El sucesor de Ariel Sharon, Ehud Olmert, comenzó ayer la tarea de construir una coalición viable luego de que los israelíes votaran por primera vez retornar a sus puestos a una mayoría de parlamentarios comprometidos a desmantelar asentamientos en Cisjordania. Los 20 miembros del Partido Laborista en la Knesset podrían resultar más influyentes de lo que parecían bajo su líder, Amir Peretz, en una nueva coalición, luego de que el partido Kadima de Olmert se asegurara sólo 28 bancas, un número significativamente menor a las pronosticadas, en medio de un aumento generalizado de la abstención, poco menos del 40 por ciento.

La influencia de Peretz puede, por lo menos a largo plazo, reflejarse en una presión sobre Olmert para comenzar un proceso de negociación junto con sus planes de retirarse de los asentamientos al este de la barrera de 720 kilómetros de separación que penetra en Cisjordania. La retirada, probablemente unilateral, podría afectar hasta a un total de entre 70.000 y 80.000 colonos. Los aliados de Olmert indicaron ayer que no hay un cronograma, pero que seguramente llevaría un año planificarlo. Olmert tiene la intención de que la barrera de separación –redibujada o no– forme la nueva frontera. La actual barrera penetra en Cisjordania al este de la “línea verde” de 1949-1967 entre Israel y los territorios palestinos, dejando secciones –incluyendo aquellas donde están ubicados los mayores bloques de asentamientos, Maale Adumin Gush Etzion, y Ariel–, en lo que sería el lado israelí de la frontera. También hay franjas de tierra de cultivo agrícola entre la frontera pre 1967 y la barrera.

Sharon estableció un acuerdo tácito en el sentido de que los bloques de asentamientos quedarían dentro de Israel en cualquier negociación de “status final” con los palestinos, aunque luego se enfatizó que eso seguiría siendo un asunto de negociación. Pero Olmert también parece intentar una retirada más completa de los asentamientos al este de la barrera de lo que Sharon pensaba. Sharon, por ejemplo, dijo el año pasado que los asentamientos en Hebron, la segunda mayor ciudad palestina, permanecerían allí. Sin embargo, en un artículo periodístico el martes, Olmert dijo que todos los asentamientos al este de la barrera serían desmantelados, lo que implica que Hebron estaría incluida en la retirada.

Mientras algunos de los once miembros del reducido Likud mostraban señales de revuelta contra su líder, el ex primer ministro Benjamin Netanyahu, había crecientes especulacones de que Olmert planeaba formar una coalición con los laboristas, uno o ambos de los dos partidos ultraortodoxos y el partido de los jubilados. El éxito de este partido, liderado por Rafi Etian, ex as del espionaje del Mossad, que en su primera entrada al Parlamento israelí se aseguró siete bancas para su programa unitemático, fue la mayor sorpresa de la elección.

Netanyahu, que ha insistido en que seguirá como líder, se confrontaba a las implicancias de una doble derrota para la ideología de la derecha de Likud. Los parlamentarios de derecha inequívocamente opuestos a ceder territorios a los palestinos cayeron de 41 a 32 bancas en el mejor de los casos. La primera derrota de Netanyahu fue que agitar permanentemente el fantasma de un Hamas más poderoso no logró impresionar a los electores israelíes para que lo votaran como el líder del único gran partido definitivamente opuesto a las retiradas unilaterales de los territorios ocupados. Ayer, Mahmud Abbas le tomó juramento a la nueva Autoridad Palestina de Hamas en Gaza.

Y el segundo fue una feroz reacción contra sus políticas neothacheristas de recortar el bienestar social. Un alto funcionario del gobierno dijo que consideraba a Peretz como uno de los vencedores claves de la elección por su éxito al montar un ataque a las políticas sociales de Netanyahu. “Esta es la primera elección en la que temas sociales y económicos han estado en primera línea junto con el tema de seguridad”, dijo el funcionario. Esto se reflejó en las ganancias por los laboristas, pero también por el partido de los jubilados y los ultraortodoxos de Shas, que obtuvo once bancas. Se informó que los laboristas, anoche se contactaron con Shas y el partido de los jubilados en un intento de formar un “bloque social” para negociaciones de coalición. Haim Ramon, alto miembro de Kadima en la Knesset, dijo que esperaba que estuvieran terminadas poco después de la Pascua judía a mitad de abril.

Peretz dejó repetidamente en claro que quiere negociaciones con Mahmud Abbas y que las medidas unilaterales deberían tomarse solamente como último recurso. El presidente George Bush felicitó ayer a Olmert por su victoria y lo invitó a la Casa Blanca. Olmert indicó nuevamente que está listo para las negociaciones si Hamas revierte su negativa a reconocer a Israel. Pero aclaró que, si no puede negociar con los palestinos, buscará negociar nuevas fronteras –anexando los mayores bloques de asentamientos– con Estados Unidos y con sectores de la sociedad israelí, incluyendo a los colonos.

Un funcionario del gobierno dijo que no esperaba que Avigdor Lieberman, líder del partido Yisrael Beiteinu de ultraderecha, que ganó doce bancas, se uniera a la coalición porque estaba impaciente por proyectarse como un nuevo líder de la oposición de derecha. Aunque no está opuesto a la partición si hay una “división étnica genuina”, se ganó cargos de racismo y de “fascismo” al proponer que hasta 500.000 árabes israelíes debían ser despojados de su ciudadanía y puestos en el lado Este, palestino, de la frontera rediseñada.

*De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.