El presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, no parece estar muy preocupado por el plazo que le dio la ONU y que expira mañana. El mandatario no sólo consideró poco probable que las potencias le apliquen sanciones económicas, como está establecido por la última resolución del Consejo de Seguridad, sino que además desafió a su par estadounidense, George Bush, a un debate público. El tema sería cómo crear un nuevo sistema global basado en la justicia y en la dignidad humana. Desde Nueva Orleans, donde Bush supervisa la reconstrucción un año después del paso del huracán Katrina, una de sus voceras, Dana Perino, rechazó la invitación y la calificó como una “distracción”.

Mientras Washington no para de repetir la palabra sanciones, la Unión Europea se muestra más cautelosa. A pesar de que Irán se negó la semana pasada a suspender su programa nuclear –como lo demandaba la ONU–, el representante europeo para el proceso de paz en Medio Oriente, Marc Ottem, intentó atenuar el clima de tensión y adelantó que están determinados a “agotar la lógica de negociación”. “No hay una solución militar a la cuestión iraní”, agregó el funcionario europeo. Confirmando esta estrategia, Francia anunció ayer que está dispuesta a volver a dialogar con Teherán, aunque continúa demandando el cese de todas las actividades nucleares. En Nueva York, en tanto, la ONU ya adelantó que si Irán no cede mañana, tendrán que volver a reunirse para decidir cómo responderán.