Dom 24.06.2007

EL MUNDO

Corea del Norte aceptó cerrar su reactor nuclear a cambio de U$S

Tras cobrar los U$S 25 millones acordados con el gobierno de Estados Unidos, anunció el cierre del reactor nuclear de Yongbyon y la llegada de los inspectores de la AIEA, la agencia atómica internacional.

Después de meses de parálisis, el acuerdo con Corea del Norte volvió a reactivarse. Pyongyang aceptó cerrar el primer reactor nuclear en las próximas tres semanas, según anunció ayer el negociador estadounidense Christopher Hill. “Contamos con que el reactor de Yongbyon se cierre en cuanto Corea del Norte y la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) se pongan de acuerdo en la forma de controlar ese proceso de clausura”, explicó el funcionario norteamericano. Esta misión de la AIEA, que podría comenzar el martes próximo, será la primera desde diciembre de 2002.

Las negociaciones entre Pyongyang, sus vecinos y Estados Unidos –más conocidas como a Seis Bandas– habían alcanzado un acuerdo histórico en febrero pasado. En aquel momento el régimen norcoreano se había comprometido a empezar a cerrar sus bases nucleares bajo observación de los inspectores internacionales de la AIEA a cambio del desbloqueo de fondos congelados por Estados Unidos y de ayuda económica, alimentaria y energética. Los cinco países –Estados Unidos, Japón, China, Corea del Sur y Rusia– habían acordado entregar a Corea del Norte 50 mil toneladas de crudo pesado por el cierre de reactor de Yongbyon y otras 950 mil toneladas en cuanto desmantele el resto de sus instalaciones nucleares.

Sin embargo, el proceso de desnuclearización se estancó cuando Estados Unidos no liberó los 25 millones de dólares que tenía congelados desde hace más de un año y medio en un banco de Macao, China, bajo sospecha de estar vinculados con actividades ilegales. Esta semana finalmente el dinero fue desbloqueado gracias a la mediación de Rusia, que ofreció uno de sus bancos para hacer la transferencia de fondos a Pyongyang.

Esto permitió que Corea del Norte diera el primer paso y accediera al cierre de Yongbyon, un reactor que data de la época soviética y que produce plutonio. Este cierre estará fiscalizado por la AIEA, una agencia que no tiene buenos recuerdos de su última visita a Pyongyang. En diciembre de 2002, el gobierno norcoreano decidió expulsar a los inspectores de Naciones Unidas argumentando que Estados Unidos estaba desarrollando en secreto un plan para enriquecer uranio, en contra de un acuerdo bilateral que habían firmado en 1994, durante el gobierno anterior de George Clinton.

Los dos gobiernos se mostraron mucho más abiertos y cooperativos ayer. “Las entrevistas fueron productivas”, comentó un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores norcoreano al describir las reuniones entre Hill y las autoridades del régimen. En estos encuentros también delinearon las próximas reuniones bilaterales y multilaterales. A finales de julio, los ministros de Relaciones Exteriores de los seis países se encontrarán nuevamente para analizar los avances hechos y planear los próximos pasos.

Después de su inusual visita a Pyongyang y a Seúl, Hill se ocupó de tranquilizar los temores de uno de sus principales aliados en la región, Japón. En su breve escala en Tokio antes de volver a Wa- shington, el negociador estadounidense intentó tranquilizar a los japoneses, que ven los últimos avances con escepticismo y cierto recelo. Detrás del acartonado lenguaje diplomático, Japón ha estado expresando en los últimos días una creciente preocupación de que el acercamiento de Estados Unidos con Corea del Norte lo deje aislado. “No hay ningún riesgo de que se reduzcan las relaciones entre Japón y Estados Unidos”, insistió una y otra vez Hill.

Sin embargo, el gobierno japonés no podía olvidar que en sus disputas con Pyongyang, Washington siempre había sido su más fiel aliado hasta el momento. Ahora, en cambio, Tokio se ha quedado sólo en su postura intransigente. El gobierno nipón se niega a proveer ayuda energética al régimen de Kim Jong il hasta que se conozca el paradero de todos los japoneses que Corea del Norte mantiene secuestrados. Este es un tema de orgullo nacional para Tokio que, a la luz de un posible acuerdo con Corea del Norte a largo plazo, ha quedado relegado por su protector, Estados Unidos.

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