Andrew Card, jefe de gabinete de George W. Bush por más de cinco años, renunció ayer a su cargo en medio de presiones del Partido Republicano para reactivar la estancada presidencia de su jefe rumbo a las elecciones de noviembre. Fue el primero que le informó del ataque a Nueva York.
› Por Andrew Buncombe*
Desde Washington
El presidente Bush finalmente cedió ante su baja popularidad y a las continuas críticas de los republicanos al reemplazar a su jefe de gabinete, uno de los miembros más antiguos de su administración y un aliado incondicional. Después de semanas de recibir críticas de miembros de su propio partido que pedían que el presidente reorganizara su administración y reactivara su estancada agenda, Bush anunció ayer que aceptaba la renuncia de Andrew Card. Pero en vez de introducir sangre nueva, Bush dijo que el cargo de Card será ocupado por el director de Presupuesto del gobierno, Josh Bolten.
La decisión representa, en el mejor caso, un compromiso entre Bush, famoso por su lealtad con sus asesores, y los republicanos en el Capitolio, que creen que el segundo mandato del presidente se ha encallado desde el desastre causado por el huracán Katrina y el problema que se creó él mismo en Irak. Rondando los treinta y pico de puntos, el nivel de popularidad de Bush es el menor registrado en un segundo mandato presidencial desde los días de Richard Nixon. A diferencia de lo que sucedió cuatro años atrás, cuando los candidatos republicanos para las elecciones parlamentarias de noviembre del 2002 fueron arrastrados por la popularidad de Bush a la victoria, las figuras más fuertes de su partido están ahora preocupadas de que los bajos niveles de aceptación del presidente perjudiquen las chances de los candidatos que se presentan en las elecciones de otoño.
A pesar de que Card tiene un bajo perfil político, los ciudadanos comunes lo recuerdan como el hombre que le habló al oído al presidente la mañana del 11 de septiembre de 2001, informándole de los ataques terroristas en Nueva York, mientras Bush escuchaba sentado las lecturas en voz alta de los alumnos de la escuela primaria Emma T. Brooker en Florida. Bush se quedó sentado cinco minutos más hasta que los agentes del Servicio Secreto se lo llevaron rápidamente.
Bush dijo de su jefe de gabinete: “Andy Card trabajó para mí y sirvió a nuestro país en tiempos históricos; en un día terrible, cuando Estados Unidos fue atacado, durante la recesión económica y la recuperación, en medio de tormentas con un poder destructivo sin precedentes, en la paz y en la guerra. Andy supervisó logros legislativos en temas que van desde educación hasta Medicare. Ayudó a confirmar dos jueces de la Corte Suprema, incluyendo a un presidente de la Corte”. Con los ojos llorosos, Card aseguró que espera seguir siendo simplemente amigo de Bush y agregó: “Usted es un buen hombre, señor presidente”.
Calificado como un hombre de números y conocido por su amor a las motos, Bolten, de 51 años, recibirá un curso intensivo de dos semanas dictado por Card antes de hacerse cargo de uno de los trabajos más demandantes y agobiantes de la administración. Se sabe que todos los días Card llega a su oficina en la Casa Blanca a las 5.30 de la mañana y usualmente no se va hasta las 22.
Habiendo ocupado su cargo por más de cinco años, aparentemente Card habría deseado romper el record como el jefe de gabinete que más tiempo sirvió en la Casa Blanca. Ahora no podrá vencer ni a James Steelman, que fue el jefe de gabinete del presidente Harry Truman por seis años; ni a Sherman Adams, el principal asesor de Dwight Eisenhower durante cinco años y nueve meses. Todavía está por verse el impacto que tendrá la partida de Card. La pequeña reorganización no afectó al funcionario más influyente de la Presidencia, su principal asesor político, Karl Rove, al igual que todo el resto de los miembros más importantes del gabinete como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que dos veces le ofreció su renuncia a Bush sólo para que éste se la devolviera.
Ciertamente, muchos republicanos estaban deseando que Bush hiciera mucho más para inyectar nuevas ideas y figuras en su círculo íntimo. Dos semanas atrás, James Baker, el jefe de gabinete de Ronald Reagan, llamó a la Casa Blanca para pedir que incorporaran al ex senador Fred Thompson para ayudar a impulsar la agenda política de la administración. También hubo pedidos para designar a una figura importante que funcione como puente entre la Casa Blanca y los republicanos en el Capitolio, cuya tensa relación quedó recientemente en evidencia durante la disputa por el acuerdo portuario con la empresa de Dubai.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Laura Carpineta.
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