Hasta hace dos semanas, Nelson Jobim era el presidente del Tribunal Supremo brasileño y una de las figuras judiciales más cuestionadas por sus resoluciones a favor de muchos de los funcionarios y empresarios que estaban bajo la lupa de las Comisiones de Investigación Parlamentarias (CPI). En entrevista con Página/12, el ex ministro de Justicia de Fernando Henrique Cardoso habló de la crisis, dijo que las CPI fueron “instrumentos de la oposición” y adelantó que no cree que su partido, el Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), se alíe con el Partido de los Trabajadores para las elecciones. En cuanto a su futuro político, no confirmó ni desmintió ninguna de las especulaciones que hay sobre posibles candidaturas, incluso como compañero de fórmula de Luiz Inácio Lula da Silva.

–Usted fue un crítico del desempeño de las CPI durante las investigaciones al gobierno de Collor de Mello. ¿Las comisiones que se crearon a partir de la actual crisis cometieron los mismos errores?

–Creo que el problema con las CPI es que terminaron sin una forma definida. El tribunal (Corte Suprema) emitió resoluciones para impedir que las CPI no pudieran investigar más allá de para lo que fueron creadas. En un caso emblemático, la CPI de los Bingos fue creada para investigar los bingos y acabó investigando todo. En realidad, yo creo que las CPI fueron instrumentos de la oposición del gobierno.

–El tribunal supremo y personalmente usted fueron acusados de blindar a varios sospechosos en esta crisis, entre ellos a Dirceu y a importantes empresarios cercanos a Lula, ¿por qué no acompañaron las investigaciones del Congreso?

–En principio, porque para acusar a alguien yo debo tener pruebas y no meramente sospechas. En algunos casos, las comisiones decían: “Está sospechado de hacer esto. Levanten los secretos bancarios y telefónicos”. La ley brasileña no permite que se levanten los secretos bancarios y telefónicos de una persona sin alguna prueba inicial que fundamente esas sospechas. No se puede levantar el secreto telefónico para conseguir pruebas después. Las pruebas deben conseguirse antes para que se demuestre la necesidad de levantar el secreto.

–Y, ¿cómo responde a las versiones que lo acusaban de blindar a Dirceu y de dilatar su destitución?

–Un diputado que está ejerciendo una función ministerial no tiene que ser juzgado como un parlamentario por sus pares. El fue destituido en su condición de diputado por lo que había hecho como ministro. Se mezclaron las cosas. Es evidente que los periodistas, en gran parte, querían la cabeza de Dirceu.

–¿Se le está dando un cierre a la crisis de corrupción en Brasil o es una cuestión que todavía queda abierta?

–Después de las elecciones se cierra solo. Va a comenzar otro Congreso, otra situación política...

–Entonces, para usted fue sólo un problema de esta Cámara en particular.

–Sí. Justamente porque alteraron el financiamiento de las campañas y lograron llegar.

–En el PMDB hay una fuerte corriente que postula apoyar una eventual alianza electoral con Lula. ¿Usted comparte esta visión?

–No. En el momento político actual, el partido es más consistente en los liderazgos locales y no tiene alianza nacional. Porque en Brasil está prohibido que la alianza nacional sea diferente a las alianzas provinciales. El PMDB no tiene posibilidad de superar las alianzas locales y, probablemente, no tendrá candidato nacional ni alianza nacional, para dejar libre a las alianzas locales.

–El gobernador de Rio Grande do Sul, Germano Rigotto, dijo que usted es una “bella alternativa” para sucederlo. ¿Le interesaría el cargo?

–No, no. Ahora quiero ser abogado.

–¿Volver a la política no lo tienta? Incluso cuando en la prensa se lo baraja como un posible compañero de fórmula de Lula...

–Hay una frase en Brasil que dice algo así: hay que dejar que la vida siga su curso. Dios dirá.