EL MUNDO › DOS ALIADOS DEL PRESIDENTE BRASILEÑO PRESIDIRAN LA LEGISLATURA
En una votación clave para avanzar con las reformas planteadas en el nuevo plan económico del líder petista, los candidatos oficialistas se alzaron con las presidencias de ambas cámaras. En la Cámara baja un petista se impuso por sobre un representante de un partido aliado.
El futuro parece prometedor para el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva después de haber pasado la prueba en las votaciones de las presidencias del Congreso realizadas ayer. Tanto el Senado como la Cámara de Diputados serán dirigidos por sus aliados, lo que favorecerá la votación de medidas del programa económico para la aceleración del crecimiento, presentado por el gobierno el pasado 22 de enero. La votación por la presidencia del Senado fue casi un trámite: Renan Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), fue reelecto por amplia mayoría. En cambio la de Diputados obligó a una segunda vuelta entre dos candidatos oficialistas, logrando la victoria finalmente Arlindo Chinaglia, del Partido de los Trabajadores (PT).
Los 513 diputados y 81 senadores brasileños dieron inicio ayer a la 53ª Legislatura de un Congreso que no pasa por su mejor momento, después de los escándalos de corrupción que mancharon a decenas de los integrantes de la Legislatura saliente. En este sentido, el presidente saliente de la Cámara, Aldo Rebelo, del Partido Comunista de Brasil (PCdoB), recordó momentos más gloriosos de la institución, como su papel en la salida del régimen militar (1964-1985). “Esta Cámara enfrentó con cabeza erguida todos los desafíos y momentos. La Cámara sobrevive porque es fuerte y representa a todos los brasileños. El éxito de sus realizaciones será la victoria del pueblo brasileño”, expresó Rebelo.
Tras la jura de los diputados, se procedió a la votación por la presidencia de la Cámara, un puesto clave para el avance de los proyectos del gobierno porque tiene el poder de definir los temas que deben ser votados. Además, el jefe de diputados es el segundo en la línea sucesoria del presidente de la República, después del vicepresidente, y es quien acepta o rechaza eventuales pedidos de impeachment del jefe de Estado.
La elección estuvo reñida: el comunista Aldo Rebelo, que buscaba la reelección en su cargo para evitar, según él, que el PT concentrase tanto poder, se batió con el petista Arlindo Chinaglia, un médico de 57 años cercano a Lula. En la primera vuelta, Chinaglia obtuvo 236 votos, Rebelo 175 y el opositor del Partido Social Demócrata (PSDB), Gustavo Fruet, 98, con lo que quedó eliminado de un segundo turno. La segunda votación dio por ganador a Chinaglia con 261 votos contra 243 de Rebelo.
Si bien Lula había optado por no expresar su favoritismo por ninguno de los dos candidatos, esta elección supuso una victoria para el mandatario, quien tendrá un parlamentario de su propio partido al frente de la Cámara. Sin embargo, las críticas ante la división del oficialismo no se hicieron esperar. El diputado y ex ministro de Integración Nacional Ciro Gomes, del Partido Socialista de Brasil (PSB), dijo que habría sido mejor un entendimiento entre Rebelo y Chinaglia para evitar una fractura en la base aliada. “Considero una insensatez que dos fuerzas políticas aliadas no encuentren una fórmula (...) para salir unidas del episodio”, afirmó. Por su parte, Lula minimizó con una broma el riesgo de que la disputa deje heridas graves en su alianza, al afirmar que “con un poco de mercurio se resuelve el problema”, haciendo alusión al metal líquido que tiene gran capacidad de amalgamar.
La votación en el Senado, en cambio, fue mucho más rápida. El presidente saliente, Renan Calheiros, del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB, de la alianza oficialista), fue reelegido con 51 votos contra 28 para el opositor José Agripino Maia, del Partido del Frente Liberal (PFL, derecha). Calheiros, un abogado de 51 años, probó ya en su anterior mandato de dos años su lealtad a Lula al promover no sólo el apoyo de su partido a la reelección del mandatario, sino también al colocar en la pauta de votación proyectos de interés del Ejecutivo. La elección en el Senado aportó además tranquilidad al gobierno, ya que la coalición de 11 partidos que lo apoyan votaron en bloque, lo que se espera se repita a la hora de votar las iniciativas del nuevo programa económico, que incluye entre otros cosas reducciones impositivas y la creación de un fondo para obras de infraestructura.
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