EL MUNDO › REPORTAJE AL NACIONALISTA PERUANO OLLANTA HUMALA A DIAS DE LAS MUNICIPALES
Más que crítico con Alan García, que lo derrotó en las presidenciales, enfrenta un difícil panorama para el próximo domingo, con su partido dividido y acusaciones penales por abusos a los derechos humanos cuando era militar en actividad. Sus definiciones ideológicas y sus modelos en el continente.
› Por Carlos Noriega
Ollanta Humala recorre el país apoyando a sus candidatos para las elecciones regionales y municipales del domingo 19, pero las encuestas no favorecen a su partido. Durante una de sus breves estadías en Lima, el ex comandante nacionalista y candidato derrotado en las presidenciales de esta año recibió a Página/12 en una pequeña oficina de su local, acondicionado en una casa de un barrio residencial de clase media alta. En la entrada, el inmenso letrero con la foto de Humala abriendo los brazos parece un desafío en medio de territorio enemigo. El líder del Partido Nacionalista analizó los primeros cien días del gobierno de Alan García y no se guardó ninguna crítica, advirtiéndole que podía ser derrocado por un movimiento de protestas populares si no cambiaba el rumbo de su gobierno. También habló de las divisiones en su propio partido, del poco apoyo que las encuestas les dan a sus candidatos para las elecciones del próximo domingo y del juicio en su contra por violaciones a los derechos humanos. El ex comandante ratificó sus cuestionamientos al modelo neoliberal y sus coincidencias con Hugo Chávez, Evo Morales, Néstor Kirchner, Lula, Rafael Correa y Daniel Ortega, pero, al mismo tiempo, insistió en aclarar que no le gusta que lo llamen de izquierda.
–¿Cuál es su balance de la gestión del presidente Alan García?
–Es una gestión muy mala, porque no ha cumplido con lo que ofreció en las elecciones ni con el deseo del pueblo peruano, que pidió un cambio en esas elecciones. Como candidato fue contestatario al modelo económico neoliberal y como presidente se ha coludido con el poder económico. Ha traicionado sus promesas electorales.
–¿Cuáles promesas?
–Ofreció anular la constitución fujimorista, que surgió de un golpe de Estado y es delincuencial e ilegítima, y retornar a la de 1979, cosa que no ha hecho. Ofreció imponer un impuesto a las sobreganancias de las empresas mineras y ha cambiado esa propuesta por el pedido de un aporte extraordinario a las mineras, que yo llamo una limosna, porque las regalías que las mineras deberían pagar suman cerca de dos mil millones de dólares y él está consiguiendo solamente unos 150 millones de dólares anuales con ese aporte voluntario, dinero que además manejarán las mineras y no el Estado. Tampoco ha cumplido con retirar la firma de (el ex presidente) Toledo del Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos como prometió, y, más bien, ahora apoya ese tratado y ha ido a Estados Unidos a suplicar que firmen el TLC. Tampoco ha cumplido con recuperar los derechos laborales. La lista es larga.
–No le gusta el gobierno de García.
–Es un gobierno para los ricos. Lo paradójico es que en la campaña García acusó a Lourdes Flores (la candidata presidencial de la derechista Unidad Nacional) de ser la candidata de los ricos y ahora él se ha convertido en el presidente de los ricos. Representa la continuación del modelo neoliberal que en América latina no ha traído ningún beneficio. Se ha formado un triunvirato para gobernar, entre el APRA (el partido oficialista), Unidad Nacional y el fujimorismo.
–¿Para qué haría un acuerdo así con Fujimori?
–Para que apoye a su gobierno a cambio de impunidad. El gobierno no tiene ningún interés en extraditar a Fujimori. Ese es el precio que estaría pagando Alan García por haber recibido el apoyo del fujimorismo durante la segunda vuelta.
–Si hace un gobierno tan malo, ¿cómo explica que García tenga cerca del 60 por ciento de aprobación?
–Yo desconfío de las encuestas. La mejor encuesta es la calle y recorriendo el país noto que hay mucho descontento con el actual gobierno. Y solamente van cien días.
–Usted ha dicho que los sistemas políticos en América latina están colapsando y que eso explica que varios gobiernos hayan caído en distintos países.
–Y Alan García se está constituyendo en el último capitán del viejo barco, que probablemente no llegue a puerto.
–¿Cree que García caerá?
–Existe el riesgo de que no termine su mandato. Ya hemos visto cómo en Bolivia, Ecuador, Argentina han caído gobiernos por levantamientos populares. En el Perú tenemos el antecedente de Fujimori, que fue expulsado de Palacio por la población.
–¿Y cree que a García le va a pasar lo mismo? ¿Qué rol jugaría usted en ese eventual levantamiento?
–Que caiga o no dependerá de Alan García, eso no está en nuestros manos. Yo no estoy promoviendo esto, solamente estoy haciendo un análisis de lo que puede ocurrir si García no cambia.
–¿Y cuánto tiempo cree que tiene García?
–No lo sé. No quiero hablar de tiempos. Es algo que se irá generando poco a poco y que puede terminar en una convulsión social.
–¿Qué cambios cree que debería adoptar García para evitarlo?
