Jue 19.04.2007

EL MUNDO  › CINCO ATENTADOS Y CERCA DE 200 MUERTOS EN LA CAPITAL IRAQUI

Bagdad vivió su día más sangriento

La sucesión de estallidos de coches-bomba evidencia el fracaso del nuevo plan de seguridad de la administración Bush, que hace eje en cuidar la capital, dividiéndola en sectores.

› Por  Patrick Cockburn *

El de ayer quedará como un día de infamia para los iraquíes, a quienes Estados Unidos les dice repetidamente que su seguridad está mejorando. Casi 200 personas murieron en uno de los días más sangrientos de la guerra de cuatro años, cuando autobombas estallaron en cinco barrios de la ciudad, exponiendo el fracaso del plan de seguridad de Estados Unidos en dos meses. Después de las explosiones, los soldados estadounidenses e iraquíes que corrieron a las escenas de las bombas fueron atacados con piedras por multitudes enojadas que gritaban: “¿Donde está el plan de seguridad?” “No estamos protegidos por este plan.”

Nubes de humo negro aceitoso subían sobre la capital iraquí a medida que las cinco bombas explotaban en los atestados mercados y calles y dejaban el suelo cubierto de cuerpos chamuscados y piernas y brazos amputados. “Vi docenas de cadáveres”, dijo un testigo en Sadriyah, un barrio de chiítas y kurdos en Bagdad occidental, donde 118 personas murieron y 139 resultaron heridas. “Algunos habían muerto quemados vivos dentro de los minibuses. Nadie podía llegar a ellos después de la explosión. Hay restos de carne humana en todos lados. Las mujeres gritaban el nombre de los seres queridos que habían muerto.”

La escalada en ataques con bombas devastadoras de los insurgentes sunnitas contra los civiles chiítas está desacreditando el plan de seguridad de Estados Unidos, implementado por un “aumento” en el número de soldados estadounidenses. Lanzado el 14 de febrero, estaba destinado a darle al gobierno iraquí mayor control sobre las calles de Bagdad. La milicia del Ejército Chiíta Mejdi, a la que se culpa por operar los escuadrones de la muerte contra los civiles sunnitas, había adoptado un bajo perfil y evitado la confrontación militar con Estados Unidos, pero es improbable que esto continúe después de estos ataques devastadores con bombas. El primer ministro iraquí, Nouri al Maliki, es visto como incapaz de defender a su propio pueblo. Después de las explosiones un hombre sacudió sus brazos y gritó enojado: “¿Dónde está Maliki? Que venga y vea lo que sucedió aquí”. Las enfurecidas multitudes les gritaban a los soldados estadounidenses e iraquíes que llegaron después de las explosiones “¡Abajo con Maliki!”.

El peor ataque fue en el mercado de carne y vegetales de Sadriyah, en el centro de Bagdad. Ya había sido el blanco de una de las peores atrocidades de Bagdad cuando el 3 de febrero un terrorista suicida detonó un camión matando a 137 personas. Algunas de las bajas de ayer eran obreros de la construcción, que están reconstruyendo el mercado. Uno de los obreros, Salih Mustafá, de 28 años, dijo que estaba esperando un minibús para irse a su casa cuando estalló la bomba a las 4.05 de la tarde. “Corrí con otros para dar una mano y ayudar a las víctimas”, dijo. “Vi tres cuerpos en un carro de madera, y los automóviles civiles estaban ayudando a transportar a las víctimas. Era horrible.”

No hay duda de que el objetivo de las bombas era matar la mayor cantidad de civiles chiítas posible. Una media hora antes de la explosión de Sadriyah, un terrorista suicida había embestido contra un puesto de control de policía a la entrada de un gran bastión chiíta en Sadr City, en el este de Bagdad. Es también el baluarte del clérigo nacionalista chiíta Muqtada al Sadr. La explosión mató a 33 personas e hirió a 45, según la policía. Subía humo negro de los vehículos en llamas, mientras la gente se abría paso entre los retorcidos fierros de los automóviles para tratar de rescatar a los heridos. En otro barrio chiíta, Karada, un automóvil estacionado explotó matando a 11 personas e hiriendo a 13.

Las bombas estallaron horas después de que Maliki dijera que las fuerzas de seguridad iraquíes tomarían el control total de todo el país para fin de año. Seis ministros que apoyaban a Muqtada al Sadr se acaban de retirar del gobierno porque Maliki no le pidió a Estados Unidos que fijara una fecha para la retirada de sus tropas. La fuerte comunidad chiíta de 17 millones, la mayoría de la población iraquí, está aumentando la hostilidad hacia la presencia de Estados Unidos, mientras que los cinco millones de sunnitas generalmente apoyan la resistencia armada anti-estadounidense. Sólo los kurdos apoyan totalmente a Estados Unidos.

Los británicos entregaron ayer a Irak la responsabilidad de la seguridad en la provincia de Maysan. “Luego será provincia por provincia, hasta que logremos transferir a todas para fin de año”, dijo Maliki en un discurso dado en su nombre por el Consejero de Seguridad Nacional, Mowaffaq al Rubaie. Pero el traspaso del control político o de seguridad de Estados Unidos y Gran Bretaña a las autoridades iraquíes siempre fue engañoso. Los iraquíes creen, con bastante razón, que el control real permanece en las manos de las fuerzas ocupantes. El poder real en Irak está todavía en manos de Estados Unidos: el Servicio de Inteligencia iraquí fue fundado por la CIA; el Ministerio de Defensa está bajo fuerte influencia estadounidense; la Zona Verde, donde el gobierno iraquí tiene sus cuarteles, y donde viven muchos de sus miembros, está bajo la autoridad de Estados Unidos.

El éxito del plan de seguridad de Estados Unidos en Bagdad hubiera alimentado la creencia de que los iraquíes les brindaban seguridad. Los insurgentes sunnitas y las milicias chiítas crecieron en fortaleza en la capital iraquí en 2006 porque sus comunidades estaban aterradas con las bombas, los escuadrones de la muerte y los secuestros. Los ejércitos de Estados Unidos y de Irak sólo podían ganar aceptación si brindaban un nivel superior de seguridad. En esto están fracasando, a pesar de un aumento en las bajas estadounidenses con un promedio de cuatro soldados muertos por día en abril. Los funcionarios estadounidenses le restan importancia o no se dan cuenta de cuánto se ha deteriorado la situación en Bagdad. “Hemos visto un progreso inspirador y mucha evidencia de que nos enfrentaremos a graves desafíos”, dijo el mayor general William Caldwell, ayer en Bagdad.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.

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