Jue 07.06.2007

EL MUNDO  › EE.UU. RECHAZA EL PLAN EUROPEO PARA REDUCIR LAS EMISIONES DE GAS

Bush recalienta la atmósfera del G-8

En el primer día de cumbre fracasó un acuerdo post Kioto. Los europeos centran ahora sus esfuerzos en convencer a Washington para que acepte participar en negociaciones sobre el clima en el marco de Naciones Unidas.

› Por Ana Carbajosa y Andreu Missé *
desde Heiligendamm

No habrá acuerdo con cifras concretas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en la cumbre de Heiligendamm. Sí se acordará un texto cargado de buenas intenciones y pocos compromisos. Los siete países más ricos del planeta, más Rusia, no han sido capaces de ponerse de acuerdo para lanzar un plan de reducción de emisiones que suceda al de Kioto, dando al traste con las aspiraciones de la canciller Angela Merkel, que preside la cumbre en la costa báltica.

Aunque ayer los negociadores hacían un último esfuerzo por acercar posiciones, ni los líderes más optimistas esperaban que Washington entrara por el aro y se comprometiera a fijar reducciones concretas de gases de efecto invernadero para la próxima década. Los objetivos europeos de lucha contra el cambio climático “no pueden ser compartidos” por los países del G-8, reconoció Merkel, que había convertido el calentamiento del planeta en la máxima prioridad de la cumbre de Heiligendamm. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, explicó que los europeos centran ahora sus esfuerzos en convencer a Washington para que acepte participar en negociaciones sobre el clima en el marco de Naciones Unidas, a partir de 2012, cuando expira Kioto. Y estimó que hasta 2009 no será posible alcanzar compromisos concretos de emisiones. Para entonces, a Bruselas le gustaría que los países en desarrollo y las economías emergentes –ahora exentos de cumplir con Kioto por tener otras prioridades, como alimentar a su población– estuvieran dentro de un acuerdo en el marco de Naciones Unidas. Es justo lo que pide EE.UU. para empezar a hablar de compromisos. Aunque Barroso matiza que hay que tener en cuenta las responsabilidades –presentes y futuras– de cada país. El jefe del Ejecutivo comunitario estimó que el reconocimiento de la evidencia del cambio climático por parte de Estados Unidos es un gran avance, pero admitió, sin embargo, que los objetivos de reducción concreta de emisiones son la única manera de combatir el calentamiento del planeta. Lo hizo durante una conferencia de prensa a la que los periodistas tuvieron que llegar en lanchas del ejército alemán, porque los manifestantes consiguieron bloquear con sentadas las líneas de ferrocarril.

Según los datos que maneja Barroso, gracias a los mecanismos de reducción, la Unión Europea ha conseguido rebajar los gases contaminantes que vierte a la atmósfera en un 4,8% desde 1990. Durante ese mismo período, EE.UU., que no ratificó el protocolo de Kioto, ha disparado su nivel de emisiones en un 15,8%. En Kioto, 35 países se comprometieron a reducir sus emisiones de dióxido de carbono en un 5,2% respecto de los niveles de 1990, mientras que la UE asumió una rebaja mayor, del 8%.

Merkel pretendía que los países del G8 –Alemania, EE.UU., Japón, Italia, Francia, Reino Unido, Canadá y Rusia– se comprometieran a reducir un 50 por ciento las emisiones de dióxido de carbono para 2050, en relación con los registros de 1990. Ayer, Jim Connaughton, responsable de medio ambiente de la administración Bush, fue el encargado de comunicar que su gobierno no se había movido un ápice y anunció que el texto final de la cumbre del G-8 no incluirá objetivos de reducción vinculantes. Ni siquiera las gestiones del gran aliado, Tony Blair, que ayer aseguraba en una entrevista con The Guardian que sería capaz de convencer a Bush en materia de cambio climático, lo consiguieron.

El presidente Bush, que la noche del martes había aterrizado en Rostock, una ciudad tomada por decenas de miles de manifestantes, almorzó con Merkel para ultimar posiciones. Después, compareció en el balneario-fortaleza –14 kilómetros de vallas cercan el recinto protegido por tierra mar y aire– y dijo que estaba “dispuesto a trabajar con el G8 en un acuerdo post Kioto”. Pero Washington, que confía en que los avances tecnológicos logren por sí solos reducciones de dióxido de carbono suficientes, no quiere ni oír hablar de un acuerdo del que no formen parte los países en desarrollo y sobre todo economías emergentes como China e India, cuyas emisiones se dispararán en los próximos años. China e India han reiterado esta semana que no piensan sacrificar su crecimiento económico en aras de beneficios medioambientales y han vuelto a poner sobre la mesa el argumento histórico por el que justifican que sean los países ricos los que se encarguen de enfriar el planeta. Los países del G-8 son ricos porque llevan décadas vomitando gases a la atmósfera dicen. Pero también China e India –excluidos de compromisos en Kioto– se han mostrado por primera vez dispuestos, aunque de manera general, a combatir el cambio climático.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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