EL MUNDO › EL CANCILLER TRASANDINO ACEPTO DIALOGAR SOBRE “TEMAS MARITIMOS”
La buena sintonía entre los presidentes Bachelet y Morales habilitó por primera vez un canal de diálogo entre dos países que no tienen relaciones desde 1978. A los dos le interesa: Bolivia quiere una salida al mar y Chile quiere gas boliviano.
› Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz
Una mujer y un indígena son los artífices del acercamiento entre Chile y Bolivia, cuyas relaciones están marcadas por la pérdida del litoral marítimo boliviano a manos chilenas durante la Guerra del Pacífico (1879-1884). Este viernes Evo Morales y Michelle Bachelet renovarán en Córdoba, durante la cumbre del Mercosur, un romance que comenzó con la llegada al gobierno, casi simultánea, de ambos mandatarios. En esos días, la reconocida revista de humor político chilena The Clinic se preguntó “¿por qué Michelle y Evo no contraen matrimonio si ambos están libres?”. “Bonito sería”, respondió sorpresivamente la hermana del presidente boliviano, Esther Morales.
Ahora, las simpatías personales del indígena aymara y la mujer socialista buscan formalizarse en canales de diálogo de alto nivel que acerquen a ambas naciones vecinas. Y para ello se ha apelado a un mecanismo de consultas políticas habilitado en 1993: la reunión de vicecancilleres. En ese marco se logró en la noche del martes un avance inédito: el vicecanciller chileno Alberto Van Klaveren aceptó poner en discusión una “agenda sin exclusiones”; es decir, sin excluir la espinosa cuestión marítima. “Existe la disposición más abierta al diálogo, queremos hablar del tema marítimo”, declaró Van Klaveren. “Desde que comenzó la presidencia, Evo Morales vino trabajando en una nueva política de Estado con Chile, con mucha discreción pero consultando a los movimientos sociales, a las Fuerzas Armadas, a la Iglesia y a las universidades, entre otros sectores”, le dijo a Página/12 una fuente de la Cancillería que mantuvo su nombre en reserva. “Para conseguir la incorporación del tema marítimo –como se menciona diplomáticamente el reclamo de una salida soberana al Pacífico para Bolivia– fue necesaria una posición firme de nuestra Cancillería; las reuniones fueron cordiales pero intensas”, continuó el funcionario, quien cree que lo alcanzado es “muy importante como base para la reunión del viernes entre Evo y Bachelet”. La comisión boliviana quería usar el término “reintegración marítima”, pero los delegados chilenos se opusieron e insistieron en que debía consensuarse una formulación más general. Y las reuniones no dejaron de lado la pelea simbólica. El enviado de El Mercurio de Chile, sensible a los mensajes subliminales sobre el mar, atribuyó a “un gesto de los anfitriones” los continuos paseos del edecán naval del canciller boliviano por la sala de reuniones.
Que las negociaciones no serán una taza de leche lo dejó en claro el propio gobierno del país trasandino: en la declaración de La Paz “no se está diciendo que vamos a negociar territorio chileno de ningún tipo. Nosotros no nos vamos a mover ni un milímetro de la tesis de que el tratado de 1904, que establece los límites, es inmodificable”, declaró el ministro de Relaciones Exteriores, Alejando Foxley, en una entrevista citada por la edición web del matutino cruceño El Deber. Y continuó sus aclaraciones: “Es posible que ellos (los bolivianos) tengan otra idea más ambiciosa, (pero) lo único que hemos dicho es que estamos dispuestos a conversar”. Ayer Bachelet dijo: “Estamos dispuestos a hablar de todos los temas, pero los tratados vigentes son los tratados vigentes”.
La disposición al diálogo que muestra Foxley se da en un contexto internacional favorable para Bolivia gracias a la decisión del gobierno argentino de trasladar al país vecino el aumento del precio del gas boliviano y la negativa de La Paz a venderle gas a Chile si no se resuelve previamente la demanda marítima.
En la agenda que se someterá a discusión en las reuniones pactadas, está la habilitación del puerto de Iquique al libre tránsito para Bolivia, la lucha contra el contrabando y el narcotráfico, el conflicto por las aguas del río Silala y las puntadas finales al tratado de complementación económica ACE 22, negociado por las anteriores administraciones. Aún no el reestablecimiento de relaciones diplomáticas plenas.
La ruptura de relaciones diplomáticas data de 1978, después de un intento frustrado del general Augusto Pinochet de cederle a la Bolivia gobernada por el dictador Hugo Banzer una franja de territorio al norte de la ciudad de Arica, que antes de la Guerra del Pacífico había pertenecido a Perú, lo que fue vetado por Lima y desató una crisis que concluyó en la ruptura diplomática boliviano-chilena.
En Bolivia, los sentimientos hacia los “hermanos chilenos” son contradictorios. Si en septiembre de 2003 los bolivianos se levantaron contra la exportación de gas a Estados Unidos y México por puertos chilenos, no es menos cierta la admiración por Chile, especialmente de la burguesía y las clases medias bolivianas que gustan ir de shopping a Santiago o a broncearse a las playas de Arica. Basta una visita al supermercado para verificar que la ausencia de relaciones diplomáticas está lejos de representar una verdadera ruptura entre ambos países. Tampoco faltan las tiendas de ropa chilena en la exclusiva zona sur de La Paz.
Las importaciones bolivianas desde Chile ascendieron a 162 millones de dólares en 2005 –sobre un total de 2343 millones de dólares–. El contrabando las triplicó: según estimaciones de la Cancillería boliviana, alcanzó en el mismo período entre 300 y 500 millones de dólares. Esta cifra incluye tanto productos chilenos como los importados provenientes de la zona franca de Iquique. “Se contrabandea de todo: ropa, electrodomésticos, productos comestibles, etc.”, dice otra fuente consultada.
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