EL MUNDO › ENTREVISTA A ALVARO GARCIA LINERA, VICEPRESIDENTE DE BOLIVIA
García Linera analiza el primer año de Evo. Asegura que habrá tres niveles de autonomías: departamental, municipal e indígena-regional.
› Por Pablo Ortiz
Desde La Paz
Alvaro García Linera luce más canas que hace un año. Está en la oficina presidencial del Palacio Quemado, mientras Evo se encuentra en la mesa de presidentes del Mercosur, comenzando un lío diplomático con Alvaro Uribe. Mientras espera a los senadores del oficialista Movimiento al Socialismo, se relaja y habla de todo lo que pasó en los últimos 12 meses. A lo largo de dos horas, admitirá que la economía estuvo mejor que la política, anunciará cambios e intenciones de reconciliación con el Oriente.
–¿Cómo evalúa el primer año de gestión del Movimiento al Socialismo?
–Es un año de grandes cambios estructurales del país, cuyos resultados hay que esperar un tiempo para que se visibilicen con más fuerza.
–¿Dónde están los grandes cambios?
–En lo económico hemos cambiado la matriz productiva del país. En 2005 recibimos un país en el que el Estado participaba o controlaba entre el 7 y el 8 por ciento del Producto Bruto Interno (PBI). Hoy, en este día, en este mes, el Estado está controlando un 18 o 19 por ciento del PBI. Hemos pasado de una economía que estaba en manos de sectores productivos externos a una en la que el Estado se ha convertido en el principal sector empresarial. Con ello le hemos dado una estocada al corazón del neoliberalismo.
–¿Eso es gracias a los hidrocarburos?
–Sí, básicamente en hidrocarburos. Pero ése es nuestro cambio más visible. El segundo cambio más importante es este proceso de multiculturación del Estado boliviano. Teníamos un Estado en el que sus instituciones y sus gobernantes eran monoculturales y monoétnicos. Hoy es un Estado multicultural.
–Y en lo político, ¿hubo cambios?
–Es lo que podría denominarse la constitución de un Estado social, que define políticas en base a consultas. Este es el primer gobierno que tiene la capacidad de ir construyendo en la informalidad una especie de consejos económicos sociales con los diferentes sectores organizados: empresariales, campesinos, indígenas.
–Si vemos las cifras económicas, la gestión gubernamental es buena, pero el balance político es deficitario...
–Hemos tenido un buen desempeño económico y un regular desempeño político. Y no me vengan con la sonajera de algunos pseudo analistas del piloto automático, eso es una ilusión de café. No es piloto automático una excelente negociación para pasar de 2,5 a 5 dólares el precio del gas a la Argentina. Eso es con eficiencia técnica, un buen equipo y buenos cálculos de precios, e incluso la intervención del presidente que permitió cerrar la negociación. Eso desencadenó en otros procesos como la firma de los contratos petroleros.
–Pero algunas de esas decisiones no fueron, digamos, felices...
–Un error político nuestro que hay que asumir con hidalguía fue no haber encabezado las banderas de las autonomías. Si me pregunta cuál fue nuestra peor flaqueza política, ésta es la principal: no haber abanderado la reivindicación de unas autonomías solidarias, en el marco de la unidad, del conocimiento de las regiones y de los pueblos indígenas.
–¿Es tarde para liderarlas?
–No. Habrá tres niveles de régimen autonómico: el departamental, el municipal y el indígena-regional. Son tres niveles de autonomías que hay que complementarlas en el marco de la gran casa nacional.
–¿Cuál es ese marco?
–La casa nacional tiene cinco pilares que nunca pueden ser discutidos: impuestos, policía, recursos naturales renovables y no renovables, tierra y energéticos.
–Usted era visto como el hombre de la conciliación por el Oriente, hasta que llamó a andar con el fusil bajo el poncho en un discurso en Warisata. ¿Fue muy alto el costo de ese discurso?
–Lo intento explicar, a la distancia y con la frialdad necesaria: lo hice porque era un tiempo, lo dijo el presidente y los informes de inteligencia nos lo confirmaban así, estaba en marcha un proceso de conspiración. En esos meses (septiembre), en esas semanas había gente que estaba pensando que había que cerrar el paso y que había que acortar el tiempo de gestión de este gobierno.
–¿Estuvo o está en riesgo la democracia en Bolivia?
–No. Nuestra democracia es muy fuerte y ya está interiorizada en los hábitos, las esperanzas, las ilusiones y en los genes políticos.
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