El ex dictador chileno evolucionaba de su estado grave, tras sufrir un infarto y un edema pulmonar el domingo. Manifestantes pinochetistas descargaron su tensión en Cheyre, el ex jefe del ejército, y se enfrentaron con militantes de derechos humanos.
Augusto Pinochet evoluciona del estado crítico. Así lo anunciaron ayer los médicos del Hospital Militar de Santiago, en donde el domingo había ingresado después de sufrir un infarto y un edema pulmonar. Afuera, en tanto, un pequeño grupo de simpatizantes del ex dictador se mantuvo inamovible durante toda la noche del domingo y ayer, rezando y cantando por su salud. Pero no todo fue tan tranquilo. Durante la tarde, estas veinte personas agredieron al ex jefe del ejército, el general retirado Juan Emilio Cheyre, quien había decidido visitar a su ex compañero de armas. También se enfrentaron con unos cincuenta militantes de la Juventud Comunista, recordando los enfrentamientos de 1998, cuando Pinochet volvió al país después de su larga detención en Gran Bretaña.
Junto con el parte médico, el ex dictador recibió la noticia de que la 5ª Sala de la Cámara de Apelaciones de Santiago decidió por unanimidad concederle la libertad provisional, previo pago de una fianza de 1800 dólares. El fallo revirtió la orden de arresto domiciliario dictada hace exactamente una semana por dos nuevos casos en la causa conocida como “Caravana de la Muerte”. Esta fue la operación que realizó la dictadura en las semanas siguientes al golpe del 11 de septiembre de 1973 para rastrear y asesinar a los principales dirigentes de los partidos de izquierda. El juez Víctor Montiglio había determinado la responsabilidad directa de Pinochet en el secuestro y desaparición de dos de los guardaespaldas del presidente derrocado Salvador Allende. Los abogados querellantes volvieron a demostrar las pruebas que vinculaban al ex dictador con estos crímenes, pero el tribunal privilegió el frágil estado de salud del veterano jefe militar. “Me sorprende que el general se haya recuperado de forma tan óptima en menos de 24 horas”, aseguró uno de los querellantes, Hugo Gutiérrez, al salir de los tribunales.
Ayer, otra vez, la figura del ex dictador dividió a los chilenos. Sin embargo, la escena fue muy diferente de la de años atrás. Ya no son cientos y miles los que defienden a Pinochet en sus años de mano dura. Incluso sus seguidores reconocieron que su presencia era mínima comparada a otras ocasiones. “De a poco están llegando más. Es que son muy mal agradecidos los chilenos”, se lamentó Lucila Ruiz Vergara, una de las tantas mujeres que pasó toda la noche afuera del hospital. “Todos tienen miedo de los comunistas, por eso no vienen”, fue la explicación que eligió Mauricio Schiapacasse, uno de los pocos hombres que permanecieron horas esperando nuevas noticias sobre la salud del anciano militar.
A pesar de ser pocos, los seguidores del ex dictador se hicieron sentir al protagonizar varios incidentes, que terminaron con algunos detenidos. Después de toda una noche sin noticias, los manifestantes propinochetistas descargaron su tensión en Cheyre, el ex jefe del ejército. El general retirado había ido a visitar a su ex compañero en secreto. Sin embargo, cuando salió del hospital lo vieron y una lluvia de monedas cayó sobre él y su auto. Las mujeres le gritaban “traidor”, “cobarde”, “desleal”, “gallina” e “hipócrita” a Cheyre, quien fue el primer jefe castrense que intentó desvincular a las Fuerzas Armadas de la figura de Pinochet y, según los manifestantes, no hizo nada para evitar el avance de los juicios por violaciones de derechos humanos.
Otro que visitó al ex dictador fue el arzobispo de Santiago, el cardenal Francisco Javier Errázuriz. El religioso aseguró que Pinochet estaba mucho mejor de lo que se decía en las noticias, destacó que lo había reconocido de inmediato e hizo un llamado a la solidaridad de todos los chilenos. “Siempre que hay una persona que está con gran dolor, con problemas y la posibilidad de fallecer, hay que ser solidarios con esa persona”, afirmó el cardenal. Además de la familia del ex dictador y algunos allegados, los que desearon su pronta recuperación fueron los familiares de las tres mil víctimas que dejó su dictadura. “Quisiéramos que Augusto Pinochet viva por mucho tiempo más, para que él o su familia aporten a los tribunales la información que se han negado a entregar para esclarecer los crímenes cometidos”, afirmó Viviana Díaz, secretaria general de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.
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