En México el PRD negocia con el ejército para evitar choques durante el tradicional desfile militar del 16 de septiembre, pero anunció que tratará de impedir el traspaso presidencial.
› Por Gerardo Albarrán de Alba
Desde México, D. F.
La “piedra en el zapato”, como llama la Presidencia de la República al plantón que sostienen desde hace 40 días los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, podría convertirse en un “sálvese quien pueda”. El Partido de la Revolución Democrática anunció ayer que irá “con todo” para impedir la toma de posesión de Felipe Calderón como presidente constitucional el 1º de diciembre y reiteró que no existe ninguna posibilidad de diálogo ni con el gobierno saliente ni con el entrante. En respuesta, la bancada oficialista sostuvo que la transmisión de poderes será en la Cámara de Diputados con medidas de seguridad reforzadas por el Estado Mayor Presidencial, “si es necesario”.
Un primer escarceo se vivió el miércoles, cuando Calderón tuvo que trasladarse en helicóptero e ingresar por la puerta de atrás del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para eludir a los opositores que rodeaban el edificio ubicado en el sur de la ciudad de México. Esos mismos opositores agredieron con huevos y escupitajos a los invitados de Calderón a la ceremonia en la que recibió su constancia como presidente electo.
Y ayer el PRD y el Partido del Trabajo abandonaron el salón de sesiones de la Cámara de Diputados, bajo control del oficialismo, para no avalar con su presencia la emisión del Bando Solemne que proclama a la nación que Calderón es el presidente electo para los próximos seis años, luego de que le fue negada su petición de someterlo a votación legislativa. Ayer mismo, el PAN saldó su deuda con el viejo Partido Revolucionario Institucional tras la negociación que le permitió presidir la mesa directiva de la Cámara de Diputados –que le correspondía a la fracción perredista– a cambio de la Junta de Coordinación Política.
Como sea, el PRD logró ayer su primera victoria legislativa al dejar plasmado en la Ley Orgánica de la Cámara de Diputados su derecho a presidir el próximo año la mesa directiva y la Junta de Coordinación Política en el siguiente, los cuales corresponderán al primero y al segundo año de gobierno del derechista Felipe Calderón.
El ambiente de crispación cerró ayer aún más los canales institucionales de diálogo entre la izquierda y el gobierno. El vocero del PRD reiteró que su partido no participará en la mesa de diálogo con partidos políticos que se realiza en la Secretaría de Gobernación, porque “no se dialoga con traidores a la democracia, no se dialoga con usurpadores”.
Pese a todo, el PRD abrió la puerta a un acuerdo con el Ejército para compartir el espacio en el Zócalo capitalino el próximo 16 de septiembre y realizar el desfile militar anual por la mañana y la Convención Nacional Democrática por la tarde.
Pero esto no garantiza que el presidente Fox podrá encabezar la tradicional celebración de la Independencia de México, la noche del 15 de septiembre, en el Palacio Nacional. El Zócalo suele llenarse por cientos de miles de personas que acuden a escuchar al presidente dar “El Grito” –como se conoce a la arenga que cada año se hace para recordar la gesta independentista–, disfrutar de fuegos artificiales y la verbena popular que le sigue. La negociación con el Ejército no incluye la fiesta cívica previa y López Obrador tiene la intención de dar su propio grito y encabezar al día siguiente –después del desfile militar– la Convención Nacional Democrática, fecha en la que, aseguró, “se decidirá sobre el destino de nuestra nación”.
Mucho menos deja espacio para creer que Fox podrá entregar el poder a Calderón con la tersura que suele aparentarse cada seis años, pues el PRD no ha dado un paso atrás en su intención de impedir la ceremonia, donde sea que se realice, al igual que hicieron el 1° de septiembre, cuando impidieron la lectura del mensaje presidencial de Fox durante la entrega de su informe de gobierno.
Estas medidas, según el coordinador de los diputados perredistas, Javier González Garza, “no son travesuras, tienen que ver con cambiar el régimen presidencialista en México”.
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