EL MUNDO › EVO MORALES ACUSO DE ESPIONAJE MILITAR A LOS ESTADOS UNIDOS
El presidente boliviano denunció que un congreso de etnografía se utilizó para infiltrar militares norteamericanos.
› Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
A la polémica sobre el supuesto ingreso de militares venezolanos a Bolivia le siguió una denuncia aún más fuerte, de boca del presidente Evo Morales: “Militares estadounidenses ingresaron a Bolivia camuflados como estudiantes”. El jefe de Estado no dio más información, pero Página/12 accedió a un documento reservado que da mayores detalles: militares de Estados Unidos estarían participando en el curso “Manejo de crisis y conflictos sociales”, organizado conjuntamente por la Universidad Nur –ligada al grupo religioso Bahai– y la Alliance for Social Conflict Transformation (ACT), que se desarrolla entre el 12 de junio y el 1° de julio en el hotel Cortez de Santa Cruz de la Sierra.
Si bien la actividad fue publicada en Internet (www.conflicttransformation.org), las autoridades bolivianas sospechan que se trata de una forma de encubrir el ingreso de militares y el desarrollo de actividades paralelas. “La ACT es una oficina al servicio de los departamentos de Estado y de Defensa de Estados Unidos, que realiza investigaciones etnográficas sobre el terreno con la finalidad de ampliar la capacidad de las fuerzas militares norteamericanas”, dice bajo reserva un funcionario que siguió la entrada de los estadounidenses. Uno de los “identificados” por la inteligencia boliviana es el presunto sargento de marines Joseph Michael Humire, quien se habría entrenado en el curso de comandos anfibios Recon, que incluye especialidad en francotirador, explosivos, reconocimiento y operaciones especiales.
Un dato significativo es que casi no habría bolivianos entre los inscriptos, la gran mayoría es estadounidense y el curso se dicta en inglés. A ello se suma el carácter “sensible” de los temas abordados: según la misma página web, las actividades se dividirán en “cuatro pequeños grupos focalizados en la problemática de la tierra, las autonomías, los recursos naturales y la participación política”. La injerencia estadounidense en la política militar boliviana no es nueva, pero ha generado varios momentos de tensión entre el nuevo gobierno de izquierda y la omnipresente embajada de la potencia del Norte. A poco de asumir, Evo Morales se enfrentó con el embajador David Greenlee cuando los norteamericanos vetaron al nuevo comandante de la fuerza antiterrorista de élite F-10. “Se acabó el tiempo en que una embajada extranjera nombra o veta a jefes militares de las Fuerzas Armadas bolivianas”, dijo el mandatario durante el aniversario de la fundación de la ciudad de El Alto en marzo pasado. Esta reacción provocó la suspensión del financiamiento de la fuerza. Luego de funcionar desde su creación como grupo de enlace de la numerosa misión militar de EE.UU. con sede en la embajada, el F-10 comenzó a trabajar cerca del presidente Morales: fue el grupo militar que ingresó a los campos petroleros el día de la nacionalización de los hidrocarburos y custodió al presidente Hugo Chávez durante su visita al Chapare.
Ayer Morales señaló: “(El embajador Greenlee) ha pedido una reunión, tal vez está enojado porque el domingo 18 grité emocionado en el Chapare frente a miles de compañeros: Kawsachun coca, wañuchun yanquis (Viva la coca, fuera los yanquis)”. El mandatario volvió a atacar a la oposición: “He escuchado protestar a algunos cadáveres políticos contra Venezuela y Cuba, pero hasta el año pasado venían al Chapare tropas de EE.UU. a matar campesinos, ahora vienen médicos a salvar vidas y no a humillar a los bolivianos, ésa es la diferencia”.
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