Vie 08.09.2006

EL MUNDO  › PUSO UN LIMITE DE DOCE MESES PARA SU PERMANENCIA EN EL GOBIERNO BRITANICO

Empezó la larga despedida de Blair

Debilitado por su alineamiento con Estados Unidos y el desgaste de nueve años de gobierno, el premier inglés busca negociar un retiro digno con Gordon Brown, el líder emergente de su partido. El 4 de mayo sería la fecha elegida, por razones políticas y afectivas. Pero la partida aún no ha terminado.

› Por Marcelo Justo
Desde Londres

Se va en los próximos doce meses, pero no dio una fecha exacta. En el curso de una visita a una escuela en Londres, ante una nube de ansiosos periodistas, el primer ministro Tony Blair indicó que “el congreso sindical y el partidario que se celebrarán este mes serán los últimos conmigo como primer ministro”. Mientras tanto, en Escocia, como en un juego de cámaras paralelas, su rival interno, el ministro de Economía y coarquitecto del Nuevo Laborismo, Gordon Brown, aseguraba que Blair contaba con su pleno apoyo, pero advertía que los problemas no habían terminado. “Estamos en una situación excepcional, porque el primer ministro ha dicho que no quiere seguir a la cabeza del partido y el gobierno en la próxima elección general. Por eso hay una serie de preguntas sobre lo que va a pasar durante todo este tiempo de transición que tanto yo como otros nos estamos planteando”, dijo Brown.

En un día de especulaciones febriles, la versión más insistente señalaba que Blair reiteraría ante el congreso anual partidario en dos semanas su intención de abandonar 10 Downing Street en el curso de los próximos doce meses y que anunciaría en enero o febrero la fecha exacta de partida. Esta fecha sería el 4 de mayo por su utilidad simbólica y política para Blair y Brown. Para el primer ministro, porque el 2 de mayo se cumplen diez años en el poder desde su victoria en las elecciones de 1997. Para Brown, porque el día anterior, el 3 de mayo, hay elecciones para las asambleas autónomas de Escocia y Gales y para la mayoría de los municipios de Inglaterra y las encuestas predicen un resultado catastrófico para el laborismo. La renuncia de Blair al otro día, pero anunciada con mucha anterioridad, le permitiría al laborismo iniciar una nueva etapa y al primer ministro irse sin quedar marcado por la derrota, dado que su partida ya estaba prevista. Esta es la teoría al menos. Blair y Brown no tienen grandes diferencias ideológicas, pero en esa feria de vanidades que a veces es la lucha por el poder, se encuentran enfrentados por mutuos recelos y una ancestral desconfianza. Según el analista político de la BBC Nick Robinson en las dos reuniones que sostuvieron el martes no hubo un acuerdo: los anuncios que hicieron ayer miércoles son un modo de enfriar, sin definir, un partido demasiado caliente.

“Lo que dijeron Blair y Brown no refleja un acuerdo sino una mutua sensación de pánico. Blair pensó que a menos que él prometiese que se iba en los próximos doce meses, lo iban a sacar en las próximas semanas. Por su parte, Brown no quiere aparecer ante el partido y la opinión pública como el asesino de Blair. Y los dos ven que el proyecto en el que trabajaron conjuntamente por tanto tiempo corre peligro”, señaló Robinson. Es decir: una película de paranoia política sin demasiados cambios de fondo.

El Nuevo Laborismo, que ambos tramaron a principios de los ’90, marcó un claro corrimiento al centro de la escena política, una plena aceptación de la economía de mercado y las reformas thatcheristas, y un moderado intento de redistribución económica. Brown es la izquierda de ese proyecto, más preocupado por la justicia social y menos apegado a una alianza con Estados Unidos, pero su agenda política es casi idéntica.

Lo que no quiere decir que puedan evitar la guerra. En noviembre, en su discurso ante la reina Isabel II, el primer ministro tiene que presentar su programa de gobierno para el próximo año. Gordon Brown quiere que este programa sea rigurosamente pactado con él porque el encargado de implementarlo no será Blair, sino el próximo primer ministro que será elegido por una votación interna del Partido Laborista.

Brown teme que Blair quiera atarle las manos y que sus aliados en el partido intenten aprovechar este tiempo para evitar que él sea el sucesor. Los blairistas lo acusan de haber planeado un golpe de Estado contra el primer ministro.

Pero nadie puede negar las dotes de superviviencia política que ha exhibido Blair a lo largo de su mandato. En la interpretación del analista de temas políticos de la BBC Nick Robinson, “quien crea que esto se ha acabado, le aconsejo que piense nuevamente”.

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