Sáb 09.09.2006

EL MUNDO  › NUEVAS REVELACIONES DEL CASO PLANE EN EE.UU.

Armitage delató a la espía

› Por Rupert Cornwell *
Desde Washington

¿Quién filtró el nombre de Valerie Plane, la glamorosa aunque no tan secreta agente de la CIA y tapa de Vanity Fair? Durante tres años, el misterio obsesionó a todo el Washington político, los medios liberales y los que odian a Bush alrededor del mundo. La historia siempre fue intrincada, con un trasfondo tan denso que había que leer tres veces los artículos en los diarios para entenderlos. Pero para los aficionados, las implicaciones eran claras. Se debía encontrar a los culpables entre los belicistas y los vengativos en la Casa Blanca, siendo los sospechosos 1 y 2, Karl Rove (el cerebro de Bush) y Lewis Libby (el poderoso jefe del gabinete del vicepresidente Dick Cheney).

Se presumía que estos ruines funcionarios habían revelado la identidad de Plane para vengarse de su marido, el ex embajador Joseph Wilson, por sus declaraciones de que la administración había tergiversado la inteligencia para justificar la invasión a Irak. Bueno, no exactamente. Ahora se sabe que el que filtró la noticia, por propia admisión, fue Richard Armitage, irreverente y muy querido vice del ex secretario de Estado Colin Powell. Esta semana, Armitage confesó su “terrible error” a varios periodistas selectos. Aparentemente se le había escapado la real profesión de Plane en un aparte de chimentos a reporteros allá por mediados de 2003. “Valoro mi habilidad para guardar secretos de Estado”, le dijo al New York Times ayer. “Estuvo mal y realmente me siento muy mal por esto”. Pero nadie lo está tirando sobre carbones ardientes.

¿Por qué se lanzó tanto veneno sobre Libby y Rove? Simplemente porque Armitage, que dejó la administración junto con Powell a fines de 2004, era uno de los “tipos buenos” para los medios liberales, una voz de sentido común, famoso por su desprecio por los “loquitos” en el Pentágono y en la oficina del vicepresidente. Durante mucho del 2004 y 2005, la filtración de la CIA era una de las historias de más interés de la ciudad.

Sin embargo, hay preguntas específicas piden una respuesta a gritos. Según parece, Armitage, allá por 2003, le dijo al fiscal Fitzgerald (que estaba a cargo de la investigación) que él podría haber sido el involuntario autor de la filtración. Inusitadamente, el ex subsecretario de Estado nunca contrató a un abogado: “Merecía lo que me pudiera suceder. No necesitaba un abogado para decir la verdad”, dice Armitage ahora. ¿Pero, por qué Fitzgerald continuó con sus investigaciones cuando parece haber sabido la verdad desde el comienzo?

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12

Traducción: Celita Doyhambéhère

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