Sáb 11.11.2006

EL MUNDO

Después de la matanza, Israel cerró las fronteras de Gaza y Cisjordania

Tel Aviv declaró ayer un estado de alerta máxima y ordenó el cierre de los territorios ocupados, aunque dijo que permitirá el paso de convoyes humanitarios y a los palestinos que trabajan en Israel. Temen una ola de atentados tras la masacre de Beit Hanún.

Israel declaró ayer un estado de alerta máxima y cerró el paso a los territorios de Cisjordania y Gaza durante el fin de semana por temor a atentados palestinos tras la matanza de Beit Hanún. El ejército israelí informó en un comunicado que el cierre fue impuesto al amanecer de ayer y no se permitirá la entrada de palestinos de esas dos regiones al territorio de Israel hasta hoy por la noche. El comunicado aclara que las fronteras sólo estarán abiertas al paso de convoyes humanitarios aprobados por la Oficina de Coordinación y Enlace del Ejército y a unos 7000 palestinos que tienen autorización para trabajar en Israel o por motivos religiosos. Igualmente permanecen abiertos los pasos fronterizos de Karni, Erez, Sufa, Nahal Oz y Kerem Shalom, todos ellos con Gaza, para el abastecimiento de mercancías.

El estado de alerta máxima en Israel fue declarado después de que el miércoles 19 civiles palestinos murieran en un bombardeo por error del ejército israelí en el norte de Gaza. Según la investigación preliminar, siete proyectiles de 155 milímetros alcanzaron varios edificios de viviendas en Beit Hanún, donde hubo trece miembros de una misma familia entre las víctimas. El ejército sostuvo que el accidente se debió a una tarjeta electrónica defectuosa instalada en los sistemas de guía del cañón cinco días antes del bombardeo. La tarjeta alimentó el sistema de la pieza de artillería con las coordenadas erróneas, lo que provocó el desvío de siete proyectiles hacia las viviendas civiles, a unos 500 metros del bosque que querían bombardear.

Después del bombardeo, distintas organizaciones armadas palestinas amenazaron con reanudar los atentados suicidas en Israel, lo que llevó a su gobierno y al ejército a declarar el alerta máxima. Un responsable de seguridad precisó que tras el ataque de Beit Hanún, “los servicios de inteligencia registraron no menos de 80 alertas de ataques inminentes de palestinos a blancos israelíes”.

Ayer, la policía concentraba sus esfuerzos en la parte oriental de Jerusalén Este, donde residen unos 200.000 palestinos, y que ha sido foco de tensión en el pasado por el efecto devastador que suele tener cualquier protesta en el que es el tercer lugar más sagrado para el Islam, la mezquita de Al-Aksa. Miles de agentes rodearon al amanecer la ciudad antigua de Jerusalén para restringir el acceso a la Explanada de las Mezquitas a mayores de 45 años y con cédula de identidad israelí. Como resultado, sólo unas 10.000 personas han podido acceder a los rezos en la Explanada.

El dispositivo de seguridad israelí ha estado dirigido de forma excepcional por el ministro de Seguridad Interior, Avi Dichter, y por el jefe de la Policía, Moshé Karadi, ambos conscientes de la necesidad de relajar la tensión en la zona. Ayer, varios cientos de palestinas se manifestaron desde Al-Aksa hasta la comisaría del Muro de los Lamentos, así como junto a la Puerta de las Flores y en las calles Saladino y Sultán Suleimán. La policía cerró ayer todas las calles alrededor de la ciudad amurallada para impedir la entrada de vehículos y que los manifestantes trasladaran las protestas a los lugares santos en el interior.

Militares y guardias fronterizos también fueron desplegados en el sector del estadio de la Universidad Hebraica, donde ayer se reunieron unos 4000 homosexuales que realizaron una fiesta del Orgullo Gay. Los organizadores de ese evento aceptaron el jueves pasado anular el desfile que estaba previsto en las calles de Jerusalén a raíz del estado de alerta. Los participantes, sobre todo miembros de movimientos de jóvenes y diputados de partidos de izquierda, agitaban carteles con las leyendas “¡Igualdad, ahora!”, “Hay muchas maneras de ser judío” y “Jerusalén, libre y orgulloso”. La celebración del Orgullo Gay en Jerusalén fue objeto de fuertes críticas en Israel, de parte de los judíos ortodoxos, así como de las autoridades islámicas y cristianas, porque consideran que equivale a una “profanación” de la Ciudad Santa. Según testigos, grupos de judíos ultraortodoxos se reunieron ayer para rezar en los barrios religiosos de Jerusalén.

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