El castigo estadounidense finalmente llegó. El embajador en Asunción, James Cason, le comunicó al gobierno paraguayo que su país suspenderá sus operativos de asistencia médica a las poblaciones rurales más carenciadas. Estas misiones médicas eran parte de la cooperación militar, que hasta la semana pasada compartían las dos naciones. Todo esto cambió cuando el gobierno de Nicanor Duarte Frutos decidió no renovar la inmunidad total que otorgaba a los soldados y al resto del personal militar estadounidense. Ahora, Asunción y Washington deberán sentarse para delinear nuevamente bajo qué condiciones cooperarán. Antes de tomar esta decisión, Estados Unidos dio un último manotazo de ahogado. La semana pasada, cuando ya se había hecho pública la decisión de Paraguay de suspender la inmunidad a militares estadounidenses, Cason había advertido al gobierno de Asunción sobre supuestas pretensiones de Bolivia de avanzar sobre territorio paraguayo, con el aval de Venezuela. Esta acusación –totalmente infundada, como demostraron los últimos días– le fue comunicada directamente al presidente del Congreso paraguayo, Enrique González Quitana, que luego la hizo pública. “Carson me dijo que no tenían conocimiento de que haya una intención manifiesta de los bolivianos hacia el Paraguay, pero también me advirtió que no tenemos que dormirnos”, explicó el dirigente. Estados Unidos intentó utilizar el fantasma de la guerra del Chaco, cuando Paraguay y Bolivia se enfrentaron, y el primero se impuso. Pero de esto hace más de 70 años. Hoy, el presidente boliviano, Evo Morales, y su par, Duarte Frutos, mantienen una relación cordial.
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