Dom 13.01.2002

EL MUNDO  › UNO DE LOS PUNTOS DIVISIVOS

ligión en cuestión

Por H.T.

Los fundadores del Estado de Israel nunca establecieron unas claras reglas en las relaciones entre nación, Estado, religión y territorio. Sin duda, tres años después del holocausto y amenazados por los vecinos árabes, había dificultades para hacerlo. Pero muchos males actuales tienen relación con este hecho, desde la amenaza exterior a la agresión interna por parte del radicalismo de colonos y ultraortodoxos, hasta el uso y abuso de religión y nación en litigios de poder. ¿Puede el Estado de Israel ser un país que viva en seguridad y fronteras reconocidas, en paz con sus vecinos, incluido el Estado palestino, si cualquier estadista está siempre a merced de quien hace de la religión argumento político, carta de ciudadanía y árbitro de tratados fronterizos? Hoy comienza en Israel –y en las comunidades judías de todo el mundo– la fiesta de las velas, conocida como la Januká. Rememora la hazaña de los Macabeos al vencer a los muy superiores ejércitos griegos de Siria en el siglo II antes de Cristo. Pero también, para los judíos religiosos, el milagro que permitió a los vencedores iluminar el templo durante ocho días con el aceite de una sola jornada. Ocho días de fiesta y polémica servida. Los sionistas de primera hora quisieron desterrar a Dios y a los milagros de esta fiesta y conmemorar la confianza en el esfuerzo humano y en la autodefensa nacional de los Macabeos. En unos colegios se celebrará de forma religiosa; en otros, con recuerdos a los pioneros sionistas o fiestas de discoteca.

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