Ni escuelas, ni comercios, ni bancos. Oaxaca estuvo ayer parada. Por primera vez, en los tres meses que van del conflicto, el sector privado cerró sus puertas para demandar una solución a la puja política que enfrenta al gremio docente y a varias organizaciones sociales con el gobernador priísta, Ulises Ruiz. Las manifestaciones y las tomas de edificios públicos y de estaciones de radio y televisión, que mantienen bloqueado el centro de la capital del estado, no sólo afectan a la vida comercial de la ciudad sino que además ha prácticamente anulado el turismo, uno de los principales recursos de la ciudad, que es reconocida internacionalmente como Patrimonio Cultural de la Humanidad.

El presidente de la Cámara de Comercio oaxaqueña, Eduardo García Moreno, defendió la medida de fuerza. “Tenemos un problema verdaderamente muy, muy grave, que las autoridades han ido dejando pasar. Han dicho que el gobierno estadual lo resuelve. Pero el gobierno estadual hace un mes que no funciona porque todas las oficinas gubernamentales están tomadas”, denunció el dirigente. “Es una medida mínima la que estamos haciendo. La ciudadanía quería que cerráramos indefinidamente, o que cerráramos Oaxaca, porque prácticamente está cerrada. Hay días que no se puede acceder a la ciudad más que por avión”, agregó García Moreno.

La medida de presión de los comerciantes se inició exactamente el mismo día que el gobierno federal estableció una mesa de diálogo con los maestros, las organizaciones sociales y la oposición oaxaqueña en Ciudad de México. La administración de Vicente Fox venía siendo cuestionada por no interferir en el conflicto, permitiendo que se prolongara. El portavoz del gobierno, Rubén Aguilar, advirtió que las negociaciones tendrán una agenda abierta, que no se limitará a la renuncia de Ruiz.