Fidel Castro volvió ayer a agarrar la pluma, pero esta vez no fue para escribir una de sus “reflexiones” sino un “manifiesto”. “Pronto se cumplirá un año desde que me enfermé y, cuando estaba entre la vida y la muerte, expresé en la Proclama del 31 de julio del 2006: ‘No albergo la menor duda de que nuestro pueblo y nuestra Revolución lucharán hasta la última gota de sangre’”, escribió el veterano dirigente cubano de 81 años, haciendo referencia a una eventual ofensiva estadounidense. “¡No lo dude usted tampoco, señor Bush! ¡Le aseguro que no tendrán jamás a Cuba!”, agregó Castro en un artículo publicado ayer en el diario oficial cubano Granma. Prometió seguir armando a las fuerzas cubanas, aun si la isla no consigue un crecimiento macroeconómico en los próximos años.

En este primer manifiesto, Castro no sólo hizo un llamado al pueblo cubano a defender la revolución, sino que además aprovechó para justificar sus continuos ataques a la Casa Blanca y, especialmente, al gobierno actual de George Bush. Recordó que en el libro Estado de negación, el reconocido periodista estadounidense Robert Woodward asegura que hace cuatro años Bush discutió con el entonces jefe de la Oficina de Planificación para la Posguerra en Irak, Jay Garner, la posibilidad de atacar la isla. Además de mencionar los constantes ataques y advertencias de la Casa Blanca, destacó las consecuencias que casi medio siglo de embargo económico han impreso en la sociedad y el gobierno cubanos. “Espero que nadie diga que arremeto gratuitamente contra Bush. Comprenderán sin dudas mis razones para criticar duramente su política”, concluyó el presidente cubano.

El veterano enemigo del “imperio norteamericano” cuestionó el poder económico de Washington. Sostuvo que el sistema económico de la superpotencia es insostenible a largo plazo y que sólo subsiste gracias a los beneficios que les otorgan las instituciones de crédito internacional que él mismo creó después de la Segunda Guerra Mundial, y a la dominación que todavía mantiene sobre el sistema financiero mundial. “Tal poder le permite imponer la idea de convertir los alimentos en combustibles y hacer trizas cualquier iniciativa y compromiso para evitar el calentamiento global”, agregó Castro, retomando el tema central de las denuncias de la mayoría de sus editoriales.

Como su recuperación de una operación intestinal no le permite volver a trabajar todavía, Castro decidió a fines de marzo pasado comenzar a reinsertarse en la escena política nacional e internacional a través de editoriales publicados en el diario del órgano oficial del Partido Comunista Cubano, Granma. El 31 de julio pasado publicó una carta en la que les comunicaba a todos los cubanos que tendría que dejar el poder transitoriamente –pero por primera vez en la historia de la revolución– para someterse a una operación intestinal.

Desde ese momento, la salud del veterano dirigente cubano se convirtió en un secreto de Estado y en una fuente de incesantes rumores. Para desmentirlos, Castro realizó una entrevista televisiva con una emisora cubana que fue difundida hace más de dos semanas. Además, en los últimos días recibió las visitas de sus tres principales aliados en la región, los presidentes Hugo Chávez, Evo Morales y Daniel Ortega, quien ayer seguía en la isla. A finales de mayo, Castro habló por primera vez de su salud y dijo que ya está fuera de peligro y que se está recuperando sin problemas.