA está realmente en vías de extinción y que su propósito de abandonar la lucha es firme.
Pero todo hace suponer que el gobierno está siguiendo un guión cuidadosamente concertado en negociaciones previas y secretas con la banda que, según algunas versiones que circularon ayer, se habrían producido en Noruega o París a finales de 2005. De continuar ese guión, calcado del proceso que llevó al IRA a dejar las armas en 1997 y que concluyeron con el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 entre el gobierno inglés y el grupo armado norirlandés, el gobierno español se abocará en los próximos meses a “verificar” que la situación es realmente propicia para entablar las negociaciones, a “constatar” que la oposición efectivamente está dispuesta a cerrar filas detrás de una política “de Estado” y que no pondrá piedras en el camino que debiliten al gobierno durante el transcurso de las conversaciones y, más que nada, a tratar de preparar a la opinión pública para lo que se anuncia como el paso más difícil del proceso apenas abierto: la amnistía de los presos etarras y la legalización del brazo político de la organización separatista.
En este nuevo contexto, las activas asociaciones de víctimas del terrorismo tienen mucho que decir al respecto. Hasta la noche de ayer, ninguna de ellas se había pronunciado abiertamente sobre este espinoso asunto y sólo se limitaron a recordarle al gobierno que ETA ha matado a más de 850 personas a lo largo de su historia y que los muertos “no pueden caer en el olvido”. Acusadas en alguna ocasión por el PSOE y los partidos progresistas de seguirle el juego al PP durante los últimos meses, en lo que respecta a la descalificación de la política antiterrorista de Zapatero, las asociaciones de víctimas de ETA se enfrentan ahora a una verdadera encrucijada. Por un lado, esperan que los máximos responsables de la organización armada pidan perdón por sus crímenes, un requisito que hasta el momento aparece como muy lejano, mientras que exigen que las condenas que cumplen los etarras presos se cumplan por completo sin que una posible amnistía se ponga sobre la mesa de negociación. Pero a su vez tienen conciencia de que el gobierno “algo tendrá que ceder” en las conversaciones de paz y no quieren mostrarse como un obstáculo en un momento tan delicado.
El otro actor ineludible del nuevo escenario será con toda seguridad Herri Batasuna, el brazo político de ETA. Su máximo referente, Arnaldo Otegi, se encuentra a punto de ser procesado por la Justicia supuestamente por haber instigado a la violencia urbana durante el transcurso de la fracasada huelga general convocada por la izquierda vasca hace apenas un par de semanas. Ayer, el juez que lleva la causa suspendió el interrogatorio a Otegi, alegando que el acusado no se encontraba en perfecto estado de salud, un gesto que no pasó desapercibido entre los que piensan que la Justicia también tendrá que poner su grano de arena en el proceso. El Gerry Adams vasco tiene todas las fichas para transformarse en un interlocutor ineludible y sus declaraciones en los días previos al anuncio de ETA hacen suponer que puede terminar siendo un aliado importante del gobierno cuando llegue la hora de entablar negociaciones en abierto.
En la calle los españoles se mostraron tan cautos ayer como su gobierno, aunque todos reconocen que, de confirmarse este escenario, el camino hacia la paz está más cerca que nunca.
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