› Por Ricardo M. de Rituerto *
desde Praga
George Bush llegó a última hora de la tarde de ayer a Praga protegido por una burbuja de seguridad que le impidió escuchar los gritos de quienes protestaban, algunos con toques de humor, contra sus planes de instalar no lejos de Praga componentes del escudo antisimiles que ha traído aires de Guerra Fría a Europa. Un Bush que lamenta la escalada verbal en el discurso de Moscú se sentirá hoy reconfortado en sus entrevistas con el presidente y primer ministro de la República Checa. Por la tarde pronunciará un discurso a favor de la libertad y de los disidentes de todas las dictaduras, en una conferencia internacional coorganizada por la FAES de José María Aznar.
Poco antes de la llegada del presidente Bush para el inicio de su gira por la región, cientos de personas se manifestaron ayer en Praga. Los manifestantes rechazaron el proyecto del Pentágono para la instalación del escudo antimisilístico y reclamaron un llamado a plebiscito. La protesta había sido prohibida por el Ministerio del Interior de la República Checa, una decisión calificada de “escandalosa” por los organizadores de la marcha. La agencia alemana DPA informó que de la manifestación participaron unas 2000 personas, las cuales se reunieron en las cercanías de la sede del Ministerio de Relaciones Exteriores.
La cumbre del G-8 en las orillas de Báltico es el núcleo en torno del que Bush ha planteado una visita de una semana a Europa que, fuera de Alemania, está concebida como gratificante plataforma internacional para un presidente que busca compensar sus horas muy bajas en casa con el buen cartel de que goza en algunos rincones de Europa, elegidos con cuidado para la ocasión.
Para la cita de Heiligendamm, con los otros líderes del G-8, quedan los problemas más acuciantes, desde cómo afrontar el cambio climático o las cada vez más complicadas relaciones con Rusia, puestas de manifiesto con las últimas amenazas de Vladimir Putin. “Hay una escalada en el discurso” del Kremlin, sostiene Stephen Hudley, consejero de seguridad nacional de Bush. “Eso no ayuda”, agregó, antes de expresar su deseo de volver a los tiempos en que Washington y Moscú “tenían un diálogo constructivo”.
Con las visitas a la República Checa y Polonia, justo antes y después de la reunión del G-8, Bush busca escapar de las tensiones y dar pruebas de interés por escuchar las inquietudes de las autoridades de ambos países, entre los más pronorteamericanos de la región. Las opiniones públicas no están tan entregadas a la idea del escudo antimisiles como sus gobiernos, con casi los dos tercios de los checos en contra, al igual que el 57 por ciento de los polacos, pero los gobiernos de Praga y Varsovia atienden con solicitud las pretensiones de Wa-shington. “Ni Putin ni los políticos rusos deberían tener poder de veto sobre nuestras decisiones de seguridad”, declaró ayer el viceprimer ministro checo, Alexadr Vondra. “Este es un país que recuerda la presencia de los soldados rusos y que es particularmente sensible a ese tipo de declaraciones.” A su juicio, cuanta más presión intente ejercer Moscú sobre sus vecinos, más buscarán ellos la protección de Washington. “No queremos volver a caer bajo la influencia de Moscú.”
Esa atmósfera alentadora será la que Bush también encuentre en Polonia y en sus posteriores visitas a Albania, vecina de un Kosovo cuya independencia patrocina Washington, y Bulgaria, plataforma para una base militar americana que es un elemento más en el malestar de Putin.
Antes de volar hacia los conflictos que lo esperan en Heiligendamm, Bush pronunciará esta tarde un discurso en una conferencia internacional organizada en Praga con el lema “Democracia y Seguridad. Valores centrales y buenas políticas” por tres centros de estudios políticos y estratégicos dirigidos, respectivamente, por el ex presidente checo Vaclav Havel, por José María Aznar y por Nathan Sharanski, que fuera disidente soviético antes de emigrar a Israel. Bush será la figura estelar en su calidad de “defensor de la agenda de transformación de Medio Oriente y norte de Africa, así como de la expansión de la libertad”, según la FAES.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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