Jue 12.10.2006

EL MUNDO  › JAPON ANUNCIO DURAS SANCIONES Y BUSH, QUE NO HABRA DIALOGO

Norcorea amenaza con una guerra

La escalada de agresiones mutuas después del ensayo nuclear de Pyongyang llegó a su pico cuando la Cancillería del régimen comunista amenazó a Estados Unidos con hacerle la guerra.

› Por Rupert Cornwell *

Mientras Corea del Norte amenazaba con llevar a cabo más explosiones nucleares, el presidente Bush insistía ayer en que el régimen debía enfrentarse a “duras sanciones” por el ensayo declarado del lunes, en las Naciones Unidas y en otros lados. “Si Estados Unidos continúa acosándonos y presionándonos, tomaremos esto como una declaración de guerra y tomaremos una serie de medidas concretas”, advirtió el Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano en una declaración citada por la agencia central de noticias de ese país. Bush contestó que Estados Unidos no tenía intención de atacar al empobrecido país comunista. Pero también descartó un nuevo llamado de Kofi Annan, el saliente secretario general de la ONU, para mantener conversaciones bilaterales entre Washington y Pyongyang. Esa estrategia, adoptada por la administración Clinton, había fracasado, dijo el presidente, sosteniendo que el actual proceso detenido de las seis naciones representaba la mejor oportunidad de lograr una solución diplomática.

Los comentarios de Bush en la conferencia de prensa de una hora en la Casa Blanca llegaron cuando las tensiones en el este asiático continuaban escalando. Mientras Japón anunciaba sanciones bilaterales radicales, el segundo hombre fuerte de Corea del Norte, Kim Yong-nam, advirtió que más presión de Estados Unidos podría conducir a más ensayos nucleares. “El tema de los futuros ensayos nucleares está ligado a la política de Estados Unidos con nuestro país”, dijo a una delegación visitante de la agencia de noticias Kyodo, de Japón. “Si Estados Unidos sigue teniendo actitudes hostiles, no tendremos otra alternativa que dar los pasos físicos para lidiar con esto.” Si Bush se sale con la suya, esa presión será ejercida principalmente a través de la ONU, donde el Consejo de Seguridad está tratando de lograr una serie de sanciones, incluyendo un embargo de armas e inspecciones navales a los buques norcoreanos –que, según sostienen Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, debiera ampararse en el capítulo VII del estatuto de la ONU.

Esta formulación haría que cualquier sanción fuera obligatoria y abre la posibilidad teórica de una acción militar –aunque Bush la descartó–. Pero las otras dos potencias con poder de veto, China y Rusia, mientras que apoyan alguna forma de sanción, favorecen una acción más benigna. La actitud más crucial es la de China, cuyos embarques de alimentos y energía mantienen a Kim Jung-il en el poder, pero que a toda costa quiere evitar provocar el colapso y probable caos del régimen a lo largo de su frontera noreste.

Sin embargo Japón no tiene esos escrúpulos. Tokio ayer anunció una prohibición total de las importaciones de Corea del Norte, cerrando sus puertos a los buques norcoreanos, y sus fronteras a casi todos los ciudadanos norcoreanos. Japón advirtió al nuevo primer ministro, Shinzo Abe que estaba “en grave peligro”. Los pasos era esenciales para salvaguardar las vidas y la propiedad de los japoneses, dijo. “Estas medidas se tomaron para proteger la paz.” Asumiendo que las sanciones son aprobadas por todo el gabinete mañana, causarán un malestar significativo al régimen de Pyongyang, privándolo de sus preciosas ganancias en divisas y cortando efectivamente las comunicaciones personales entre Japón y Corea del Norte que no tienen relaciones diplomáticas formales.

En su conferencia de prensa, un particularmente defensivo Bush rechazó las acusaciones de que la prueba nuclear del lunes en un lugar remoto al noreste de Corea del Norte probaba que su política había fracasado. En cambio, culpó a la “intransigencia” de Kim Jung-il de la crisis actual. Corea del Norte había estado tratando de conseguir bombas y misiles “mucho antes de que yo asumiera”, y era responsable de lo que había sucedido.

Pero el presidente no pudo explicar por qué había declarado una vez que una Corea del Norte nuclear era “intolerable” –y sin embargo ahora había permitido que sucediera–. También esquivó preguntas sobre cualquier “línea roja” que no pudiera cruzarse en el futuro, diciendo simplemente que la comunidad internacional estaría enviando “un claro mensaje” de sus opiniones sobre Pyongyang.

Su ambigüedad reflejaba la realidad que él, como el presidente Clinton durante la confrontación de 1994, se vio obligado a aceptar. A pesar de las palabras duras, y de lo desagradable de la perspectiva de una Corea del Norte nuclearmente armada, Estados Unidos no tiene una opción a su alcance que no provoque una guerra abierta en la península coreana. Aunque Bush evitó culpar a su predecesor democrático en la Casa Blanca, el tema de “quién perdió control sobre Corea del Norte” figura ya en la campaña para las elecciones legislativas de noviembre –y sembró dudas sobre la campaña de elección presidencial dentro de dos años.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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