› Por Jerome Taylor *
Los últimos detalles que surgieron ayer del plan de ataque fallido tienen un notable parecido con uno de los más audaces intentos de los terroristas islámicos para lanzar una serie de ataques devastadores contra aerolíneas occidentales. A comienzos de enero de 1995, la policía de Manila, capital de las Filipinas, investigó el fuego en un departamento alquilado por tres hombres surasiáticos. Inicialmente informaron que el incidente había sido “sólo unos paquistaníes jugando con petardos”, pero lo que la policía realmente había descubierto era un plan para contrabandear explosivos líquidos en 12 aerolíneas estadounidenses y detonarlos simultáneamente en medio de un vuelo.
El cerebro del ataque frustrado era Ramzi Yousef, quien actualmente cumple una condena de por vida en Estados Unidos por tratar de volar el World Trade Centre en 1993. Yousef, sobrino de Khalid Shaykh Muhammad, cerebro del 11 de septiembre, huyó a Pakistán después del ataque de Nueva York que mató a seis personas. Con sus compañeros Abdul Hakim Murad y Wali Khan Amin Shah, Yousef planeó contrabandear nitroglicerina líquida en los aviones, oculta en las botellas de solución salina para lentes de contacto. La nitroglicerina –alardeaba Murad después de su arresto– era casi imposible de detectar. Usando apenas un reloj Casio modificado como un cronómetro, dos pilas de 9v y un detonador oculto en sus zapatos, la idea era seleccionar deliberadamente vuelos que hicieran una escala y ensamblar la bomba durante el primer tramo del viaje antes de desembarcar. Los explosivos se detonarían con el avión de vuelta en el aire.
El plan principal, con el nombre en código “Bojinka” como “fuerte estallido” en serbio-croata, fue abandonado después del incendio en el departamento. Pero dos meses antes Youssef pudo testear un simulacro de su plan. En diciembre de 1994 tomó un vuelo de Philippines Airlines hacia Tokio y ensambló su bomba en el baño en la primera etapa del vuelo de Manila a Cebu. Luego puso el dispositivo en el salvavidas bajo su asiento y desembarcó. Cuatro horas más tarde el dispositivo explotó matando a un empresario japonés e hiriendo a docenas de otros. El avión no explotó y el piloto pudo hacer un aterrizaje de emergencia.
El enfoque globalizado de Yousef del terrorismo y su deseo de llevar a cabo ataques simultáneos hicieron que fuera considerado como un precursor de los secuestros del 11 de septiembre. Shaykh Muhammad, que financió la operación, decidió, después de Bojinka, que contrabandear explosivos a los aviones era demasiado arriesgado y que convertir aviones secuestrados en bombas voladoras era una forma más segura de llevar adelante un ataque.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.(Versión para móviles / versión de escritorio)
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