El primer ministro británico, a días de dejar el cargo, dijo que la relación de los medios con la clase política está muy “dañada y necesita arreglo”. Culpó a la lucha en el mercado.
› Por Marcelo Justo
desde Londres
A dos semanas de su partida, el primer ministro Tony Blair empezó a nombrar responsables de los errores y limitaciones de sus diez años de gobierno. En una conferencia sobre la “vida pública” ante la Agencia de Noticias Reuters, el primer ministro laborista acusó a los medios de comportarse con frecuencia como “bestias salvajes”. “Esta situación está socavando la confianza de la nación en sí misma y la valoración que hacemos de nuestras instituciones. La relación de los medios políticos con la clase política está muy dañada y necesita arreglo”, dijo Blair.
Con un ojo puesto en la posteridad, el primer ministro responsabilizó a la nueva cultura mediática del deterioro de las relaciones entre los medios y la clase política. “El flujo de noticias 24 horas al día y la desencarnada competencia en el mercado están impactando la calidad informativa. Hoy los medios se guían por la necesidad de ganar la atención a través del máximo impacto. Cuando actúan de esta manera se convierten en bestias salvajes que destrozan la reputación de la gente”, dijo Blair. Otro factor distorsionante era el “culto a la fama” de la nueva cultura mediática. “Todo personaje de la vida pública, pertenezca al mundo de la política, de las fuerzas armadas o el deporte, se la pasa buena cantidad del día contestando a la prensa sin poder concentrarse en su trabajo. Por momentos, es verdaderamente abrumador”, dijo Blair.
La conflictiva relación del “Nuevo Laborismo” y los medios viene de lejos. Uno de los juramentos que Tony Blair y su sucesor, Gordon Brown, se hicieron luego de la derrota de Neil Kinnock en 1992 fue que nunca más los medios volverían a destrozar al Partido Laborista. Mediante una concertada estrategia de seducción, consiguieron el apoyo del grupo Murdoch –dueño del tabloide The Sun, del The Times y de la cadena televisiva Sky– en 1997 y elecciones subsiguientes, pero también se fueron ganando una reputación de brutal manipulación mediática. El punto más bajo de la relación con los medios fue el enfrentamiento con la BBC en 2003, a raíz de una nota radial que acusaba al gobierno de engañar deliberadamente al público sobre la existencia de armas de destrucción masiva en Irak.
En su conferencia ayer ante la Agencia Reuters, el primer ministro admitió que su gobierno podía haber contribuido a este deterioro por la manera en que cortejó a los medios al principio de su década en el poder, pero se justificó diciendo que no había tenido otra alternativa, dada la hostilidad al laborismo de amplios sectores de la prensa. “Reconozco que nosotros mismos nos obsesionamos con la prensa al principio de nuestro gobierno. En nuestro descargo debo decir que, después de 18 años en la oposición, era muy difícil ver qué alternativa teníamos. En este sentido no me estoy quejando o culpando a nadie. Digo que está cambiando la relación entre la política y los medios y que, a mi juicio, esto está afectando negativamente la vida pública. Creo que es necesario que debatamos abiertamente el tema”, dijo Blair. Según el primer ministro, una de las soluciones a este problema es un nuevo sistema regulatorio que tome en cuenta esta nueva cultura periodística y otros factores concomitantes, como la aparición de Internet, que “borra la diferencia entre televisión y periódico”.
Curiosamente, una de las razones de la caída de la popularidad de Blair es la percepción generalizada de que estaba más obsesionado con la presentación mediática que con la sustancia de la gestión gubernamental. Según el periodista e historiador británico Andrew Marr, “el nuevo laborismo es el gobierno más obsesionado con la manipulación de la agenda informativa de la época moderna”. En cuanto al “culto a la fama”, el primer ministro nunca perdió oportunidad de cortejar a los ricos y famosos, incluso a personajes impresentables como el ex premier italiano Silvio Berlusconi. Sin embargo, el analista político de la BBC Nick Robinson señaló que el debate planteado por el primer ministro era indispensable. “El hecho de que él haya manipulado a la prensa en absoluto descalifica el argumento que ha presentado para un replanteo de la relación medios y gobierno. Eso sí, no cabe duda de que el primer ministro debería haber sido tan crítico consigo mismo como con los medios al pintar el deterioro actual de la relación”, dijo Blair.
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