EL MUNDO › SU EX HOMBRE DE CONFIANZA LO IMPLICA EN EL DELITO
Violaciones de los derechos humanos, fraude tributario, malversación de fondos públicos, enriquecimiento ilícito, tráfico de armas y, ahora, también tráfico de drogas. Esta es la lista de delitos que pesan sobre el ex dictador Augusto Pinochet. Su relación con el narcotráfico era, desde hace tiempo, un secreto a voces. Sin embargo, ayer el número dos del régimen pinochetista, el general retirado Manuel Contreras, lo confirmó en un informe, presentado al juez Claudio Pavez. Según el ex jefe de la DINA –la policía secreta de la dictadura–, el hijo del dictador, Marco Antonio, el empresario chileno de origen sirio Edgardo Bathich, y el asesinado bioquímico de la DINA, Eugenio Berríos, también están involucrados.
El juez Pavez está a cargo de la investigación de la muerte, catalogada como suicidio en un principio, del coronel Gerardo Huber, un ex miembro de la DINA. Huber murió a comienzos de 1992, casualmente cuando estaba siendo investigado por el envío ilegal de armas a Croacia desde entidades ligadas al ejército. El cuarto implicado en el caso tuvo un final similar. El bioquímico de la DINA, Berríos, fue secuestrado y asesinado en Uruguay a comienzos de los noventa, antes de poder declarar en el juicio por el asesinato del ex canciller de Salvador Allende, Orlando Letelier. En el informe, según publicó el diario chileno La Nación, Contreras relató que cuando Huber se hizo cargo del Complejo Químico del Ejército, ubicado en las afueras de Santiago, a mediados de los ochenta, Eugenio Berríos y otro químico elaboraban “cocaína negra”, conocida también como “coca rusa”. La fórmula para fabricarla era mezclar el alcaloide con sulfato ferroso y otras sales minerales para ayudar a que se impregnara del pigmento, de modo que se adhiriera a distintas superficies y careciera del tradicional olor que permite a los perros detectarla. Según Contreras, la elaboración de la cocaína en el recinto del ejército fue autorizada por el propio Pinochet. En esta actividad habrían participado tanto Marco Antonio Pinochet como Edgardo Bathich. La producción, señala el informe, era enviada a Estados Unidos y Europa, en donde un pariente político de Bathich, el famoso traficante internacional de armas y drogas Monser Al Kassar, la distribuía para posteriormente enviar remesas a las distintas cuentas que el clan Pinochet mantenía en el exterior, y que se hicieron conocidas a través de la megacausa del Banco Riggs.
Pero esto no fue todo. El ex jefe de la DINA también confirmó otra de las acusaciones que actualmente se investigan en Chile. Aseguró que Pinochet usó una segunda vía para enriquecerse: el uso de los fondos reservados del ejército, que eran depositados en varias cuentas y cuyos intereses iban a parar a su erario personal, actualmente también procesado. Esto está siendo investigado en el caso Riggs. El juez a cargo, Carlos Cerda, también está indagando el posible cobro de sobornos del ex dictador en las compras militares de principio de los noventa.
El quiebre en la relación entre Contreras y Pinochet, dos antiguos aliados, se dio a partir de que el ex dictador chileno decidió desligarse de su ex subordinado y dejarlo cargar con todas las culpas en los primeros juicios por violaciones de derechos humanos durante la dictadura. Contreras, actualmente preso por varios secuestros y asesinatos, fue uno de los elementos centrales para desenmascarar al ex dictador, no sólo como un genocida, sino también como uno de los dirigentes más corruptos que conoció Chile.
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