–Debería plantear una nueva relación entre el Estado y el capital transnacional, replantear la repartición del poder a través de una nueva Constitución, porque la actual Constitución fujimorista le entrega la propiedad de los recursos naturales a las transnacionales. Tendría que dejar de lado el TLC con Estados Unidos, porque traerá la destrucción de importantes sectores productivos del país. En esas condiciones no veo cómo podrá gobernar García.
–En una semana hay elecciones regionales y municipales y las encuestas adelantan que a su partido no le va a ir bien. ¿Qué está pasando con el Partido Nacionalista?
–El pueblo no se siente representado por los partidos nacionales y por eso aparecen muchas agrupaciones regionales. Eso también nos afecta a nosotros. En estas elecciones participan más de 13 mil agrupaciones y eso distorsiona el voto. Ninguno de los partidos nacionales va a tener el protagonismo que tuvo en las elecciones presidenciales. Nosotros somos un partido nuevo y no tenemos ningún gobierno regional ni alcaldía, así que si logramos uno ya estamos ganando algo.
–Ustedes tuvieron más del 30 por ciento en la primera vuelta de las presidenciales y ganaron en 15 de 25 regiones del país. Si no repiten ese resultado será una derrota.
–No, porque no se pueden comparar los resultados de las elecciones presidenciales con los de las elecciones regionales y municipales. Esta vez yo no soy candidato a nada, así que no me pueden evaluar según los resultados de estas elecciones.
–Pero sí se puede evaluar la evolución del apoyo a su partido comparando ambos resultados electorales.
–Así no se pueden medir las cosas porque las elecciones regionales y municipales obedecen a otra dinámica que las presidenciales. Los candidatos de los movimientos locales dispersan el voto nacionalista, porque muchos de ellos tienen un discurso que está dentro del espacio político nacionalista pero han decidido mantener su independencia en estas elecciones. Nuestro objetivo no son estas elecciones regionales y municipales, sino construir un partido para los próximos cien años.
–Pero la realidad es que su partido antes de estar consolidándose atraviesa problemas de división. Ganaron 45 bancas en el Congreso y ahora sólo tienen 22.
–Lo que ha pasado es que como nosotros no teníamos la inscripción legal para postular en las elecciones presidenciales tuvimos que aliarnos con otra agrupación, que fue Unión por el Perú (UPP), y ahora esa alianza se ha roto porque fuimos como socios de un proyecto y la mayoría de congresistas de UPP se ha alejado del proyecto nacionalista y están votando junto con el gobierno.
–También hubo deserciones dentro del Partido Nacionalista.
–Es verdad, también han habido varios nacionalistas que han traicionado el proyecto. Eso me da mucha pena. Pero hay que entender que este es un proyecto joven que está en proceso de construcción.
–Ha tenido varios meses para analizar su derrota electoral. ¿Cree que el apoyo que le dio Hugo Chávez terminó siendo un factor clave para esa derrota?
–No sé, creo que eso no es importante. Lo importante es que para derrotar nuestra candidatura se unieron todos los que defienden el actual modelo neoliberal, como la derecha, los grupos de poder económico, los medios de comunicación, que hicieron un todos contra Humala. Nosotros nos enfrentamos a todo el sistema y estuvimos muy cerca de ganar. Y seguimos enfrentándonos a ellos, porque nos siguen haciendo la guerra para tratar de destruirnos. Una muestra de ello es la persecución judicial en mi contra.
–Lo que hay es un juicio en su contra por cargos de violaciones a los derechos humanos cuando usted fue capitán del ejército en una zona contrasubversiva.
–Yo soy inocente y probaré que todas esas acusaciones son una calumnia.
–¿Qué opina de las acusaciones contra los militares por violaciones a los derechos humanos?
–Lo que yo creo es que hay mucha hipocresía y cobardía en este tema, porque se acusa a los militares de violaciones de los derechos humanos pero los políticos que gobernaron y planificaron la estrategia antisubversiva no asumen sus responsabilidades. Cuando yo estaba en el ejército, durante el primer gobierno de Alan García (1985-90) se hizo un manual para operaciones contrasubversivas que ordenaba neutralizar y eliminar a los miembros del aparato político de Sendero Luminoso. Y no estamos hablando de eliminar al enemigo en combate. ¿No es acaso Alan García, que era el jefe supremo de las Fuerzas Armadas, el responsable de que se haya dado ese manual que era la Biblia de los militares en las zonas contrasubversivas? Ahora se quiere mandar a los tribunales solamente a los militares que aplicaron esas órdenes, pero los políticos que las dieron no asumen sus responsabilidades.
–¿Y los militares que mataron o torturaron no deben asumir también sus responsabilidades?
–Que se juzgue a quienes estuvieron involucrados en casos de violaciones a los derechos humanos, pero que los políticos que gobernaron también asuman sus responsabilidades. Yo soy inocente.
–¿Usted como militar aplicó ese manual que ordenaba asesinar y que, según dice, era la Biblia de todos los militares?
–No, yo no lo hice. Por el contrario, yo me opuse a ese manual porque nunca estuve de acuerdo con lo que decía.
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