Una vez más, el ex dictador Augusto Pinochet Ugarte divide a los chilenos. Un infarto de miocardio y un edema pulmonar en la madrugada de ayer –que lo mantienen consciente, pero grave–, tiene a una parte del país rezando y a otra con la champaña fría esperando por su descorche. Es que tras diversas visitas a centros asistenciales, desde que en 1998 basó su defensa judicial en problemas mentales y de salud, el nonagenario ex militar ha mostrado un franco deterioro físico, pero ninguno tan complicado como el actual cuadro, que lo mantiene internado en la Unidad de Tratamiento Intensivo (UTI) del Hospital Militar.

Pinochet fue llevado en ambulancia desde su domicilio en el exclusivo barrio de la Dehesa, junto a su esposa, Lucía Hiriart, y su hijo Augusto, luego de que su médico personal evaluara la gravedad del infarto. El viaje no demoró más de diez minutos, tiempo fundamental para que llegara con vida al recinto de salud. El hospital confirmó la noticia a las 7 de la mañana (misma hora de Argentina) y desde esa momento comenzaron a llegar numerosos adherentes de quien gobernara de facto Chile entre 1973 y 1990, para expresar su apoyo con cánticos y pancartas que hicieron recordar la época de esplendor de Pinochet. Gritos que aumentaban los decibeles cuando aparecía algún familiar, compañero de armas o algún personaje conocido de los cada vez menos que se atreven a defenderlo en público.

Cerca de las 9, el médico residente del centro asistencial castrense, Juan Ignacio Vergara, ratificaba que la condición de Pinochet es grave. “Sin duda un infarto al miocardio es un riesgo vital, de extrema gravedad.” Con estas palabras todo el país entendió que la cosa venía seria y que el día más esperado por muchos y menos deseado por otros estaba por llegar. “La evolución de un infarto al miocardio es inestable, pero esperamos que mejore, en un cuadro general complejo, dado los 91 años de edad del ex gobernante de facto, y su diabetes”, agregaba Vergara, poniendo los pelos de punta no sólo a sus partidarios, sino que al propio gobierno de Michelle Bachelet.

Pasadas las horas, Pinochet fue sometido a una angioplastia que consiste en dilatar la arteria obstruida para mantener el funcionamiento del corazón. En cuanto al edema pulmonar, trascendió que es un problema secundario, derivado de la falla cardíaca. Este problema está controlado.

El resto de la jornada se vivió con rumores de mejora y empeoramiento. Todo coronado con la extremaunción que, según se supo, le dio el capellán del ejército de Chile, Iván Wells, y la posibilidad –previa consulta a sus familiares más cercanos– de intervenirlo nuevamente, esta vez, a corazón abierto. Finalmente, esta opción se desechó.

Al caer la tarde, en el último parte hospitalario del día, el médico tratante, Juan Ignacio Vergara, señaló que las próximas 24 a 48 horas serán clave en la evolución del ex dictador. “Es difícil decir que esté fuera de peligro. Las primeras 24 a 48 horas después de estos procedimientos son importantes”, dijo el profesional, y subrayó que el estado del ex general “sigue siendo grave”. Acto seguido, precisó que se colocó una malla dentro de la arteria coronaria que está tapada, que la dilata y restablece el flujo. Consultado por un posible by pass, el doctor Vergara señaló que “por el momento está descartada” dicha cirugía. (Pero) “no podemos hablar todavía (de que esté a salvo), porque podrían venir otras complicaciones”, aunque añadió que la evolución de Pinochet “ha sido bastante satisfactoria”, y además “está consciente, se comunica con nosotros, se comunica con la familia”, dijo. El próximo informe médico sobre la salud del retirado general será entregado hoy al mediodía.

Gobierno

A la misma hora en que el Hospital Militar confirmaba la noticia, el ministro vocero de La Moneda, Ricardo Lagos Weber, fue informado de la situación de salud de Pinochet. A los minutos comunicó el panorama a la presidenta Bachelet, quienes en conjunto han monitoreado la evolución del episodio, incluyendo al comandante en jefe de la Fuerzas Armadas, general Oscar Izurieta, en los contactos. Uno de los temas que se han venido hablando en Chile ya sea en los pasillos de La Moneda, el Congreso, los partidos políticos e incluso en los café y restaurantes públicos es qué hará el Gobierno o cómo se efectuarán los funerales del ex dictador. En este escenario, consultado Lagos Weber sobre si el posible deceso del ex gobernante es un teatro que complica al palacio presidencial, respondió tajante, “no, en absoluto, esto es un tema de salud de una persona y a nosotros sólo nos cabe observar aquello”. Recordó –tal como lo hizo en agosto pasado, en otra crisis de Pinochet– que “es de mal gusto hablar de funerales cuando las personas están con vida”.

Bachelet no estaría obligada a asistir y rendir honores en caso de un eventual deceso del ex general, debido al carácter interpretativo del Ceremonial de Protocolo de la Cancillería. La propia jefa de Estado –víctima de torturas junto a su madre y cuyo padre, un ex uniformado fiel a Salvador Allende, fue asesinado por el régimen militar– cuando era candidata a La Moneda, dijo que la “violentaría tremendamente” rendir honores a Pinochet, debido a que enfrenta procesos por derechos humanos y enriquecimiento ilícito. Hace cuatro meses, el comandante en jefe del Ejército, general Oscar Izurieta, señalaba que mientras el ex dictador goce de inocencia presumida de todos los cargos que se le imputan, la institución tendrá que rendirle honores.