El presidente Tabaré Vázquez encabezó un acto que condena el terrorismo de Estado. Faltaron las organizaciones de DD.HH. y el PC.
› Por María Laura Carpineta
Dirigentes y figuras de todos los colores políticos dijeron ayer Nunca Más en Montevideo. Entre tres mil y cuatro mil personas acompañaron al presidente Tabaré Vázquez mientras presentaba una ofrenda floral frente al monumento del prócer uruguayo José Artigas, en la Plaza de la Independencia. Por primera vez este acto no sólo conmemoraba el nacimiento del histórico líder nacionalista, sino además el Día del Nunca Más, decretado el año pasado por Vázquez. Pero la inauguración estuvo teñida por la ausencia de las organizaciones de derechos humanos y de las bases tradicionales de la izquierda uruguaya, quienes decidieron no apoyar la “posición ambigua” del presidente. En un principio, Vázquez había anunciado que el acto sería un primer paso hacia la reconciliación nacional, hacia un Nunca Más un hermano contra otro hermano. Hace dos semanas tuvo que moderar su discurso y volver a hablar de un Nunca Más al terrorismo de Estado. Ayer colorados, blancos y frenteamplistas compartieron un mismo acto, pero no su significado.
No es la primera vez que el presidente Vázquez convoca a una movilización en la Plaza de la Independencia. Ya lo había hecho en marzo de 2006, para festejar su primer año en el gobierno. En aquella ocasión, la plaza y las calles aledañas rebosaban de dirigentes, militantes y simples ciudadanos que, en medio de un clima festivo, le daban su apoyo al primer gobierno de izquierda de la joven democracia uruguaya. La escena de ayer era muy distinta. Ya no eran 20 mil las personas que aplaudían a Vázquez, sino unas tres mil o cuatro mil, en su gran mayoría dirigentes políticos, incluyendo algunos miembros de la oposición, como el presidente de los blancos, Jorge Larrañaga, y Pedro Bordaberry, hijo del dictador.
El clima tampoco era de fiesta. Como había reconocido el presidente el 4 de junio pasado, cuando intentó calmar las tensiones dentro de su coalición, “las condiciones no son las adecuadas para realizar grandes conmemoraciones”. Las condiciones de las que hablaba Vázquez eran la ola de críticas que había provocado su discurso de reconciliación nacional entre las organizaciones de derechos humanos, los familiares de las víctimas de la dictadura y la izquierda más radical del FA. Ninguno de estos grupos estuvo en la plaza ayer. “Este acto estuvo teñido de marchas y contramarchas, y de posiciones confusas. Además el presidente partió de un concepto erróneo al hablar de una guerra entre hermanos. Aquí no hubo una guerra entre uruguayos, sino la imposición del terrorismo de Estado”, aseguró Luis Puig, miembro de la cúpula del PIT-CNT, el mayor sindicato del país y uno de los principales aliados del FA.
Por primera vez la mayoría de la oposición y las organizaciones de militares retirados coincidían con el movimiento de derechos humanos. “No estaba absolutamente claro para qué se estaba convocando al acto. Cada uno decidía que iba por una razón distinta a la que venía el otro”, explicó a este diario el ex ministro de Defensa del gobierno de Jorge Batlle, Yamandú Fau. A pesar de acusar de ambiguo al presidente, el dirigente colorado aseguró que su partido no adhirió al acto porque primaba una idea “sesgada” del Nunca Más. “Predominaba la idea de la fuerza política del presidente que apoya un acto contra el terrorismo de Estado, y nosotros estamos contra el terrorismo de Estado, pero también del terrorismo sedicioso y guerrillero”, señaló. Fau, un hombre muy cercano a los altos mandos militares retirados, aseguró que las organizaciones que nuclean a ex oficiales comparten su posición.
Desde el oficialismo intentaron desmentir la supuesta ambigüedad del discurso presidencial, aunque no pudieron explicar la presencia –y el abrazo con Vázquez– del ex ministro de Transporte colorado e hijo del dictador, Pedro Bordaberry. “No sé por qué estuvo ahí, pero no se debe haber sentido muy cómodo”, le dijo a Página/12 el senador y referente de la lucha de los derechos humanos, Rafael Michelini. Bordaberry es uno de los principales defensores de su padre, quien actualmente se encuentra detenido en su casa, acusado de violaciones a los derechos humanos. El caso del dictador es uno de los más de cuarenta que Vázquez excluyó de la Ley de Caducidad, la amnistía que protege a los policías y militares que cometieron crímenes durante la dictadura.
Dentro del gobierno o del FA nadie se animaba a hablar de un éxito. A pesar del apoyo casi completo de la coalición, algo faltaba ayer en la Plaza de la Independencia. Quizás el silencio que mantuvo Vázquez, que optó por no echar más leña al fuego y se mantuvo alejado de los micrófonos. “El camino para romper con la impunidad no es siempre recto”, intentaba explicar Michelini. Pero para las organizaciones de derechos humanos esto no era suficiente. “No hay reconciliación posible si no hay verdad y justicia”, sentenció Puig.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux