EL MUNDO › SEÑAL DE ZAPATERO A LA ETA
› Por Oscar Guisoni
desde Madrid
Iñaki de Juana Chaos, el preso más emblemático de ETA que protagonizó hasta finales de febrero una virulenta huelga de hambre que casi acaba con su vida, fue trasladado ayer nuevamente a la prisión de Aranjuez, en Madrid, luego de que el hospital de la ciudad de San Sebastián en el que se reponía de las secuelas de la huelga le diera el alta médica. Con esta medida el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero emite una fuerte señal no sólo a la banda separatista ETA, que dos días atrás anunció el cese de la tregua que mantenía en todo el territorio español, sino también de cara a la sociedad, que comenzaba a preguntarse sobre su capacidad de liderazgo en medio de una complicada situación política después de que los independentistas hicieran fracasar rotundamente su plan de paz para poner fin al conflicto vasco.
De Juana no es un preso cualquiera. Responsable de la muerte de 25 personas, este ex policía vasco permanece en prisión desde el 16 de enero de 1987. En febrero de 2005 terminó de cumplir la condena por sus crímenes pero la Audiencia Nacional evitó su excarcelación al inculparlo de un delito de apología del terrorismo por dos artículos publicados en el diario vasco Gara. Al ver que su salida de prisión era impedida por esta nueva condena, en agosto del pasado año comenzó una huelga de hambre que casi acabó con su vida. El gobierno socialista decidió trasladarlo al País Vasco para que se sometiera a tratamiento médico y le atenuó el régimen concediéndole el arresto domiciliario. Este fue uno de los gestos de Zapatero hacia ETA en medio de una negociación que saltó por los aires junto con la bomba que los separatistas pusieron en el aeropuerto de Barajas el pasado 30 de diciembre y que costó la vida a dos inmigrantes ecuatorianos.
El llamado caso De Juana alimentó las protestas del PP, principal partido de la oposición, que consideró inadmisible el gesto caritativo de los socialistas. En teoría, luego de que el hospital donostiarra le diera el alta, De Juana debía permanecer en prisión domiciliaria hasta el próximo año, cuando se cumpla su nueva condena. La huelga de hambre que protagonizó en medio del proceso de paz caldeó los ánimos en el País Vasco entre la militancia etarra, sobre todo cuando se hizo pública una foto en la que se lo veía raquítico y atado a la cama, alimentado a la fuerza por las autoridades sanitarias de la cárcel madrileña.
Ayer el gobierno de Zapatero decidió dejar en claro que no tendrá contemplaciones a la hora de imponer su autoridad luego de que ETA anunciara el cese de la tregua y amenazara con provocar nuevos atentados en los próximos días. A primeras horas de la tarde De Juana fue trasladado desde el País Vasco hasta Madrid en una ambulancia acompañado de un impresionante despliegue policial. Dos furgones, seis coches patrulla de la policía autónoma vasca y tres vehículos camuflados de la Guardia Civil formaron parte de las medidas de seguridad tomadas por el gobierno para garantizar su traslado.
En una conferencia de prensa junto al secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, que se encontraba en visita oficial en Madrid, Zapatero defendió la firmeza de la medida y advirtió incluso a Acción Nacionalista Vasca, el partido cercano a ETA que logró presentarse en un puñado de ayuntamientos en las últimas elecciones municipales realizadas a finales de mayo, que deberá cumplir “estrictamente con la ley”, de lo contrario el gobierno “actuará con todas las consecuencias”. Hacía cuatro años que los nacionalistas radicales no podían participar en las elecciones luego de que la justicia declarara ilegal a su partido histórico, Herri Batasuna. Con sus palabras, Zapatero dejó en claro que no le temblará la mano a la hora de ilegalizar a ANV si no se mantiene dentro del juego democrático.
El primer ministro español no dejó pasar tampoco la oportunidad de reclamarle al líder de la oposición, el reticente Mariano Rajoy, el apoyo de su partido para garantizar la unidad de las fuerzas democráticas frente a esta nueva ofensiva terrorista. Con la mano tendida, Zapatero afirmó que no le pedirá a Rajoy que rectifique sus declaraciones en las que acusaba al Ejecutivo socialista de ceder ante ETA, al tiempo que recordó sus tiempos en la oposición, cuando el gobierno conservador de José María Aznar también vio fracasar su plan de paz. En esa ocasión, al romperse la tregua, José Luis Rodríguez Zapatero no dudó en manifestar su total apoyo al gobierno en su hora más difícil. Un apoyo que el mandatario socialista ahora no consigue arrancar a los máximos responsables del Partido Popular.
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