EL MUNDO › DESDE LA CARCEL, MONTESINOS SIGUE INFLUYENDO
› Por Carlos Noriega
Desde Lima
Muerto el perro, sigue la rabia. Hace unos días culminó uno de los juicios más importantes contra Vladimiro Montesinos, quien fuera el monje negro del ex presidente Alberto Fujimori (1990-2000), con una sentencia de 20 años de cárcel por tráfico de armas –10 mil fusiles AKM– a las FARC colombianas en 1999. Sin embargo, quienes mejor lo conocen aseguran que su capacidad de influencia no ha desaparecido. No pocos de los antiguos colaboradores de Montesinos siguen operando en los círculos políticos, judiciales y mediáticos.
“Hay operadores de Montesinos que todavía tienen una gran capacidad de movimiento y manipulación. Sin embargo, algunos de los grupos que estuvieron cercanamente vinculados con Montesinos están tratando de establecer su propia capacidad de maniobra y ya no existe el control vertical de Montesinos sobre ellos. Es verdad que el encarcelamiento ha minado su poder, pero creo que Montesinos todavía mantiene una capacidad de influencia superior a lo que uno pudiera pensar. Esta capacidad de influencia que tiene Montesinos, quien manejó los servicios de inteligencia, se basa especialmente en que sabe muchas cosas de mucha gente y la posibilidad de que esas cosas sean reveladas aterroriza a muchos”, le señaló a Página/12 el periodista Gustavo Gorriti, quien ha investigado a Montesinos desde inicios de los años ’80. Por su parte, el ex procurador anticorrupción Luis Vargas Valdivia considera que Montesinos aún tiene capacidad de control sobre algunos magistrados. “No hay que olvidar que Montesinos llegó a controlar todo el Poder Judicial y todavía quedan rezagos montesinistas en la Justicia. Claro que ya no es el poder total que tuvo antes”, asegura Vargas Valdivia.
Montesinos tiene casi un centenar de juicios pendientes y una docena de sentencias, pero ésta es la mayor condena que recibe hasta ahora. En prisión desde junio de 2001, Montesinos ha perdido mucho poder. Pero aun así, desde su celda fue un personaje clave en las últimas elecciones.
Faltando pocos días para los comicios, Montesinos cobró protagonismo al acusar al candidato nacionalista Ollanta Humala de haber colaborado con su contrincante y García usó la afirmación para desacreditar a Humala, mientras éste aseguró que Montesinos jugaba a favor de García atacándolo a él. Cuando estuvo en el poder, Montesinos estableció relaciones con algunos altos dirigentes del APRA, el partido del presidente García. Pero el humalismo tampoco está libre de vínculos con Montesinos. Durante la última campaña electoral se denunció la presencia de ex militares montesinistas en la agrupación del ex comandante Humala. Y la derechista Unidad Nacional (UN), la tercera fuerza política del país, tiene nexos con políticos y empresarios que estuvieron ligados a Montesinos cuando estaba en la cumbre de su poder.
Quien tiene una capacidad de influencia mayor que Montesinos es su ex socio Alberto Fujimori. Y Fujimori busca culpar de todo a Montesinos, para hacerlo pagar por los pecados de ambos. Por más inverosímil y absurdo que suene, la estrategia del fujimorismo es presentar a Montesinos como el culpable de todo y a Fujimori como una víctima de aquél.
“Esa estrategia del fujimorismo es una de las cosas que hoy más neutraliza a Montesinos”, asegura Gorriti.
En este contexto, la sentencia contra Montesinos por el caso de las FARC está lejos de ser una muestra de la fortaleza actual del proceso anticorrupción. Más bien fortalece a Fujimori, mientras el monje negro preserva su capacidad de chantaje.
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