EL MUNDO › LAS GRABACIONES DEL 9/11 EN EL JUICIO A MOUSSAOUI
Nunca antes se había escuchado, y el sonido dejó sin respiración a la sala. Los angustiosos últimos minutos vividos dentro del vuelo 93 de United Airlines el 11 de septiembre de 2001 quedaron grabados en una cinta de audio. “Señoras y señores, habla el capitán: tenemos una bomba a bordo, así que siéntense.” Quien hablaba a través de la megafonía del avión no era el capitán. Era uno de los cuatro terroristas suicidas que se hicieron con el control del aparato con el objetivo de estrellarlo contra el Congreso o la Casa Blanca, en Washington. Nunca se supo y puede que nunca se sepa. La grabación se dio a conocer esta semana durante el juicio al ciudadano francés Zacarias Moussaoui, un miembro de Al Qaida que estaba en prisión cuando ocurrieron los atentados y única persona que ha sido juzgada en EE.UU. por esos ataques. El jurado debe decidir si Moussaoui es condenado a cadena perpetua o a morir.
El Boeing 757 número 93 había despegado a las 8.42 del martes 11 de septiembre de Newark (Nueva Jersey) con destino a San Francisco (California) con 33 pasajeros, siete miembros de la tripulación y cuatro suicidas. Durante el vuelo, los terroristas se pusieron unas bandas rojas en la cabeza y tomaron el control del aparato reduciendo a la tripulación. Se concentraron en la cabina y la parte delantera del Boeing. Algunos pasajeros conectaron sus teléfonos móviles y llamaron a sus familiares. Primero dijeron que habían sido secuestrados y que había una bomba a bordo. A medida que pasaba el tiempo, casi una hora y veinte minutos después de despegar, los pasajeros fueron dándose cuenta de que los secuestradores eran suicidas. Los terroristas tenían una misión. Cuando los pasajeros se dieron cuenta de la suerte que iban a correr, también encontraron una misión: evitar que los secuestradores alcanzaran su objetivo. Se organizaron y decidieron actuar. Asaltaron la cabina.
En la cinta se oye algo parecido a una lucha, una pelea por el control del aparato. Acto seguido se escucha a uno de los secuestradores gritar: “¡Siéntense, siéntense!” y “En el nombre de Alá misericordioso”. Miembros sin identificar de la tripulación exclaman: “¡No, no, no!” y “Por favor, por favor, por favor, no me hagan daño. ¡No quiero morir!”. Unos seis minutos después de que la lucha comenzase dentro de la cabina de los pilotos, uno de los secuestradores dice: “Todo está bien. He acabado”. Lo último que se oye, en árabe, antes de que el avión se estrellara en suelo de Shanksville (Pensilvania), lejos de su objetivo, es: “Alá es el más grande”. Luego, nada más. El silencio más absoluto.
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