Ni veinticuatro horas tardó la derecha israelí en presentar en el Parlamento una moción de desconfianza al gobierno dirigido por Ehud Olmert. El Likud lanzó ayer la iniciativa en la Knesset, impulsado por la decisión del Ejecutivo de coalición –formado por Kadima, el Partido Laborista, los ultraortodoxos sefardíes del Shas y el Partido de los Jubilados– de elevar en un siete por ciento el precio del pan. Unas 400.000 familias se verán afectadas por esa medida.

Es muy poco probable, si no imposible, que el gobierno de Olmert pueda caer por esta maniobra del Likud, que sólo cuenta con 12 legisladores. Pero que igual tomen la iniciativa muestra la fragilidad del gobierno de coalición, que no es un secreto. Los partidos representados en la Knesset que apoyan al Gabinete suman 67 bancas sobre un total de 120 diputados. Es una mayoría muy pequeña y dos de los diputados supuestamente amigos del gobierno ya se abstuvieron en la votación de investidura por desacuerdos sobre la designación de los ministros.