Estados Unidos sigue presionando para resolver el conflicto sobre el programa nuclear iraní. Pero esas presiones no se dirigen solamente a Teherán, sino también a la comunidad internacional y en especial a Rusia. Mientras este país afirmó que no hablarán de sanciones contra Teherán a menos que vean pruebas concretas de que el programa es militar, EE.UU. aseguró que no esperará meses hasta lograr una solución diplomática en el Consejo de Seguridad y exhortó al congelamiento de venta de armamentos y tecnología a ese país. Por otro lado, el diario israelí Haaretz consideró ayer como una alternativa “cada más razonable” el asesinato del presidente iraní Mahmud Ahmadinejad.

Rusia, que tiene intereses económicos en Irán, sigue defendiendo al país y se niega a aplicar sanciones. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mijail Kamynin, afirmó ayer que la disposición de su país a hablar de sanciones en el Consejo de Seguridad depende de la existencia de pruebas concretas sobre un programa de armas nucleares de Teherán. “No se puede hablar de sanciones hasta que haya pruebas concretas de que Irán no utiliza la energía nuclear de manera excluyente con fines pacíficos”, apuntó el diplomático.

Por el contrario, Estados Unidos se encuentra cada vez más determinado a obtener soluciones dentro o fuera del Consejo de Seguridad de la ONU. “El tema es demasiado importante para dejarlo flotando durante meses o años en el Consejo de Seguridad”, aseguró ayer en Washington el subsecretario de Estado Nicholas Burns a su regreso de las conversaciones sobre el tema en Moscú. Estados Unidos reclamó asimismo que la comunidad internacional, sobre todo Rusia, decrete un embargo en la venta de armas y equipamiento sensible a Irán a menos que deje de lado su supuesta ambición nuclear militar. “Es hora de que los países utilicen su influencia con Irán”, argumentó Burns. Sin embargo, y pese a las protestas de Washington, Rusia está decidida a suministrar a Teherán una serie de sistemas de defensa antiaérea en el correr de este año.