El Partido Socialista Español perdió en votos en las municipales del domingo, pero le arrebató al Partido Popular una decena de capitales de provincia. La derecha subrayó su ventaja de votos y Acción Nacionalista Vasca –cercana a ETA– se hizo de 330 concejales.
› Por Oscar Guisoni
Desde Madrid
Socialistas y populares vivieron ayer una curiosa jornada de resaca postelectoral, proclamándose –ambos– ganadores de las reñidísimas elecciones municipales y regionales del domingo. Aunque puertas adentro a ninguno de los dos se les han escapado las fuertes señales políticas que han dejado los comicios, sobre todo si se los analiza de cara a las próximas elecciones generales de marzo de 2008. El PSOE de José Luis Rodríguez Zapatero perdió las elecciones, pero vio reforzado su poder territorial, arrebatándole a la derecha una decena de importantes capitales de provincia y con posibilidades –dependerá de las alianzas políticas– de arrebatarle dos de sus regiones tradicionales, Navarra y Baleares. Mientras que el PP, de la mano de su líder Mariano Rajoy, se vanaglorió de haber realizado las mejores elecciones municipales y regionales de su historia, y hasta se dio el lujo de proponerles a los socialistas un pacto a nivel nacional para apoyar a los candidatos más votados en cada ciudad y autonomía, una propuesta que los socialistas rechazaron de plano. Los otros grandes protagonistas de la jornada fueron los nacionalistas radicales vascos cercanos a las posiciones de ETA, que volvieron a los municipios luego de cuatro años de proscripción legal.
La sorpresiva propuesta negociadora del PP está lejos de ser una apuesta ingenua o un tendido de mano a su rival luego de continuos meses de agresiones que produjeron la mayor crispación de la vida política local que se recuerde desde el regreso de la democracia. En el caso de que los socialistas hubieran aceptado, tendrían que haber apoyado a los populares en la emblemática Navarra a cambio de recibir el apoyo de los populares en las Islas Canarias, donde el ex ministro de Justicia de Zapatero, Juan Fernando López Aguilar, les dio una de las mayores alegrías a los socialistas venciendo en un territorio en el que desconocían la victoria desde hace mucho tiempo. El mal negocio para los socialistas se hubiera hecho sentir también en la mayor parte de las capitales de provincia de Galicia, en las que el PP fue la primera fuerza, pero en las que no podrá gobernar porque se lo impedirá la previsible alianza de los socialistas con el Bloque Nacionalista Gallego, la tercera fuerza regional y aliada del PSOE en el gobierno regional.
El gesto negociador de Rajoy dejó entrever el duro golpe a nivel territorial sufrido por los populares, que perdieron ciudades históricas como Logroño, Jaén, Vigo, Orense o Mérida, a las que se suma por mérito propio Vitoria, la capital del País Vasco, la única ciudad significativa del conflictivo territorio autónomo que gobernaba el PP. Pero el PSOE también emerge golpeado de estas elecciones, razón por la cual las apreciaciones realizadas ayer por Zapatero suenan extremadamente cautas, al afirmar que está satisfecho con los resultados electorales, “y veo que el PP también”. Zapatero es consciente del duro varapalo sufrido por su partido en Madrid, donde su candidato Miguel San Sebastián se estrelló contra el carisma y la eficacia del más popular de los populares, Alberto Ruiz Gallardón. Sólo en la capital española, el PSOE perdió por una diferencia de 300 mil votos, exactamente el doble de la diferencia que el PP le sacó a nivel nacional.
La otra gran novedad de la jornada electoral fue el regreso a las instituciones de los sectores independentistas vascos que forman el entorno político de ETA. Amparados bajo el sello de Acción Nacionalista Vasca, un partido creado con la intención de eludir la prohibición que pesa sobre su histórico partido Herri Batasuna, los dirigentes de la izquierda vasca tuvieron que sortear antes de los comicios la persistente criba de los Tribunales de Justicia, que anularon 113 candidaturas sospechosas de formar parte del tejido social proetarra.
La acción de la Justicia no les impidió presentarse en gran parte de las ciudades y pueblos del País Vasco, alzándose con el 7,41 por ciento de los votos y transformándose en la cuarta fuerza política a nivel local detrás del Partido Nacionalista Vasco –que vio confirmada su primacía–, del PSOE y del PP, respectivamente. ANV consiguió hacerse de 330 concejales, logrando incluso la mayoría absoluta en 17 ciudades y siendo la candidatura más votada en otras 14. Pero sus 95 mil votos, a los que habría que sumar los cerca de 70 mil sufragios nulos emitidos por sus militantes en las ciudades en las que la Justicia no los dejó participar, saben a poco si se los compara con los 240 mil que supo conseguir HB en 1987 o los 273 mil obtenidos por el grupo en 1999 en plena tregua de ETA con el gobierno de José María Aznar, lo que a su vez marca una tendencia persistente a la baja de la agrupación.
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