EL MUNDO › LANZO OTRO MISIL Y SE GANO LA CONDENA DE OCCIDENTE. BOICOT JAPONES
Un día después de desafiar al mundo, Corea del Norte lanzó otro misil. Japón impuso sanciones, Estados Unidos se negó a negociar y los expertos miran a China como un jugador clave en el conflicto.
Corea del Norte volvió a subir la apuesta ayer al lanzar un nuevo misil de corto alcance, que se suma a los otros seis que desataron una alarma en todo el mundo el martes pasado. Ante la condena de las principales potencias, Pyongyang defendió las pruebas misilísticas como un acto de soberanía. Aunque Japón apoya y lidera esta vía multilateral, la cercanía geográfica también obligó al gobierno de Tokio a tomar algunas medidas de urgencia, como cerrar sus puertos a los barcos norcoreanos y prohibir la entrada de diplomáticos de esa nacionalidad, por ahora por un plazo de seis meses.
Un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano, Ri Pyong-dok, aprovechó la visita de un grupo de periodistas japoneses para defender las pruebas misilísticas de su país. “La decisión de lanzar misiles concierne a nuestra soberanía y nadie tiene derecho a decirnos si eso está bien o no”, sostuvo el funcionario, que no quiso hacer comentarios sobre los planes militares de su país.
El séptimo misil que lanzó Corea del Norte fue del tipo Scud, un modelo soviético de corto alcance, y cayó en el Mar de Japón a las 5 de la tarde (hora local). El lanzamiento reavivó los temores de la comunidad internacional, que seguía alarmada por los seis misiles que había lanzado Pyongyang el día anterior, uno de ellos de largo alcance. La reacción de las pruebas misilísticas norcoreanas no sólo se reflejó en la agitada jornada en el edificio de las Naciones Unidas en Nueva York (ver recuadro), sino también en la caída de las bolsas bursátiles y el precio record en que cerró el crudo (ver página 6).
Mientras los líderes de las potencias comienzan las reuniones para establecer las condiciones para una futura negociación, Japón, frente a las presiones de la oposición local, decidió anticiparse a eventuales medidas de la Naciones Unidas y aplicar sanciones unilaterales. Tokio prohibió por seis meses el acceso a sus puertos de un transbordador norcoreano, que es el principal vínculo comercial oficial entre los dos países. Además, prohibió la entrada de diplomáticos norcoreanos a su territorio. Estas sanciones coinciden con la advertencia del presidente norteamericano, George W. Bush, quien aseguró que, de continuar así, Pyongyang quedará aislado.
Como era de esperar, la voz más moderada de la comunidad internacional la llevó China. “Esperamos que las partes involucradas conserven la calma y la moderación”, decía un comunicado difundido por el Ministerio de Relaciones Exteriores chino. Como explicó Alexander Neill, el responsable del programa sobre la seguridad en Asia del Royal United Services Institute (RUSI) de Londres, Pekín mantiene buenas relaciones con el régimen norcoreano. Antes que comenzaran los preparativos para los lanzamientos, el mes pasado, el líder norcoreano Kim Jong Il había viajado a China en un viaje secreto, que finalmente fue descubierto por la prensa internacional. Por eso, la postura de Pekín será esencial para encontrar una solución diplomática a esta incipiente crisis. Neill sostuvo que las grandes potencias tendrán que ponerse en manos de Pekín debido su cercanía con Corea del Norte.
La llamada crisis nuclear norcoreana tiene muchos elementos en común con el enfrentamiento entre las potencias occidentales e Irán, por el programa de energía nuclear de Teherán. En los dos conflictos, tanto China como Rusia hacen las veces de mediadores frente a los intereses de Europa y Estados Unidos. Sin embargo, la probada capacidad nuclear de Pyongyang seguramente acelerará los tiempos diplomáticos que, en el caso iraní, han demostrado ser muy flexibles.
Estados Unidos rechazó hoy negociar bilateralmente con Pyongyang. El director del programa de no proliferación nuclear del International Institute for Strategic Affairs (IISS) de Londres, Mark Fitzpatrick, opinó que, en última instancia, será la voluntad de la Casa Blanca a sentarse en la misma mesa con Corea del Norte lo que pondrá fin a este conflicto. Esta fue la solución que eligió Washington en 1998, después de que el lanzamiento de misiles norcoreanos de mediano alcance provocara una crisis similar a la que iniciaron las pruebas misilísticas del martes pasado.
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